LA
DUEÑA DEL AGUA
Antonio
García de León
En el arroyo de Huazuntlán... una mujer de izhuapa. AGDL.
El recuerdo más antiguo
de estas imágenes se refiere a aquellas mujeres metidas en el río hasta la
cintura, pescando camarones, oficio reservado a ellas; ya que los pequeños
crustáceos -reductos de una época anterior relatada en el mito- pertenecen por
lo mismo a las fuerzas húmedas del inframundo, a la parte femenina del Cosmos.
Las redes circulares (mātayahual en nahua, “matayaguales” en el español
regional) son de más de un metro de diámetro y tienen que ser tejidas por
ellas, las que les confieren la fuerza suficiente como para atraer las presas a
su interior. En nahua existe un verbo especial (taxcoloa) para esta práctica de
pesca, que ha pasado al español regional como “tashcolear”. Las redes más
poderosas, las “ensalmadas” antes de la captura, al penetrar las aguas, hasta
forman un remolino que atrae con fuerza las manchas de camarones, crustáceos y
peces…
Ricardo Perry Guillen También es labor de los niños, de pequeño en Aguacatepec, donde nació mi madre, nos íbamos de vacaciones y nos integrábamos a las actividades de la familia. El día de pesca a las mujeres y a los niños nos tocada tashcolear en las lagunas donde ahora es Luna Negra. Los varones se iban en las canoas con las atarrayas. Todo el día se pescaba, comíamos a la orilla de la laguna, ahí las mujeres llevaban trastes para aliñar tanto pescado, que lo ensartaban en mecate para ponerlos a secar y ahumar arriba del fogón mientras asaban mojarras y hacían caldo de camarones. Solo se pescaba para comer y lo que se pescaba demoraba muchos días, los juiles ahumados fritos con frijolitos, que delicia...
A.G.D.L: Eso lo viví
también en Capoacán (Cuapohhuahcaan: donde tienen mojarras), cuando estaba en
la secundaria...
Trayendo a la memoria recuerdos de un paraíso perdido en donde la vida giraba alrededor de las aguas nodrizas, -aguas de manantiales, arroyos y grandes ríos-, inmerso en una naturaleza exuberante en cuyas cercanías se asentaban los solares arbolados y las temperadas casas de barro y palma, el mundo remembrado por la melancolía se muestra como un ámbito en donde todos los caminos llevan a ese campo líquido de tan profunda evocación... Allí, en ese tiempo, en la quietud de ese mundo apacible, las mujeres salen acompañadas de sus hijos a bañarse desnudas en el río: nadando, pescando, lavando la ropa y aderezando sus cabelleras con manteca de piste. Entran al estero a pescar con sus redes circulares, los niños se lanzan al agua desde los troncos y las lianas, mientras los monos los siguen por las alturas de los árboles, arrojando ramas y frutas a la corriente. En tanto, las tortugas y las serpientes de agua se deslizan acariciando los dedos y las manos de las pescadoras, de aquellas que viven rodeadas de un bosque de ruidos donde los tapires y los jaguares crean senderos en la jungla y las cigarras cubren con su canto cada vez más intenso el sonido de las aguas…
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