LA BRUJA Y EL ASOMAGADO
“EL
ASOMAGADO”
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
-¡Pancho, ya no aguanto
a Toñito!
Todos los días “mete la
pata”.
Lo mandé al mercado por
el chicharrón y se puso a jugar con sus amigos. Aparte de llegar tarde, le
robaron los chicharrones.
Ayer lo regañé muy
fuerte por mentiroso, imagínate se puso a decir delante de la gente que te vio
abrazando y besando a la comadre Chona. Qué coraje me dio, ¿De dónde saca tanta
imaginación, este chamaco?
Nada más falta que te
venga a decir, que me vio besando con el compadre Hilario, esposo de la comadre
Chona. ¡Qué barbaridad!
-¿Qué haremos con este
chamaco?
¡Trae al diablo por
dentro!
Claro, a un diablo tonto.
-Vieja, entiende… aún está chamaco.
¿Chamaco? pero si Memito no hacía esas tonteras cuando tenía su edad.
Entonces… ¿no sé qué
será lo que tenga Toñito?
Te repito, ya no
aguanto más sus mensadas. Mañana lo llevaré con la bruja que vive por “El
Cerrito”.
¡Ay vieja, no creo que
una bruja corrija lo que no han corregido tus chanclazos!
Pero, no te desanimo, llévalo con ella, nada se pierde con probar…
-¡Doña Hermelinda, doña
Hermelinda! ¿Se encuentra usted en casa?
-Sí doña Carmelita, ¿en
qué le puedo servir?
Aquí le traigo a mi
chamaco que dice y hace muchas tonterías, quiero que me lo cure.
A ver... ¿platíqueme que
hace…?
Después de un buen rato
de plática y de “chequeo”, le dice doña Hermelinda a doña Carmelita:
Señora, su hijo está
sano, no trae ningún diablo adentro.
¡Por favor, doña
Hermelinda! ¿Entonces que tiene?
Doña Carmelita, su hijo es
un niño inmaduro.
¿Y no tiene cura mi
hijo?
Creo que no doña Carmelita, porque además de inmaduro… es asomagado*.
¡Ay doña Hermelinda, me
deja más desconsolada!
¿No me puede ayudar en
algo?
Es un caso muy difícil.
Pero déjeme consultar a mis “maestras” para
ver qué puedo hacer. Y después de leer
sus cartas, y preparar una misteriosa pócima, le dice a la angustiada
madre:
Doña Carmelita, dele esta “vitamina”
a su hijo. Con ella dejara de envejecer a los 40 años. Así no se burlarán más
de él. Imagínese que llegue a viejo y… con esa forma de ser. “No se iba a
acabar el bullying” de la gente.
La pobre madre se
retiró triste y llorosa, pero con la remota esperanza de que un día el cielo le
bendiga al hijo con algo de su justicia divina.
En tanto… doña
Hermelinda en lo que guardaba a sus
“maestras” se puso a reflexionar:
Pobre criatura, está
igual de “asomagado” que don Hilario.
¿Será que estos
defectos se hereden de padrinos a ahijados…?
Xalapa, Ver. México.
06.11.18
me gusta, un cuento muy especial.
ResponderEliminarGracias, muy amable. Saludos cordiales.
EliminarQué buenos compadres, muy buenos, jajajajjaja. Ese anglicismo se me hace demasiado inusual en el dialecto de sus personajes.
ResponderEliminarCierto. Lo puse a propósito, como un toque más actualizado. Saludos amigo Nicolas Ching Ferreyra.
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