SANGRIENTA DESPEDIDA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen Internet
Llorosa, muda, extraviada la
voz, solamente su mirada quería decirme mucho, y cerró los ojos para callarla.
Más sin embargo, al darme la mano para despedirse de mí, de mi vida, sentí en
ella todo el torrente de sangre que emanaba de la herida... que yo mismo le
provoqué.
Sólo entonces
comprendí: qué el único que no había abierto los ojos, ni el corazón... había
sido yo.
Xalapa, Ver. México.
11/03/18
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