ADIVINO DE UXMAL
Fray Estanislao Carrillo, cura de Ticul, escribió tal
vez la mejor tradición en torno al Adivino de Uxmal, que reprodujo con toda
seriedad Eligio Ancona en su Historia de Yucatán. A cinco leguas de Uxmal, en
la primorosa Kabah, vivía una vieja, considerada hechicera, pero carente de
hijos para su vejez. Un día topó con el huevo de una guajolota, lo envolvió en
una tela, y lo puso a empollar, de donde nació una criatura que al año,
hablaba, caminaba, pero dejó de crecer. Era observador y descubrió que su
abuela no abandonaba el fogón; quiso averiguar el misterio, más la bruja sólo
salía para traer agua. Hizo un agujero al fondo del cántaro, y mientras la
hechicera fue por el agua, el enano quitó el tenamaxtle, leña, brasas, ceniza,
y cavó con la mano hasta topar con un tunkul de plata, el tambor misterioso,
una sonaja, llamada zoot por los mayas. Con sólo haber puesto las manos en los
instrumentos, el sonido llegó a las poblaciones de la comarca.
La vieja
escuchó el sonido y corrió a su choza. El enano había puesto, rápidamente, los
instrumentos en su lugar, avivando la lumbre. Fue reprendido severamente aún
cuando el muchacho aseguraba que tal sonido era el canto del guajolote. Quedó temerosa
la hechicera, sabiendo la conseja según la cual, cuando el tunkul de plata
sonara, el rey Uxmal sería destronado por el músico. Así, cuando el rey de
Uxmal escuchó el sonido, tembló espantado. Los hombres de su corte lo instaron
a luchar contra el destino. Despachó emisarios, y en Kabah identificaron al
enano como el autor del presagio. Llevado a presencia del rey, no se intimidó
con la reprimenda, volviendo a culpar al guajolote. Por extraño designio, el
rey no decretó la muerte del enano, lo desafió a una prueba singular: tanto el
enano como el rey debían resistir que con una piedra, les partieran en la
cabeza cuatro canastos de coyoles. Al llegar el momento de la prueba, el rey
ordenó principiar con el enano, que soporto serenamente los golpes. A su turno,
el rey murió al tercer golpe, y el enano fue coronado rey de Uxmal, cuyo primer
acto fue mandar por la hechicera que le había colocado en la cabeza un pedernal
para soportar la prueba; mandó construir una casa para ella, y para él, ese
monumento conocido por casa del Adivino. Melgarejo Vivanco (1975: 159-160).
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