¿TINNITUS?
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Después de la lluvia
hubo un hermoso silencio, roto de cuando en cuando por algunas gotas que se
resbalaban del techo de la casa al jardín, golpeando y rompiéndose en los pequeños
encharcamientos pluviales. Momentos más tarde se oyó un concierto de grillos
cuyas notas no tenían fin, eran interminables, el chirrido in crescendo era tenaz,
persistente, y ya no lo diferenciaba de mi tintineo o tinnitus provocado por mi
hipertensión arterial. Pregunté a mi mujer si ella escuchaba el chirrido del
jardín, me contestó que sí, y eso me tranquilizó, al comprender que no era
provocado por mi presión elevada. Traté de no darle importancia al molesto
ruido que me impedía concentrarme en lo que estaba escribiendo, no pude, me
tuve que parar y subir el volumen a la música que diariamente escucho,
prepararme un café caliente y pensar en relajarme. Llegaron a mi mente
recuerdos de épocas remotas en las que pasé condiciones iguales a esta, y que
algunas veces fue tan pertinaz el golpeteo sobre mi cerebro, que incluso me
quitaban hasta el sueño. Volví nuevamente al presente, y sentí una sensación
dolorosa y taladrante, me paré nuevamente pero esta vez fue para buscar algún
medicamento analgésico, a sabiendas que si no me calmaba el dolor terebrante de
la cabeza, tendría que salirme de la casa, subir al auto y alejarme de ese
epicentro de ruido intolerable.
Imagen de Internet
Estaba seguro que a mi regreso no iba a
poder continuar mi escritura y que tendría una noche disomne.
¡Ni mi enfermedad causaba tanto daño a mi rutina, como ese
insoportable y molesto chirrido de grillos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario