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miércoles, 13 de octubre de 2021

EL RITUAL DE VENUS Antonio Fco. Rguez. A.

 

EL RITUAL DE VENUS

Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

 
Imagen Internet

     

     Tardeaba ese día de abril, yo me encontraba caminando sobre la playa del mar, disfrutando de la placidez de la fina arena bajo mis pies descalzos, y de la suave  brisa que refrescaba todo mí ser.

  

     Mis pensamientos se relajaban en el hedonismo de ese instante.

  

     Volteé la cara al firmamento y vi aparecer el brillo resplandeciente en el cielo crepuscular. Siempre me entusiasma ver la Estrella de Venus.

  

     Minutos después, un breve resplandor me sacó de mi ensimismamiento. Era Venus, que como estrella fugaz se precipitó al océano y vino a emerger cerca de donde yo estaba. De momento, pensé que era un cisne pero al disminuir el brillo vi a la diosa, que al sentirse observada arrancó unas yerbas y encorvando el cuerpo bajó la mano izquierda para cubrir su desnudez.

  

     De pronto, surgió de la nada una túnica tan transparente, como tejida por el mismo viento, que arropó todo sus cuerpo como una segunda piel.  Apreciándose sus torneados hombros, brazos, senos, vientre, muslos y piernas como una voluptuosa tentación.

  

     Parecía surgida del más hermoso sueño, ella era bella y elegante de cuerpo entero.  Su rostro, sus ojos azules, sus largas y arqueadas cejas, sus labios de rosa intensamente rojos, sus rubios cabellos que se desparramaban sobre sus hombros y realzaban su espigado cuello, el color rosado de su tez y la blancura de su piel.  


     Su andar, su contoneo sensual, y el aroma de sus cabellos encantaban peligrosamente, encendiendo el deseo de la pasión.

  

     Semejante a un ritual, ella alzó los brazos al cielo, y musitó poéticamente una melodiosa oración. Inmediatamente, se metió al mar chapoteando las olas, hasta formar una espuma sobre la cual nadó un largo tiempo. Para de nuevo retornar a la playa y haciendo girar su cuerpo se convirtió en algo semejante  a una blanca paloma. Tan brillante como el cristal que refleja la luz dorada y plateada de las estrellas y la luna. Antes de irse, pasó volando sobre mí y me impregnó del néctar de su cuerpo, que es el mejor amuleto que pueda recibir alguien para poder enamorar a la persona amada.

  

     Me quedó muy claro, que todas las estrellas son dioses o soles de otros mundos.  Muy, pero muy remotos al mundo en que vivimos.

 

 

 

Xalapa, Ver. México. 13.10.2021




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