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lunes, 20 de enero de 2020

LOS AMANTES Y EL SEÑOR DE CHALMA Antonio Fo. Rguez. A.


LOS AMANTES Y EL SEÑOR DE CHALMA
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

Dibujo de Alberto Beltrán

A principios del siglo XX, en plena época de la Revolución, antes de que los carrancistas acabaran con el poblado de Milpa Alta volviéndolo un lugar lóbrego y solitario, que hasta un par de ánimas errantes llegó, para quedarse en él; los habitantes acudían, en el mes de enero, en procesión año tras año al Santuario de Chalma, situado a 60 kilómetros, en donde en la cuarta década del s. XVl los frailes agustinos habían llevado un Cristo Negro para suplantar a la divinidad prehispánica Tezcatlipoca, llamado por los frailes Oztotéotl, Dios de la Cueva, colocándolo en la gruta de éste. La gente devota y ferviente acudía a agradecer o a pedir favores al Señor de Chalma, el cual decían que era muy milagroso. Casi todos, en la medida de sus posibilidades, llevaban como ofrendas ramos de flores, floreros, candeleros, cirios, veladoras, aceites y manteles para el altar. Era usual, además, llevar un estandarte que indicaba de dónde venían.


La procesión recorría esa distancia en dos días, parando en poblados y parajes intermedios para descansar y tomar sus alimentos. La penúltima parada la hacían en un lugar simbólico, después de Ocuilan, en donde se encuentran dos árboles de pino sobre el camino. La historia de estos pinos es la siguiente:


Se comenta que una pareja de pocos años de casados, la cual vivía plenamente enamorada, quiso ir a pedirle con mucha ilusión al Señor y Padre de Chalma que bendijera de por vida su gran amor. El Santo al escucharlos, supo que el esposo en un par de años se enamoraría inevitable y perdidamente de otra mujer, y que la joven esposa ante la ruptura de amor, deshecha en un mar de lágrimas, moriría de dolor. El Santo, quiso concederles el deseo expresado por ellos, y a la vez, tratando de evitar el cruel desenlace que el destino les tenía preparado, los convirtió en un par de árboles que se mantienen abrazados de por vida, y al pie de ellos hizo pasar un arroyo como muestra de las lágrimas de felicidad de la joven enamorada.


Después de esta conversión a la pareja, se acostumbró que todo peregrino que iba por primera vez tenía que bailar frente a estos árboles. Unos hombres dejaban el sombrero. Algunas mujeres bailaban y otras se cortaban el pelo o se rompían las ropas y colgaban ambas cosas en el árbol. Había quien colgaba en el árbol el ombligo de un niño. Habiendo bailado y todo ya colgado, continuaban su camino hasta Chalma. Se decía que en ese lugar se dejaba todo el cansancio debajo de esos árboles.


La mayor afluencia de peregrinos se produce durante el primer viernes de cuaresma, cuando se combinan ritos católicos y paganos, como el dedicado a la deidad mazahua Oztotéotl.


Xalapa, Ver. México. 18.01.2020


Algunos datos sobre la peregrinación y los árboles los tomé de la Memoria Náhuatl de Milpa Alta relatada por dona Luz Jiménez, en el libro de Fernando Horcasitas.



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