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lunes, 23 de septiembre de 2013

A VECES ME DAN MIEDO LAS PALABRAS. Daphne de Luzuriaga.

A VECES ME DAN MIEDO LAS PALABRAS
 Daphne de Luzuriaga


Estoy ¡tan acostumbrada a las palabras!... Me gusta jugar con ellas, distribuirlas, estructurarlas, digerirlas y hacerlas mías... ¡Amo las palabras!... Sin embargo, a veces me dan miedo...

Un alud de palabras en la prensa, que traen malas noticias, en la radio, en la tele, en libros y revistas, en reuniones sociales, en mítines, discusiones, parlamentos... ¡Palabras rencorosas, mentirosas, obscenas demagógicas, hirientes, que queman como espadas candentes!... ¡Palabras, palabras y más palabras!...
En la vida actual, no sólo hemos contaminado el agua, el aire y el suelo, también lo hemos hecho con la palabra.

Hemos depravado y degenerado el contacto más íntimo entre persona y persona: el contacto espiritual de la palabra.

Nuestro vacío interior ha vaciado también a la palabra... Se han llenado de hongo por la codicia, la mentira, la malicia y el odio, que han atacado a la palabra y es por ello que la humanidad entera ya no puede entenderse... Ni aún en el seno familiar nos entendemos... Sólo existe la confusión llena de tinieblas... Entonces, se genera la violencia.

Se habla de la devaluación del peso frente al dólar... Pero nadie se percata que la devaluación de la palabra, ha devaluado el contacto humano.

Debemos aquilatar la palabra en todo lo que vale.
¡La palabra es algo fantástico!... Se nos ha dado solamente a los humanos, como un don divino. Se nos ha dado para encontrarnos y comunicarnos... ¡para crear unión!...
La palabra se nos dio para que confiaran en nosotros. Y sólo es confiable la palabra de quien la une a los hechos.
El uso de la palabra debe ser todo un acontecimiento.
La palabra es más de lo que dices y escribes.
¡LA PALABRA ES LO QUE ERES!...



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