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martes, 17 de junio de 2014

JOSEFA MURILLO. Margarita Olivo Lara.

JOSEFA MURILLO
“La Alondra del  Papaloapan”
MARGARITA OLIVO LARA

POETISA. Nació la inspirada y sentimental poetisa, señorita Josefa Murillo, en Tlacotalpan, Ver. , el 20 de febrero de 1860, en la casa número 16 denominada antiguamente del Reloj.
     Fueron sus padres el doctor don Mariano Murillo y la señora doña Manuela Carlín, ambos personas muy honorables y caracterizadas por sus virtudes.
     Comenzó sus estudios de primeras letras en la casa de sus tías las señoritas Toral, donde se educaban otros niños y niñas de la localidad. Como fue desde pequeña muy enfermiza, poco estudió allí, limitándose a repasar la cartilla que entonces se usaba y a aprender a coser. Fue la única escuela que tuvo.
     Más tarde continúo sus estudios en su casa bajo la dirección de su padre, el filántropo doctor que ya antes mencionamos. Este señor también se formó solo. Además de ayudar a su hija en sus estudios, puso en sus manos varios libros, y así fue como la pequeña Josefa siguió ampliando sus conocimientos.
     Fue de un gran talento, tenía una inteligencia privilegiada; pues no obstante carecer de escuela, porque no frecuentó ni universidades, ni siquiera planteles de menor importancia llegó su labor a ser aplaudida y admirada.
     Era tanto su amor por el estudio, que cuentan de ella lo siguiente: ocupaba la Presidencia de la República el licenciado don Benito Juárez y sabiendo la niña Josefa, porque lo había oído contar, que don Benito favorecía a cuantos deseaban estudiar, ella tuvo esta idea que comunicó a su hermana: escaparse de su casa, tomar pasaje en un barco que hacía la travesía entre Tlacotalpan y Veracruz, para de allí trasladarse a la capital de la República y solicitar al excelso Presidente su ayuda para seguir estudiando.
     Llegó a poseer un gran caudal de instrucción que ella misma se proporcionó, leyendo, estudiando, observando la naturaleza; cosa bastante rara y digna de encomio tratándose de una mujer que vive alejada, donde no hay muchos estímulos para el trabajo.
     Su conversación era agradable y amena, a la vez que instructiva; revelaba a la mujer culta y virtuosa. Se podía pasar varias horas conversando con ella sin fastidiarse.
     Ya dijimos que sufrió muchas enfermedades desde pequeña; pero ese cuerpo endeble y delicado encerraba un espíritu superior, un alma soñadora, un talento nada común.
     A la edad de quince años compuso sus primeros versos; se los inspiró la muerte de una amiguita suya, a la que quería mucho. La pena despertó su corazón; de un gran dolor surgió la primera estrofa y la mujer se convirtió en poetisa.
     Después siguió haciendo versos; pero en todos ellos se nota una gran pena; ¿qué habría en su corazón angustiado? Una decepción, algún amor desgraciado que sufrió en su juventud, hizo que en todas sus composiciones apareciera ese sentimentalismo que se observa en ellas. Desde entonces, el dolor fue su musa; pero no empleó en sus versos ese lloriqueo plañidero y empalagoso de algunos poetas, sino solo la manifestación sencilla de sus tristezas y dolor resignado.
     La cantó al río, al ave, al viento, a la naturaleza toda. Tiene varias composiciones, entre ellas: “A una estrella”, “¿Para qué?”,  “Tu imagen blanca”, “La ola”, “Quiero ver”, “contraste”, “Ecos”, “Siempre sufriendo”, “Fugaces” y muchas otras. Todas sus producciones las firmó con el seudónimo de Xóchitl. No fueron muy conocidas todas sus poesías porque no era afecta a darlas a la publicidad.
     Amaba la poesía como un don divino; la inspiró aquella exuberante y bella naturaleza del Papaloapan. Poseía la exquisita sensibilidad del poeta, ese don de poder expresar las emociones sentidas en lenguaje bello y armonioso.
     El  éxito de sus versos consiste en la sencillez y espontaneidad, en la ausencia de rebuscamiento o artificio. Su lenguaje siempre es claro y sencillo, a la vez que florido y elegante.
     También produjo algunos versos jocosos y satíricos cuando se encontraba en ratos alegres, aunque fueron pocos, tales como: ”Don Pegote”, “Desahucio”, “Letrilla chaquistera” y otros.
     Causa admiración también la fidelidad con que pinta y describe cuadros de la naturaleza, hermosos paisajes de su tierra natal, a la que tanto quiso. En esta poesía descriptiva es una verdadera artista, como ejemplo de esta clase de composiciones dejó “Vagando en el terruño” y otras.
     A la espiritual y dulce poetisa Josefa Murillo, por sus inspiradas poesías le llamaban La Musa de la Perla del Papaloapan. Era muy bondadosa, sencilla y modesta, no obstante su gran valer; recibía con la misma amabilidad al pobre y al rico. Joven virtuosa, hija excelente, encerrada siempre en el hogar paterno; hermana cariñosa, amiga fiel y poetisa inspirada, eso fue Josefa Murillo.
     Después de larga y penosa enfermedad, falleció el 1º. De septiembre de 1898 a la 1:00 A. M., en su ciudad natal.
     El fallecimiento de la virtuosa poetisa fue muy sentido por toda la sociedad tlacotalpeña y por las letras patrias, que perdían a una eminente artista.
     Los funerales fueron espléndidos y las muchas manifestaciones de condolencia que le hicieron demostraron la gran admiración y cariño que sentían por su musa predilecta, la cantora del Papaloapan. Fue sepultada bajo la sombra de un bello arbusto de cempasúchil, al que ella cantó.
     Como homenaje y ofrenda a la distinguida poetisa, bajo la dirección del talentoso literato veracruzano, también tlacotalpeño, don Cayetano Rodríguez Beltrán, se formó un libro conteniendo la colección de composiciones poéticas y en prosa que con motivo de la muerte de tan distinguida artista le dedicaron la prensa, muchos amigos, literatos y escritores de renombre. Figuran composiciones de  don Justo Sierra, Amado Nervo, Juan de Dios Peza, Rafael Delgado, Enrique González  Llorca, Peón del valle y otros más. También contiene algunas de las producciones de la poetisa.
     El 1º. De septiembre de 1913, precisamente a los quince años de su fallecimiento, un grupo de intelectuales, admiradores de la poetisa y justos apreciadores de su obra, organizaron unas ceremonias para llevar a cabo la Glorificación de Josefa Murillo. Los actos que se efectuaron fueron los siguientes: descubrimiento de una loza conmemorativa en la casa donde nació la célebre poetisa, plantación de un virzúchil junto a su tumba y una velada en el Teatro Netzahualcóyotl. En todos los actos se dirigieron sentidas y bellas composiciones, cantando los méritos y ensalzando las virtudes de la excelsa poetisa, que fue todo sentimiento, amor y virtud.


     Tomado del libro: Biografías de veracruzanos distinguidos. Margarita Olivo Lara. Tomo 11, M-Z. Primera edición 1998. IVEC.




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