Dentro de la cosmología de los huicholes se comenta que la raza se multiplicaba con gran rapidez. Pronto se había extendido hasta los cuatro confines de la creación. Puesto que todos vivían muy juntos, las mujeres se peleaban. Nakawé (Abuela Crecimiento) ordenó que se separaran. Entonces Kauymáli (Hermano Mayor Lobo), el cual es hijo de Tayaupá (Padre-Sol) porque nació de la sandalia de ese gran dios, recibió instrucciones de instalar a la gente a grandes distancias los unos de los otros. Así fueron distribuidos por todas partes. Luego se dijo a Kauymáli que él se estableciera en la ranchería de la región intermedia.
Pero a pesar de esas precauciones, la gente se multiplicaba con tanta celeridad, que el padre-Sol decidió exterminar la raza. Para ello hizo que Kauymáli colocara dientes en las vaginas de las mujeres. Fue así como todos los hombres excepto un niño pequeño, quedaron mutilados. El Padre-Sol hizo que el niñito se ocultara en una cueva. El no revelaría el escondite por temor de que algo le sucediera a la raza. Pero Kauymáli que era medio malo, olvidó lo que había hecho; tentado por una de las mujeres de vagina dentada, su miembro le fue arrancado de una dentellada.
En ese momento los grandes dioses del mar, subordinados a Nakawé, empezaron a pensar que ellos podrían fundar una raza. Querían comprobar si ellos podrían hacerlo mejor que el Sol con su experimento de la vagina dentada. Por consiguiente, ordenaron a Kauymáli que fuese a visitar a Pálikata (Hermano Mayor), el cazador de venados, para pedirle prestado un cuerno sagrado de venado.
Puesto que se trataba de una empresa muy sagrada, se le prohibió a Kauymáli tener relación carnal con mujeres. No le habría resultado difícil a Kauymáli cumplir con este voto, de no haber sido porque entretanto, su pene no sólo se le había vuelto a desarrollar, sino que además había alcanzado una longitud de cien metros. Tan largo era, que se lo tenía que enrollar alrededor de la cintura “como una faja” y acarrear el largo trozo sobrante en un cesto que llevaba a la espalda. Ahora bien: como Kauymáli era medio malo, hacia que su miembro llegara hasta las mujeres y las penetraba, aunque estuvieran durmiendo a cien metros de él.
Nakawé utilizó su vara para descubrir si Kauymáli era fiel a sus votos y al hallar que no lo era, se dispuso a castigarle. Para ese fin, transformó unos grandes riscos en personas. Una de las mujeres-risco tentó a Kauymáli y estaba en condiciones de recibir incluso la desmesurada longitud de su pene. Cuando Kauymáli ya le había introducido todo su miembro, súbitamente la mujer volvió a recuperar su genuina forma de elevado acantilado. Kauymáli quedó suspendido de su pene, cabeza abajo, desde la parte media del risco.
Los grandes dioses del mar le dejaron allí colgado durante cinco días, como expiación de su pecado. No obstante, no se atrevían a dejarle morir, puesto que él tenía el sagrado cuerno de venado. Por fin, le pidieron al hombre-Zopilote que cortara el pene de Kauymáli.
Kauymáli no se mató en la caída, porque fue ayudado por la vara mágica de Nakawé, cayó suavemente dentro de la vasija mágica de la diosa. Ese cuenco contenía la ceniza de una calabaza mágica, gracias a la cual pronto el pene de Kauymáli quedó curado. Nakawé no se enojó con Kauymáli, porque ella estaba a punto de triunfar sobre el padre-Sol. Kauymáli, en esta forma limó los dientes de las vaginas de las mujeres con su miembro viril protegido con el mágico cuerno de venado gracias a lo cual se pudo iniciar una nueva raza. Zingg (1982: Tll. 223-225, 535, Tl. 583-584).
Antiguamente entre los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca se creía que tenían la vagina dentada las mujeres con tono o alter ego cocodrilo, por lo cual se evitaba eliminar a los cocodrilos por temor de matar a gente del mismo pueblo. Era norma hacer desflorar a la esposa por ancianos expertos, protegidos mágicamente, en grado de evitar los peligros de la trampa representada por la “dentadura”. La historia narra de un anciano llamado para desflorar a una jovencita, a fin de que el esposo, joven e inexperto, no fuera herido por los dientes de la vagina. Atraído por la atractiva mujer, el anciano se aprovechó de la situación prolongando por un mes entero los acoplamientos necesarios para volver el acto inofensivo. Cada noche se unía a la joven en presencia del marido y fingía dolores y esfuerzos lancinantes que tenía que sufrir y soportar en pro del futuro placer del esposo. Los ruidos de la unión eran explicados por el viejo a la ingenua pareja, como consecuencia del romperse de los “dientes” bajo el ímpetu de su acción. Luego cada mañana, informaba a los padres del joven –quienes durante este periodo dormían en otra choza- sobre el estado y el progreso de su obra y recibía como recompensa de ellos chocolate y atole. Carla M. Rita (1979: 265-266).
