SOMBRA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Sombra. Ecahuil o ecauillotl en náhuatl. Según Aguirre Beltrán (1992: 107), la susuma
(sombra) es parte de la herencia africana. Entre los verdaderos negros de la
costa de Guinea y los bantúes del Congo y la Angola existe la creencia de que
una contraparte de la personalidad, abandona el cuerpo durante el sueño y
cuando la mente vagamundea, y es la responsable de enfermedades y trastornos
frecuentes ya que, en sus extracorporales aventuras, puede ser objeto de la
acción maléfica de un hechicero que la sujeta y daña. En tales casos el médico
negro se ve obligado a recoger la sombra y volverla a su continente habitual
para lograr la curación de quien la ha perdido. || Refiere García de León
(1969: 288), que además, la sombra puede escapar del cuerpo durante una
hemorragia. Si se pierde la sombra, la persona se debilita, palidece, contrae
calenturas y lentamente va empeorando. El tiempo que una persona puede
mantenerse viva sin su sombra depende de la edad y de la fuerza que tenga, y
varía desde un día hasta una semana. || Según López Austin (1984: 296), entre
diversos grupos indígenas actuales, entidad anímica que sale espontánea o accidentalmente del cuerpo y que puede ser
capturada por seres sobrenaturales. Es el antiguo tonalli. || Finalmente, la
sombra la perdemos cuando un hechicero la llama y con la muerte. También
podemos perderla durante una intoxicación etílica, y por qué no, durante la
edad avanzada, con el Alzheimer.
Flanet (1977: 104-105, 115, 117, 190),
refiere que, entre los mixtecos, el
cuerpo muere, pero la sombra, especie de doble etéreo del cuerpo humano, vive
más allá de la muerte; en cierta medida, la sombra, materializa al difunto y si
se le presenta a algún familiar, se dirá que esa alma está en pena. La sombra
obtiene el reposo sólo si permanece en la sepultura. Es por esto que al noveno
día, un rezandero y los hermanos del difunto, acompañados por algunas personas
cercanas, van a “levantar la sombra”: se hace una cruz con flores de “itacuaan”
(flores de muerto o, literalmente, “flores amarillas”) y veladoras allí donde
el individuo perdió la vida; el hermano mayor quita las flores, después de
rociarlas con agua bendita y quemar copal, y las deposita en una caja; al alba,
las flores son llevadas a la tumba del difunto; en ese momento ya su sombra se
ha reunido con el cuerpo en la tumba. La sombra del individuo que ha matado o
robado no tiene reposo y vendrá a manifestarse entre los vivos. Cuando se dice
que algunos lugares son “pesados” o “sombrosos”, quiere decir, que allí
“espantan las sombras”.
Entre los mixes, en el lugar donde murió
la persona, mientras se reza el novenario, el voluntario que va cargar el
espíritu del muerto se acerca más, se hinca y va pronunciando estas palabras:
“Perdona, no vayas a hacerme daño, súbete a mi espalda que te llevaré a tu
casa, para que no andes llorando y asustando a las gentes”. El cargador del
espíritu siente el peso del muerto y sufre un escalofrío; enseguida se levanta
y camina atrás de los rezanderos hasta llegar a la casa, dentro de la cual
deben de apagar todas las luces y guardar silencio todas las personas para no
ahuyentar al espíritu, entrando el cargador empiezan un rezo y encienden las
luces. Al día siguiente, muy temprano, los rezanderos empiezan el rezo y al
término de éste las mujeres recogen las flores del altar y entre todos se
dirigen al cementerio a dejar las flores en la sepultura. Si no se efectúa este
rito el alma queda penando y con mucho sufrimiento, entonces, por medio del
sueño se comunica con algún pariente o amigo pidiéndole que le hagan su
ceremonia y levanten su espíritu. Ciclo de vida entre los mixes (1983: 65-66,
72).
Underhill (1975: 35) refiere que entre los
pápagos se pide al muerto que no vuelva a molestar a los vivos, y para evitarlo
procuran no volver a pronunciar su nombre, y se refieren a él usando
descripciones o eufemismos.
Según Chevalier y Gheerbrandt (1991: 956)
cuando se es un pecador –cuando un individuo ha vendido su alma al Diablo- el
cuerpo pierde su sombra, pues la luz que iluminaba al cuerpo se ha apagado. En
relación a este concepto Alfredo Rosas (2005: 16) opina sobre la sombra sin
cuerpo. Esto es, todavía hay luz en su estrella; pero es una luz negra que
anula el cuerpo para resaltar la sombra total, ya que el pecado –como acto
dirigido contra Dios- requiere la oscuridad.
Extraído de mi libro
"Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca".
Analogía de las cosmologías de las culturas mesoamericanas. El cual incluye un
diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones Culturales Exclusivas, Boca
del Río, Veracruz, México. 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario