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viernes, 25 de abril de 2014

HOSPITALISMO O DEPRESIÓN ANACLÍTICA

DEPRESIÓN ANACLÍTICA U HOSPITALISMO


Depresión anaclítica (apoyarse en) o Síndrome de hospitalismo es un término creado por el psicoanalista René Spitz, discípulo de Freud,  en 1945 tras estudiar el desarrollo psicoafectivo de 100 pequeños que vivían en un orfanato cercano a Nueva York, durante la ll Guerra Mundial, para designar un síndrome depresivo sobrevenido durante los 18 primeros meses de la vida, por la permanencia prolongada en una institución hospitalaria, en donde los cuidados les son administrados en forma anónima,   impersonal o con total desdén, sin que pueda establecerse un lazo afectivo, y en donde se encuentra completamente privado de su madre. Alejamiento brutal y más o menos prolongado de la madre tras haber tenido el niño una relación normal con ella. Este síndrome fue comparado con niños criado en orfelinatos, y en guarderías con presencia parcial de su madre.

     Este efecto depresivo que producen las separaciones bruscas y prolongadas de los niños y sus madres o la falta de amor, dado que el síndrome se observa también en niños criados en sus propios hogares por madres depresivas, por aquéllas que no deseaban tener un hijo, o por madres  incapaces para arrullar, besar y hablar a sus hijos. Spitz observó una secuencia en el desarrollo de la depresión profunda: El primer mes: el niño abandonado llora, hace pucheros y busca el contacto con la gente. El segundo mes: el lloriqueo continuo se torna en lamentos y gemidos. Hay pérdida de peso y se detiene el desarrollo. El tercer mes: el niño rechaza el contacto humano, se recuesta sobre su costado casi todo el tiempo, sufre insomnio, continúa la pérdida de peso y hay tendencia a contraer enfermedades infecciosas, retardo motriz generalizado y rigidez facial. Hasta este punto es muy fácil salvar al niño afectado si vuelve a ver a su madre.

     Es en este sentido que la depresión anaclítica es producto de una privación afectiva parcial en el niño, pero si esta privación sobrepasa las dieciocho semanas el niño probablemente pasaría al estado de hospitalismo.  


Cuadro clínico

     El cuadro clínico que presenta por esta carencia afectiva parcial infantil es el siguiente: pérdida de la expresión mímica (de la sonrisa) mutismo, anorexia, insomnio, pérdida de peso y retardo   psicomotor global, de la adaptación al medio ambiente, del lenguaje, disminución de la resistencia a las enfermedades; en los casos más graves, marasmo y muerte. Sin embargo, la depresión anaclítica es reversible: si la ausencia de la madre no es muy prolongada, al restablecerse el vínculo, la depresión cesa muy rápidamente.

     En la literatura psicoanalítica inglesa y norteamericana "anaclisis", voz de la que deriva el adjetivo "anaclítico", es el equivalente de "apuntalamiento" o apoyo.


     Ya existía documentación histórica en relación a este fenómeno: se dice que un Faraón intrigado había intentado que los infantes fueran criados separados de sus madres, y que los bebes habían fallecido.

     Documentación más concreta es la procedente del experimento ordenado por Federico 11 de Prusia; éste, imbuido de la tradición militarista que caracterizaba a su linaje, pretendió formar perfectos soldados y para esto opinó que no debían tener ningún afeminamiento o sentimiento de compasión; para prevenir tal afeminamiento creyó que la solución era criar a los niños, desde el parto, sin ningún estímulo afectivo benigno.
Es así que Federico II hizo construir una maternidad cuyo edificio parecía perfecto en cuanto a la higiene material. En tal edificio un grupo de bebes fue dado a cuidar a un conjunto de enfermeros y enfermeras que tenían la obligación de alimentar, asear, etc., perfectamente, pero la orden absoluta era que nadie diera la más mínima muestra de cariño (ni siquiera con el tono de voz) a las criaturas. El resultado de tal experimento es que todos los bebés fallecieron en pocas semanas. La explicación dada entonces para el deceso masivo fue la existencia de una epidemia pese a la absoluta asepsia del lugar.
Más de un siglo después Spitz descubrió el motivo real, que como ya se ha dicho era la ausencia de estimulación benigna para los niños pequeños.

