LA
LEY DEL KARMA
Fechorias infantiles
Antonio
Francisco Rodríguez Alvarado
Recuerdo que cierta tarde, hace unos 3 años, me encontré en Catemaco, a mi amigo el Ingeniero Sergio Emilio Brizuela Absalón, él me invitó a platicar en su Café. Y dentro de la conversación hablamos de nuestra infancia, entre tantos temas le comenté que, en el pequeño hotel, ya desaparecido que estaba ubicado en el callejón que baja de su casa al malecón. Yo, a mis 8 o 9 años, llevaba ocasionalmente clientes y nos recibía el dueño, un señor de unos cincuenta a sesenta años de edad, relativamente alto, de tez morena clara, que vestía ropa color caqui, tipo militar. Él, en agradecimiento, me compensaba con un billete de un peso en cada ocasión.
Debo confesar, que
algunas veces se le caía del bolsillo algún billete de a peso, el cual yo
recogía sin devolvérselo. Pero, la vida me estaba cobrando mis fechorías, pues
ahora, continuamente al que se le caen billetes, sin darse cuenta, es a mí. Sergio,
ponía cara de incredulidad a mí relato, y al término de éste, sonriendo, me
dijo: - ¡Cabrón, él era mi papa!
Xalapa, Ver. México. 11.02.23
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