También entre los huaves, Zap chev es un espanto que se levanta de noche con el vapor que viene del calor de la misma tierra, por lo que en épocas de frío no aparece, son más comunes durante la época de lluvias esporádicas, en marzo; cuando ya vienen las lluvias se acaban. Si se duerme uno así nomás en la playa, se aparece como mujer que quiere hombre; si es una mujer, se le aparece como hombre. Su sola cercanía espanta aunque no se vea, aunque ande lejos pega su calor. El espantado se cura, al igual que los otros espantados, hablando con la tierra. Cuando uno es atrapado (seducido) por una zap chev, al efectuar el coito, acostados en la orilla de la mar viva, el pene penetra en la tierra, porque la mujer no es mujer, es la misma tierra que se convierte en mujer. El pene queda atrapado sin poder liberarlo y al escarbar parece que no tiene fin, entre más se escarba, más se va para abajo. Hay que cortarlo, con consecuencias funestas para el hombre. Por cierto, Zap chev en huave significa Agarra (muerde) tiburón.
Según Gossen (1979: 349-350) entre los tzotziles también existen seres sobrenaturales que castigan al adulterio:
Refiere que a su regreso a casa, un hombre se topó con una hermosa mujer que no era su esposa, y que lo sedujo. Cuando al rato reanudó su camino de retorno a su hogar, descubrió que ya no tenía pene sino sólo vagina. Fue a ver a un shamán, el cual le dijo que debía buscar una vaca blanca y hacer el acto sexual con ella, para recuperar su pene. Así lo hizo y, al terminar de fornicar con la vaca, ésta se transformó en una mujer. El hombre quedó curado. Otro hombre se convirtió en una mujer, pero jamás se curó. Murió de vergüenza delante de su esposa, que al tratar de tocar su pene se encontró con una vagina. Un tercer hombre tuvo relaciones con su amante y, luego que la dejó para ir a reunirse con su esposa, descubrió que no tenía pene. En lugar de resignarse a sufrir bochorno ante su mujer, regresó a la casa de su amante, que lo había embrujado quitándole su pene. Cuando por fin accedió a quedarse con ella, la mujer le bajó el pene que tenía escondido en el techo de la choza. Así fue como el hombre recuperó su pene y se quedó con su amante.
Por su lado, Galinier (1987: 451), refiere que entre los otomíes la angustia de la castración se expresa a través de mitos que reflejan la imagen inquietante de la mujer posesiva o infiel. Puede dirigir a distancia el hechizo contra la víctima, y en esos casos de agresión el mal penetra por la uretra. El pene se retrae progresivamente, se “pudre” e incluso desaparece por completo dentro del cuerpo. Por otra parte, se afirma en el altiplano que el “pudrimiento” puede resultar de haber tenido relaciones con una mujer “fresca”, es decir que acaba de parir. La sangre menstrual mezclada con la comida puede producir efectos idénticos.
Báez-Jorge (1985: 7, 62, 65), comenta entre los zoques a Piowačwe (“Vieja que se quema”), ser sobrenatural con vagina dentada, la cual por un repudio amoroso se transformó en el Volcán Chichonal. Volcán que hizo erupción el 18 de marzo de 1982.
Chichonal. Imagen Internet
Báez-Jorge (1990: 251) y (1985: 65), refiere que entre los zoques de Chiapas, los hombres infieles temen la acción de nawayono (“mujer mala” o “mujer de agua”) ser sobrenatural que persigue “a los que andan con queridas”, tomando el lugar de la amante y asesinándolos en la cópula con su vagina dentada (“la boca de una culebra”). En Ocotepec se dice que:
‘Nawayono es víbora, lo descubrió un indígena que una vez mató una con una aguja en la cabeza. La aguja llevaba un hilo, la fueron siguiendo hasta una cueva y encontraron una víbora con la aguja enterrada en la cabeza, era nawayono”. En el mismo Ocotepec, se describe frecuentemente a NowapiΛt, el cual se “aparece a las mujeres que engañan a sus maridos; es un hombre que tiene un coralillo en lugar de su cosa (pene), se los mete y las mata.
En Chapultenango se señala:
"Hay una culebra en los arroyos, es grande como mazacuate. Es la que se vuelve Nawayomo; Nawayomo es mujer, pero su cosa (órgano genital) es la boca de una culebra; los muchachos no saben y la siguen. Por eso se mueren de hemorragia, porque los muerde cuando la usan (copulan); salen en las noches".
Extraído de mi libro
"Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca".
Analogía de las cosmologías de las culturas mesoamericanas. El cual incluye un
diccionario de localismos y mexicanismos
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