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lunes, 7 de abril de 2014

EL INFLEXIBLE DESTINO. Daphne de Luzuriaga.

¡EL INFLEXIBLE DESTINO!
 DAPHNE DE LUZURIAGA


DIANA se sintió impotente. Su esposo estaba grave: Una complicación hepática, cardiaca y renal lo tenía en jaque.
Lo más doloroso para Diana, fue notar que Camilo, su esposo empezaba a perder la razón y decir incoherencias… Dormía mucho, muchísimo y todo lo olvidaba…
-Camilo, -le dijo un día- fíjate que me encontré con Sara Matilde Jervis…
-¡Ah, sí!... -respondió Camilo- se murió hace dos años.
Esa fue la gota de agua que hizo que Diana se decidiera.
Ya el médico le había dicho que en Villahermosa el ISSSTE tenía magníficos especialistas, además que de ahí sería canalizado a la ciudad de México.
Pero Camilo no quería. Se negaba a salir de casa.
-Si vamos para allá, ahí moriremos los dos.
Diana no hizo caso y llevó a Camilo, según ella a su recuperación…
Camilo murió tres días después.
Pasaron muchos años. Diana, viuda y sola visitaba con frecuencia a sus hijos. Una de ellas vivía en la ciudad de Villahermosa, y hasta allá fue a verla y estar con ella “el fin de semana”.
Desde su llegada, empezó a llover copiosamente. Tanto que aunado a otros fenómenos como la Luna llena que activó la marea del mar, los ríos Grijalva y Carrizales en hora y media se desbocaron hasta elevar el nivel de su agua a más de seis metros de lo normal…
Diana y sus familiares, despertaron esa noche al sentir que el agua bañaba sus cuerpos. No tuvieron tiempo de tomar nada de sus pertenencias… Subieron al segundo piso. Pero el agua parecía acosarlos. Los seguía como el peor cazador tras de su presa… En la azotea, tras de dos días de hambre, frío y sed, fueron rescatados por el ejército. A Diana la llevaron a un albergue, pero no supo de su hija y de su nieto hasta varios días después… ¡Fueron tantas las familias que inmersas en ese caos se separaron, perdieron o desaparecieron!... A su hija la encontró en la iglesia. Su nieto, ¡gracias a Dios!... estaba ileso, y su camioneta de trabajo se había logrado salvar, gracias a que la había dejado en su rancho, más allá de Cárdenas.
Diana trató de regresar a su casa. Pero el techo de la camionera estaba bajo el agua. Trató de hacerlo por avión, pero no se podía pasar al aeropuerto, estaba inundado. Fueron a ver los transportes que estaban llevando a la gente que quería salir de la ciudad, pero ya no había lugar, iban parados… Diana empezó a llorar de impotencia, y gruesas lágrimas bañaron su rostro…
El joven nieto abrazó a la abuela y le dijo:
-Te voy a llevar a tu casa, abue.
Subieron a la camioneta y pronto dejaron atrás la castigada ciudad.
Al llegar a los límites de Veracruz y Tabasco, el retén de la inspección fitosanitaria los detuvo. Si pasaba el joven con su abuelita no podría regresar a Tabasco, y allá estaba sola su madre. No hubo más remedio que regresar los dos a la Sodoma moderna.
Era precisamente el Día de Muertos. Día en que según la tradición, los espíritus ya idos visitan a sus seres queridos.
Al llegar, Diana recordó que en su cartera, que quedara bajo el agua, además de su dinero, traía el teléfono de un amigo, funcionario del STPRM… Si lo tuviera en la mano, tal vez, contactándolo él la haría regresar a casa… No lo pensó más. Ella nadaba muy bien, así que en una lancha llegó a la altura de la casa de su hija, y se sumergió en esas aguas contaminadas. Logró llegar a la recámara y sacar la cartera del cajón donde se encontraba… ¡Ojalá no se hubiera borrado el número!...
Ya iba de regreso a la superficie, cuando sintió que algo la volvía a jalar al fondo. Con la turbiedad del agua no distinguía bien, sólo vio una sombra, como un brazo que jalaba su pie… Quiso zafarse, pero no pudo… Su último recuerdo fueron las palabras de Camilo: “… ¡Ahí moriremos los dos!...”

Cuando rescataron su cuerpo ya sin vida, vieron que una vieja bufanda de Camilo ¡se enrollaba en una de sus piernas!... ¡EL INFLEXIBLE DESTINO SE HABÍA CUMPLIDO!...


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