¡TU
CRUEL DESAIRE!
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Llegué con mi pareja al
zócalo esa tarde carnavalesca en Veracruz, y entre el tumulto de gente la perdí
de vista. Afortunadamente la encontré y de puro gusto me acerqué a ella por la
espalda, la abracé y le di un beso en la nuca. Al sentirme volteó y se molestó
conmigo y me dijo: - ¿Tú, quién eres..?
Me le quedé viendo y la vi demasiado
cambiada: su piel morena se había tornado apiñonada, sus ojos negros y
brillantes como la obsidiana eran ahora de color azul zafiro, sus cabellos
cortos color del azabache, eran ahora largos y rubios. Puedo jurar que hasta
estaba más alta y con una sensual cintura.
Créanlo, no me sorprendió verla del todo
cambiada. Lo que sí me dolió es que... no me haya reconocido.
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