HOMBRES
RAYO
También llamados
Centellos. Según López Austin (1984: 296), entre los actuales mixes, ser
sobrenatural protector del pueblo. Habita en un cerro próximo al poblado que
guarda, y lucha contra los rayos agresores de los pueblos vecinos.
Comenta Münch (1994:
209-210, 229) que en Los Tuxtlas/Santa Marta la instrucción dura siete años, en
el último es cuando hacen el rito de iniciación que puede ser en el cerro del
Mono Blanco, Catemaco o en cualquier salto de agua. Primero empiezan por
aprender a ensalmar, a los tres años empiezan a dar servicios como culebreros y
yerbateros. Muchos siguen estudiando la brujería hasta los 12 o 18 años para
aprender a ser hombres rayos o nahuales que se convierten en animales y
fenómenos naturales. A estos hombres también se les dice sabios porque conocen
el tiempo de las siembras. Se cree que controlan las aguas y protegen las
cosechas de los campesinos de los vendavales. Asimismo, que se convierten en
animales para asustar a los que no observan las costumbres. La metamorfosis es
una de las características de los brujos, muchos de ellos se visten como
mujeres para engañar a la gente. Las mujeres rayo tienen características
masculinas, se les teme porque se les atribuye que pueden cambiar el sexo a los
demás y se piensa que tienen más fuerza que un hombre para pelear. En Sayula y
en Coacotla hay familias que tienen hijas hombrunas o marimachos que son
mujeres rayo, se les da dinero para que protejan las siembras. En general,
mantienen buenas relaciones con la sociedad, tienen buena aceptación ya que se
dedican al cuidado de los santos en la iglesia y promueven los festejos de las
mayordomías. En Soteapan cuando no llueve, las autoridades amarran a los brujos
y los llevan a bañar al río. Piensan que los hombres rayo de antaño eran
mejores que sus discípulos actuales, por eso es que ya no llueve como antes.
Comentan Sedeño y
Becerril (1985: 205), que en Mecayapan y Tatahuicapan también se les conoce
como centellos y son considerados más poderosos que cualquier brujo y ni el
mismo diablo, al cual saludan de igual a igual, los puede espantar. Pueden
volar grandes distancias gracias al precepto y a las oraciones que nadie
conoce, sólo ellos. Si alguien se les enfrenta, rápidamente lo avientan al mar.
Refiere Bartolomé
(2005: 37) que mecanismo similar de “venganza justa” ocurre con las deidades
cristianas, que son castigadas (sacarlas al sol si no llueve, etc.), cuando se
les rinde culto, y no cumplen las demandas de sus fieles.
Veronique Flanet,
citada por Bartolomé (2005: 38) comenta que en la mixteca de la costa, los
indígenas sacaron a la plaza al Niño Dios para que sufriera la sequía que
padecía el pueblo, pero la lluvia que atrajo fue tan intensa que hizo perder
las cosechas. Indignados ante un comportamiento que consideraron injusto, los
mismos agricultores nativos sacaron a la plaza a la Virgen para que viera los
destrozos hechos por su hijo.
Por su parte
Covarrubias (1980: 83-85) y Miller (1956: 33) refieren que los mixes de
Totontepec dieron una paliza a un ídolo de piedra porque éste no les
proporcionó ciertos servicios, por lo que lo regalaron con gusto al etnólogo
Oscar Schmieder cuando pasó por ahí en 1929 al haber mostrado su interés en adquirirlo.
González (1982:
195-196), refiere que entre los tarahumares cuando las granizadas devastan sus
siembras y por ende mueren de hambre y frío muchos de sus animales, atribuyen
estas calamidades a la falta de propiciación al Sol y a la Luna; o porque no
ofrecieron a sus hijos recién nacidos, apenas aparecida una tempestad, por eso
los mató el rayo; o también porque algunos nacen enemigos de los rayos, o
porque se entristecen con las tempestades y relámpagos. Por estas razones la
mayoría, en esas circunstancias, saltan de alegría, ríen, y danzan queriendo
probar que son amigos de los rayos.
Algo similar comenta
Tranfo (1979: 200) entre los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca: el rayo tiene
enorme potencia, y exige constante respeto. Cuando se oye el trueno, el
pescador que lanza su atarraya inmerso en la laguna debe inmediatamente salir
del agua. No hacerlo es considerado por el rayo como falta de respeto, que
puede castigar fulminando al ofensor. Lo mismo sucederá a quien en cualquier
otro modo le ofenda, por ejemplo hablando mal de él y del mal tiempo que trae.
Pero también puede actuar como vengador frente a aquellos que tengan la más
mínima intención de dañar a un inocente.
RAYOS
En la región de la
Chinantla se considera que los rayos son los espíritus de las personas que
viven en las cuevas de los cerros y, que estas cuevas producen vapor que sale
de la tierra y por eso muchas veces se forma una nube sobre los cerros. Se
afirma que cuando aparecen las nubes, los espíritus entran en ellas y producen
el trueno. También se dice que los rayos levantan las nubes, las cuajan y entonces
empieza a llover. Cuando los rayos pelean entre sí y uno de ellos muere, muere
también una persona del pueblo, de la cual era su tona. En la cueva o en la
laguna de los cerros vive el jefe de los rayos y truenos y cuando se enoja se
manifiesta con tronidos. Los chinantecos consideran al guajolote como símbolo
del rayo y de la tempestad, porque al volar producen viento, un aguacero y
rayos. Weitlaner (1977: 93-94).
Tomado de mi libro: Los Tuxtlas, nombres
geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las Cosmologías de
las Culturas Mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos.
Ediciones culturales exclusivas 2007.
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