     Los bebés eran internados por diferentes motivos pero de manera inexplicable morían sin transcurrir ninguna evolución. Primero se mostraban animados y graciosos, luego entraban en un período más tranquilo y se convertían en muy demandantes de atención, y por ultimo entraban en un tercer período donde se volvían pasivos y taciturnos, para entrar en un período donde se negaban a comer y muchos morían.

     Los hospitales donde sucedían estos casos poseían toda la tecnología necesaria, personal era altamente capacitado y no faltaba alimento, ni la medicación de última generación,  sin embargo estos bebés se negaban a vivir, demandando algo que les faltaba a tan elevado bienestar social. Fue René Spitz quien descubrió que lo que falta era la madre. Pero no sólo la madre física, sino el ámbito familiar, el afecto, el cariño de todos los miembros de la familia hacia el pequeño.

     Rene Spitz describe este síndrome como: 

     "El deterioro progresivo que aparece en los niños/as hospitalizados desde los primeros días de su vida y que no puede atribuirse ni a infecciones ni a deficiencias higiénicas, sino a la propia reclusión en el centro hospitalario". 

     Luna y colaboradores lo han definido como: 

     " La serie de trastornos que sufre el niño/a internado como consecuencia de la carencia más o menos larga del clima familiar, que incluye la separación de la madre, la introducción en un ambiente extraño y la carencia de las relaciones afectivas propias del individuo" 

     Hay que tener en cuenta que por lo general el personal sanitario no suele jugar con ellos/as, y dialoga casi exclusivamente sobre los cambios en su enfermedad. Las caricias, el contacto físico, en definitiva todos los signos y símbolos del lenguaje no verbal están deficientemente presentes.

     En los países desarrollados rara vez observamos casos severos debidos fundamentalmente a la labor de pedagogos, maestros, educadores y psicólogos, no es menos cierto, que pueden producirse, y que es mejor conocer los problemas posibles anticipándose a ellos.

     Pero… ¿Qué piensan los niños/as de los Hospitales? En una pequeña encuesta que se  llevó a cabo en un Hospital, los pequeños ingresados/as manifestaron que no les gusta el mobiliario porque es feo, tampoco los cuartos de baño, ni los pijamas porque son todos iguales y normalmente no son de su talla, que huele raro, acostarse pronto, la comida tampoco es de su agrado, que les pinchen etc. 

     Lo que es un hecho evidente es que la hospitalización de un niño/a sólo debe realizarse cuando sea estrictamente necesaria, ya que es una experiencia estresante con consecuencias sociales y psicológicas tanto para el niño/a como para sus padres, pudiendo incluso, llegar a ser más debilitante que la enfermedad misma.

ANACLISIS (anaclítico), del gr. anaklínein, inclinarse hacia atras. Decúbito, especialmente el supino. En psiquiatría, dependencia emocional, inclinación hacia el ser de quien se depende o que domina, en particular la primera relación objetal que establece el niño, caracterizado por la completa dependencia de éste respecto de su madre.



DICCIONARIO DE PSICOANALISIS. Jean Laplanche, Jean Bertrand Pontalis, bajo la dirección de Daniel Lagache. Editorial Labor. Segunda edición 1968. España.
DICCIONARIO DE PSIQUIATRÍA CLÍNICA Y TERAPÉUTICA. Dr. Antoine Porot. Editorial Labor. Primera edición 1962. España.
DICCIONARIO TERMINOLÓGICO DE CIENCIAS MÉDICAS. 13 Edición. Editorial Masson, S. A. 1999. Barcelona, España.
WIKIPEDIA, Internet.


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