TÚ
PINTAS MI MUNDO
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen Internet
Ayer, desperté y me
levanté de la cama con deseos de dibujar o pintar. Como no tenía soporte o
lonetas para ello, me dirigí a una tienda de dibujo. La empleada estaba
atendiendo a una guapa y joven mujer, no pude evitar impresionarme de la
belleza de esta dama. Acabó atrapándome al escucharle hablar con gran
conocimiento sobre los materiales que solicitaba. En lo que esperaba su cuenta
volteó hacia mí, y debió ver la cara de embobado en que me tenía ella. Sus ojos
brillaron como riéndose de mí, me saludó con una bella sonrisa y con un cálido
¡Hola!
¡Hola, buen día! Por lo
que veo, me imagino que eres toda una maestra en este arte.
Gracias, pero no es
así, el maestro era mi difunto esposo.
¡Disculpa, lo lamento!
No tengas cuidado. ¿Y a
ti, te encanta el dibujo?
A partir de este
instante, ya no sé si me encanta tanto el dibujo… cómo lo bello de tu sonrisa. Disculpa
si te incomodo.
Al contrario, muy
agradecida por tan fino halago que me haces.
Me llamo Francisco y mi
mejor regalo de este día es conocerte.
Gracias Francisco, yo
me llamo Erata.
¿Erata…de Eros? Con
razón, es por eso que al conocerte despertaste mis anhelos y mis ansías de
amor.
Francisco y tú me
atrajiste por tu cara de embobado y ahora… por tus lindas ocurrencias.
Bueno, la pregunta
obligada: ¿qué vas hacer saliendo de aquí?
¿No sé? debo regresar
aquí en un par de horas por parte de mi pedido.
Mira qué casualidad, se
me acaba de ocurrir lo mismo… para volverte a ver una vez más.
Mira Francisco, aquí
cerca hay un buen Café, podemos desayunar, tomar un rico café y platicar. Creo
que nos hará bien conocernos más. ¿Qué te parece?
¡Excelente idea!
¡Vamos!
De entrada, los dos
tomamos una taza de vivificante café doble carga. Rica combinación de
caracolillo.
Nos identificamos más
al comentarme, además de su gusto por la pintura, su gusto por la lectura universal. Y el placer que le
ocasionaba el visitar museos de antropología.
Pasados algunos momentos, ella, con un serio semblante y mirándome a los ojos, me confesó: Después de un par de
años de novios, Federico y yo nos casamos. Regresábamos de nuestra Luna de
Miel, cuando tuvimos ese aparatoso accidente automovilístico, él murió a causa
de un fuerte golpe en la cabeza.
Un par de lágrimas
rodaron por su bello rostro. Guardé silencio y respeto por tan infausto y
doloroso recuerdo.
Me conmovió ver su mirada triste y llorosa, y le dije: Erata, teniéndote junto
a mí, enfrente de mis ojos, me pregunto: ¿para qué busco en telas y colores la
belleza que descubro en ti, en tu alma, en tu cara?
El rubor que le
ocasionaron mis palabras aumentó la luz de su belleza.
Salimos, nos dirigimos por los pendientes a la
tienda de dibujo. Ya ahí, ella me invitó a conocer su casa. -¡Para qué conozcas
tu casa! Me dijo.
En el trayecto, a punto
de llegar a su casa, nos cayó un tremendo aguacero, que tuvimos que correr para
llegar a ella. Entramos como “pichos mojados” y al ver nuestras fachas nos
causó a ambos burlas y sonoras carcajadas.
Toma, me dijo dándome un
café humeante. Me voy a bañar, espérame aquí. No se te ocurra abandonarme OK.
Estaba sentado, leyendo
una revista, cuando la veo pegada enfrente de mí completamente desnuda, el agua
resbalaba por las curvas de todo su cuerpo formando un ardiente lago a sus
pies. ¡Muy pocas veces en la vida he visto cuerpos tan perfectos, tan voluptuosamente
bellos!
¡Sécame! y al querer
agarrar la toalla que traía en una de sus manos me dijo: con ella no, ¡sécame
con tus caricias, con tus besos, con tus manos!
Así sentado, como
estaba, la abracé por la pelvis, le acaricié con lujuria las grandes, redondas
y duras nalgas. Pegada mi cabeza a su vientre
lo llené de suspiros y besos. Y alzando la cara vi sus pezones erectos y
alcanzándolos con la punta de la lengua y con la boca, empecé a besarlos y
succionarlos. Los suspiros, gemidos, ayes y gritos in crescendo del placer
rompían el silencio que había dejado la lluvia.
Después de una mutua,
apasionada y completa entrega nuestros cuerpos seguían candentes crepitando como rescoldos o tizones…
Xalapa, Ver. México
17.11.18
maravillosamente hermoso relato, si fue cierto o no es maravilloso y si es producto de la imaginación reconozco la bella forma de escribir y si fue un hecho real amigo te felicito.
ResponderEliminarPequeño Salvaje.
Gracias hermano. Fue tan maravilloso, qué no sé si fue un sueño. Lo único que sé es que se me eriza la piel al recordarlo.
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