El viejo Reloj péndulo de columna marcaba las
diez de la mañana de aquel nublado y lluvioso domingo de septiembre en interior
del Café “El Ropero”, un centro cultural y artístico, que reunía a
intelectuales, tribus urbanas, así cómo otros inadaptados e incomprendidos
sociales, en el corazón de la
Ciudad de Veracruz, tan viejo, pero tan vivo y palpitante a
la vez.
Periodistas, académicos, escritores, pintores y escultores, así cómo Jóvenes
Hippies, Emos, Darks y otras almas transgresoras y atormentadas se reunían
volviéndose una sola. Vestían prendas y cabellos multicolores y proyectaban
sentimientos encontrados, entre la euforia desenfrenada y la depresión auto
asfixiante.
Ivonne, la hija de los propietarios, servía cuidadosamente cafés gourmets, tes
y bebidas hindis, siendo estos el denominador común en cada mesa que
conformaban los elementos de esta compleja ecuación con muchas incógnitas.
Su padre, José Francisco Mendoza del Campo, había decidido retirarse del
periodismo de izquierda, en el cuál se había desempeñado desde que era
estudiante activista de la UNAM
en aquel ambivalente 1968. Decepcionado por la falta de cambios del sistema,
decidió, hace cinco años, dejar la crítica política y la docencia universitaria
para emigrar a Veracruz, su ciudad natal.
Al momento de entrar en aquella vieja bodega portuaria, que había heredado de
su familia y de la cuál se había olvidado por muchos años, visualizó dentro de
esas abandonadas galeras el santuario para su desarrollo intelectual y
económico. No había que mucho que hacer, solo limpiar y acondicionar.
Después de raspar el moho y la humedad, José Francisco colocó sobre las
paredes, con los ladrillos al descubierto, su colección de obras de Andy
Warhol, retratos de las portadas de los primeros discos de Elvis Presley, The
Beatles, John Lennon, Jim Morrison, Alex Lora, Michael Jackson, Madonna y El
Chapulín Colorado.
Susana Corranti Rojas, su esposa y la madre de Ivonne, exiliada argentina, que
llegó a México desde niña, decoró el lugar con libreros de finas maderas,
colocando en estos su colección de libros de Truman Capote, Charles Bukowski,
Julio Cortazar, Alejandro Jodorowsky, Jorge Luis Borges, Jorge Volpi, Rius y
por supuesto, en lugar de honor, la colección de Mafalda y otras obras de
Quino, derivada de más de treinta años dedicados al estudio y docencia de las
Letras modernas.
A un bajo volumen, se escuchaban las operas Rock de Andrew Loyd Weber,
seleccionada por Ivonne, quien entre semana estudiaba la Licenciatura de
Música en Xalapa y los fines de semana viajaba a Veracruz a ayudar a sus padres
a atender “El Ropero”, dentro del cuál, una mezcla de aromas y sabores a
cafeína, pan, merengue, nicotina, libros y ropa vieja se extendía, mezclaba e
impregnaba en cada rincón del ambiente.
Al marcar el reloj las diez con cinco minutos, Ivonne, Rubia y de ojos verdes,
heredados de su madre, llevaba una charola que portaba dos impecables tazas de
cerámica blanca con “Capuchino Moka” en su interior, al llegar a la mesa Cuatro
los coloco con cuidado sobre esta.
- Aquí tienen Chicas- dijo al momento de servir, poniendo una gruesa servilleta
blanca sobre la mesa debajo de cada taza - cualquier cosa que necesiten solo
avísenme- se alejo esbozando una sincera y amistosa sonrisa.
En la mesa cuatro se encontraban Brenda y Giselle, dos hermosas y esculturales
mujeres.
Hasta hace tan sólo unas semanas Giselle y Brenda eran unas completas
desconocidas, no sabían una de la otra, y no les hubiera interesado conocerse,
pero los dados el destino fueron arrojados y un leve roce causal unió sus
vidas. Ese roce era Roberto, quien fue novio, amante y, sobre todo, la
perdición de ambas.
En el fondo de su calamidad, concedieron una entrevista, a una periodista, a
quien narraron sus experiencias. Años después, ya integradas a la sociedad, en
proceso de sanar sus heridas y reconstruir sus vidas, estas entrevistas fueron
publicadas en el Libro “Machitos”, al leerlo, se percataron de su pasado en
común con Roberto. Supieron una de la otra, se contactaron por Internet, se
reunieron, se conocieron y, decidieron ir visitar a Roberto, la noche anterior,
para aclarar las cosas y, poder preguntarles lo que siempre habían querido
saber, ¿Por qué?, ¿Por qué a ellas?
Pero no recibieron respuesta alguna, sólo agresiones y humillaciones de
Roberto, quien una vez más se burlo y mofo de sus sentimientos.
Alteradas y con el estomago revuelto, salieron del departamento de Roberto. No
tenían otra opción más que olvidar y dejar todo atrás. Comenzar de nuevo,
construir una nueva vida, su vida, con sus proyectos, con sus ilusiones y sobre
todo con sus esperanzas. Tristes y lastimadas llegaron a “El Ropero” a recobrar
el aliento y a llorar, llorar con café y cigarrillos, sus eternos, fieles y
únicos compañeros. Se consolaron mutuamente.
-¿Ya nos vamos?- pregunto nerviosa Giselle al terminar su octavo café.
- Sí, ya lloramos mucho- se lamentó Brenda, dejando un billete de doscientos
pesos sobre la mesa.
Ambas salieron de “El Ropero” al estacionamiento y, secando sus lágrimas y
encendiendo sus cigarrillos, se dirigieron a la camioneta de Brenda. En el
interior, Brenda saco de su bolsillo su memoria USB y la conectó al transmisor
FM de su estéreo. La música de Radiohead, se empezó a escuchar por las bocinas.
Ambas esbozaron una tímida sonrisa, evocando los pocos recuerdos agradables de
su adolescencia.
- ¿Qué hacemos ahora?- Pregunto Giselle intrigada.
- Vamos al sur, por los arenales – Propuso Brenda – Oye, ¿tendremos suficiente
hielo, pasare por más?
- No, la hielera aun conserva el que compramos hace rato - Respondió Giselle
- ¡Que cosas ¿no?, un macho tan caliente y acaba bien frío! – Ironizó riendo
Brenda.
- Ya pasó, Brenda. Ahora, vamos a apurarnos y terminar con todo esto- propuso
Giselle, algo fastidiada.
-Yo también, cariño, yo también. Créeme sólo deseo bañarme y saber lo que es,
por fin, poder dormir tranquilamente- Susurró Brenda, quien arrancando su
camioneta, salió del estacionamiento y tomó la calle principal, hacia el
boulevard que conducía a los arenales, mientras ambas cantaban y disfrutaban de
la Canción “A
Wolf At The Door” de Radiohead.
Publicado por narrador777 en 00:19 1
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