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lunes, 30 de enero de 2012

EL DERECHO DE PERNADA


EL DERECHO DE PERNADA
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO




«Le Droit du seigneur» por Vasili Polénov
Un cuadro historicista que recrea de manera idealizada la escena de un anciano entregando sus jóvenes hijas al señor feudal.

     También llamado jus primae noctis, o "derecho de primera noche", derecho feudal en virtud del cual un señor podía acostarse con la esposa de un vasallo en su noche de bodas. En la Edad Media, tenían obligación los vasallos desposados de ofrecer a sus señores las primicias nupciales, presentándoles sus esposas para que hollasen la primera vez en su pudor virginal. Si, las clases bajas tenían a honor ser expoliadas por sus señores de las primeras pertenencias de la mujer.
     Existían muchos derechos feudales en relación con el matrimonio (por ejemplo, el señor podía elegir la novia de su vasallo), pero invariablemente se pagaban unos derechos para rescatarlos y probablemente el derecho de pernada era un impuesto de ese tipo.
     Se ha negado la existencia del derecho de pernada (empero, se encontraron registros en los que se hacen constar los pagos hechos por los vasallos para no someterse a él). Aunado a todo esto, el alemán Nicolás Popielovo, que viajó a España en el siglo XVl decía: “Los nobles duermen la primera noche con las mujeres de sus campesinos”, y la prueba más decisiva es el decreto aboliendo el derecho de pernada. 
     En Francia, el Parlamento promulgó una ley (11 de marzo de 1501) autorizando “a los esposos para que se acostaran juntos las tres primeras noches sin tapujos”. A la verdad, este derecho estaba rescatándose, y no fueron los eclesiásticos  los que de mejor grado abandonaron sus prerrogativas. En Lyon, los canónigos conservaron largo tiempo el derecho de meter una pierna desnuda en el lecho de los recién casados. Y el precio del rescate era tan humillante en un principio como lo que se rescataba. Por ejemplo: Los vasallos quedaban obligados a besar cierto día del año el cerrojo (emblema fálico) en la puerta de su señor. Un señor de Vexin normando juntaba en juicio a los siervos en edad de matrimoniarse, y después que recibían la bendición nupcial, les hacía sentar a su mesa y cuando estaban hartos les imponía condiciones tan extravagantes como éstas: Pasar la noche de bodas en la copa de un árbol y consumar allí el matrimonio, o dentro del riachuelo Andelle, o permanecer dos horas en camisa, o les uncía por parejas en carretas.
     Cuando la evolución de los tiempos trajo el rescate en metálico, el cura de Bourges reclamaba cierta suma de todos los contrayentes de su parroquia a cambio del derecho “al primer conocimiento carnal”.



Principal fuente de información tomada del libro: "Las bodas y sus ritos" de Henrich Hoffman.



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