¡EL
AMOR QUE ODIA!
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Toda mi vida de estudiante fui muy
amiguero y respetuoso, aunque siempre me
tocaba medalla roja en conducta, pero por travieso, ¿quién no es travieso en su
infancia?, ¡Ah pero en aplicación era
otra cosa! Me encantaba la historia, la geografía y las ciencias naturales, desde
ahí empecé a investigar en libros ajenos a la SEP, siempre buscando mayor
información sobre estas materias. Mis ratos libres eran para escribir poemas,
dibujar, jugar basquetbol, o irme con
mis amigos a nadar al lago.
El bachillerato en la ESBIO (Escuela Secundaria
y de Bachilleres Isaac Ochoterena) en San Andrés Tuxtla, le eché más ganas al
estudio, ganándome el aprecio de mis maestros.
Tuve que hacer mi PROPEDEÚTICO en la ESBAO
(Escuela Secundaria y de Bachilleres de Artes y Oficios) en Córdoba, Veracruz. En
donde seguí, por convicción y responsabilidad, obteniendo buenas
calificaciones. Recuerdo que después de cada clase salía a fumar algún
cigarrillo y frecuentemente era alcanzado por Emilio Zilli de Bernardi, quien
amablemente me pedía que apagara el cigarro: -¡Deja de estar fumando, te vas a enfermar! Yo no se lo tomaba a
mal, todo lo contrario, entonces opté por fumar en donde él no me viera, y de
paso lo apodé “El apagafuegos”. Siempre hubo un gran afecto y respeto entre
ambos. Bueno, el apodo se lo puse respetuosamente. Aunque debo aclarar que él
me decía “Miguel Ángel Buonarroti”
por ser yo quien siempre apoyaba algunas clases de los maestros dibujando en el pizarrón, y era sobre todo el dibujante oficial del maestro Bustos en su clase de Morfología.
El maestro de inglés Sordo Salas, de
entrada, siempre nos daba algún artículo para traducir, yo pedía ser el primero
en hacerlo. Desde ahí empecé a notar
cierta animadversión de parte de una de mis compañeras de clases. Alguna vez
externo que ella había estudiado inglés, y yo me preguntaba:
¡Entonces
por qué no pide también traducir, al igual que yo!
¡Pero bueno, como realmente no le daba
importancia, me tenía sin cuidado!
Un año después, ya en la Facultad de
Medicina “Miguel Alemán Valdés”, en
el puerto de Veracruz, me la volví a encontrar, afortunadamente estábamos en
diferentes salones, y los cinco años de la carrera no tuvimos ninguna
desavenencia.
¡No
lo podía creer, cuando el primer día del internado médico en el HGZ8 del IMSS,
la volví a encontrar! Sonreí, después de todo ella no me caía mal, sólo me
era indiferente.
Además, siempre me encontraba demasiado
ocupado en mi servicio y mis guardias, por lo que mis prioridades y preocupaciones
eran de índole médica.
Estaba a punto de disfrutar mi segundo y
último periodo vacacional, por lo que me tocaba estar solamente dos semanas de
servicio con un médico que tenía la costumbre de preguntarles a los internos ¿de dónde eres? y a cada respuesta
contestaba: -¡Los hombres de esa región
transpiran mucha sexualidad! Todo lo que teníamos que hacer es sentarnos a
prudente distancia de él jajajaja. Una de esas mañanas me mandó a llamar el Dr.
Mauro Nieves Navarro, pedí permiso a mi médico tutelar y subí a la Jefatura de
Enseñanza. El Dr. Nieves con semblante entre serio y preocupado me dijo: ¡Doctor, existe una queja sobre usted de
maltrato a una paciente! Para mí fue algo completamente sorpresivo e inesperado
escuchar tal aseveración. Traté de tranquilizarme, respiré profundo y le
pregunté: ¡Dr. Créame que no alcanzo a
comprender lo que está pasando, explíqueme por favor! Creo que al notar mi nerviosismo,
fue que se mostró más condescendiente conmigo, y me dijo: ¡Dr. me comentó la doctora perengana que usted le retiró este domingo a
una puérpera una sonda vesical sin sacarle el líquido! Fue entonces que me
regresó el alma al cuerpo y sonriéndole le dije: ¡Dr. créame que es una calumnia, en primer lugar este domingo no estuve
en el hospital, y en segundo lugar mis guardias las estoy haciendo en Quirófano
y no en Toco-quirúrgicas! Y continúe: ¡Dr.
me apena mucho que hayan querido engañarlo! Intercambiamos una mirada de
comprensión, y le pidió a su secretaria Juanita mi rol de servicio y guardias.
Después de leerlo se disculpó conmigo, y me preguntó: ¿Dr. qué motivo tendrá la doctora perengano para difamarlo? Le
expliqué brevemente la animadversión de la Dra. para conmigo. Se quedó muy
pensativo, puso cara de molesto y del mismo modo espetó: ¡Esto es algo impermisible, tendré que hablar seriamente con esta “doctorcita”!
Creí prudente levantarme de la silla y despedirme cuando él adelantándose se
dirigió a mí y me dio un fuerte apretón de manos y un fuerte abrazo y se
disculpó nuevamente conmigo.
Antes de regresar a mi servicio, me escapé al café que está enfrente de la calle, creo se llama “Home Run” pedí un americano doble carga, encendí un cigarro y gozando de mis dos vicios me quedé meditabundo, tratando de no pensar en nada. Regresé al servicio, me preguntó el médico que había sucedido, le comenté todo brevemente. Al final de mi relato, él se quedó viéndome con una mirada lujurioidea y me dijo: ¡Ay amigote, que no te has dado cuenta que ella está enamorada de ti, y que hace todo esto por despecho por no hacerle caso! Me le quedé viendo muy espantado. ¿Será que él olió la sensualidad que transpiramos los tuxtlecos? Jajajaja
Antes de regresar a mi servicio, me escapé al café que está enfrente de la calle, creo se llama “Home Run” pedí un americano doble carga, encendí un cigarro y gozando de mis dos vicios me quedé meditabundo, tratando de no pensar en nada. Regresé al servicio, me preguntó el médico que había sucedido, le comenté todo brevemente. Al final de mi relato, él se quedó viéndome con una mirada lujurioidea y me dijo: ¡Ay amigote, que no te has dado cuenta que ella está enamorada de ti, y que hace todo esto por despecho por no hacerle caso! Me le quedé viendo muy espantado. ¿Será que él olió la sensualidad que transpiramos los tuxtlecos? Jajajaja
Sí, después de los sustos tanto de la “doctorcita” como de mi médico tutelar no
me quedó más que reír todo el resto del día.
Aunque aún me queda una gran duda:
¿Será que cuando me muera en el cementerio donde me toque... volveré a encontrarla?
¿Será que cuando me muera en el cementerio donde me toque... volveré a encontrarla?
¡Shitttt, tengo que decirles algo, aparece en la foto del Internado!
P.D. Ahora, después de tantos
años recapitulo: no recuerdo haber intercambiado miradas cordiales ni mucho menos
ofensivas con ella, y estoy casi seguro, que nunca cruce palabra alguna con
ella, ni siquiera para reclamarle, y sinceramente no le guardo ningún rencor.
Pienso que el daño que quiso hacerme, fue una proyección hacia ella
misma. Espero que goce de buena salud y que sea feliz.
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