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sábado, 29 de agosto de 2015

TINNITUS Antonio Fco. Rguez. A.

¿TINNITUS?
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Imagen de Internet


     Después de la lluvia hubo un hermoso silencio, roto de cuando en cuando por algunas gotas que se resbalaban del techo de la casa al jardín, golpeando y rompiéndose en los pequeños encharcamientos pluviales. Momentos más tarde se oyó un concierto de grillos cuyas notas no tenían fin, eran interminables, el chirrido in crescendo era tenaz, persistente, y ya no lo diferenciaba de mi tintineo o tinnitus provocado por mi hipertensión arterial. Pregunté a mi mujer si ella escuchaba el chirrido del jardín, me contestó que sí, y eso me tranquilizó, al comprender que no era provocado por mi presión elevada. Traté de no darle importancia al molesto ruido que me impedía concentrarme en lo que estaba escribiendo, no pude, me tuve que parar y subir el volumen a la música que diariamente escucho, prepararme un café caliente y pensar en relajarme. Llegaron a mi mente recuerdos de épocas remotas en las que pasé condiciones iguales a esta, y que algunas veces fue tan pertinaz el golpeteo sobre mi cerebro, que incluso me quitaban hasta el sueño. Volví nuevamente al presente, y sentí una sensación dolorosa y taladrante, me paré nuevamente pero esta vez fue para buscar algún medicamento analgésico, a sabiendas que si no me calmaba el dolor terebrante de la cabeza, tendría que salirme de la casa, subir al auto y alejarme de ese epicentro de ruido intolerable.


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     Estaba seguro que a mi regreso no iba a poder continuar mi escritura y que tendría  una noche  disomne.


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     ¡Ni mi enfermedad  causaba tanto daño a mi rutina, como ese insoportable y molesto chirrido de grillos!



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