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sábado, 1 de febrero de 2014

¿VIEJA YO? Daphne de Luzuriaga

¿VIEJA YO?
 Daphne de Luzuriaga

¿VIEJA YO?


¿Sabes una cosa?... Un día, quizá de pronto,
Te asalte la impresión de que estás viejo.
Que los años felices se fugaron,
Que las horas de ensueño se esfumaron
Sobre un suelo, que ya no es tan parejo…
Que las flores perdieron sus colores,
mientras mueren las risas, los ideales,
al leer cada día los funerales
con tristeza, recuerdos y temores...
Si ese sentir, quizá te asalta,
como cruel asesino,
no lo tomes ingenuo de la mano,
ni lo dejes andar por tu camino…


¡Yergue el pecho, cual regio soberano!...
¡No claudiques!... ¡Enfréntate al destino!...
¡Transforma en entusiasmo tu desgano!...
Después de todo, la edad, es un estado de la mente,
más que el diario existir del organismo.
La edad, es un pensar, progresista o… decadente,
Y un confiar – dudar en uno mismo.
Si a pesar de la edad, sigues luchando
Y persigues con fuerza tus ideales,
¡eres joven!, ¡lo sigues demostrando!...
Más si acaso en tus años otoñales
en lugar de luchar te vas quejando,
procura vigilar estas señales.


Si no tienes ya sueños ni ilusiones…
Si en vez de dar amor, lo has escondido…
Si olvidaste tu risa y tus canciones,
Puedes jurar… ¡Que ya has envejecido!
Yo, por mi parte, tengo esperanzas de seguir viviendo,
Mientras caiga la nieve en el invierno,
Y el trigo al hombre siga proveyendo
Su espiga de oro con el grano tierno…
tengo esperanza de seguir viviendo.


Tengo esperanza de seguir viviendo,
Mientras luzca la tierra sus colores,
que el Sol en primavera va extendiendo,
y en verano gozar pueda los calores…
Si los árboles me siguen concediendo
su sombra majestuosa, y sus favores,
tengo esperanzas de seguir viviendo…


Tengo esperanza de seguir viviendo
mientras vivan aquellos a los que ame,
aunque sienta el otoño desprendiendo
las hojas del follaje en forma infame…
Pues debo confesar: Sería una gran mentira
el que dijera que no le tengo miedo yo a la muerte,
y auténtica verdad que yo quisiera
total eternidad con buena suerte…


Pero, ¡claro!... Entiendo que al haber nacido,
La cita con la muerte… es inminente…
Mas yo seré impuntual, y he decidido
que al llegar ella, ¡no estaré presente!...
Pero, ¡cuidado!... Si el amor descuido,
si mi risa se torna amargamente
rencor, envidia, ingratitud y olvido…
Si mi canto se apaga indiferente,
y mi verbo se queda enmudecido
la cita habré cumplido… ¡previamente!


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