BIOCHI (CACOMIZTLE)
Cacomiztle (Bassariscus sumichrasti). Conocido además como Goyo, wilo, mico rayado, wet (tzotzil), wuyúk (maya lacandón). Biochi, del pipil, mico de
noche, cacomiztle (del náhuatl tlacomiztli, a su vez de tlaco, medio + miztli,
león). Es incorrecta la grafía
cacomixtle, pues la raíz proviene de miztli, león, y no de mixtli, nube.
Además, pudiera pensarse que la palabra cacomiztle fuera híbrida: del latín
cacus, caco, ladrón que roba con destreza, y del náhuatl miztli, león y p. ext.
gato (el gato fue introducido por los europeos): “Gato ladrón”.
Extracto y arreglo de la compilación de
Clemente Campos (2003: 59-68). En Los Tuxtlas aún sigue vigente la creencia en
nahuales los cuales pueden transfigurarse en diferentes animales como son el
biochi, tecolotes, perros, zopilotes, etc. En relación al biochi se comenta que
llega a las casas muy noche o de madrugada y empieza a llorar como mujer y al
salir el dueño de la casa a aventarle de plomazos, el biochi se burla de él,
brinca y grita ay, ay, ay, ay y aunque lo hieran no es posible matarlo. La
única forma de matarlo es ponerse la ropa interior al revés, hacerle siete
cruces al cartucho y siete cruces al cañón de la carabina con agua bendita. El
machete y la linterna también deben curarse.
Una noche, escuché
gritar al biochi, tomé mi linterna, mi machete y mi carabina, salí de la
casa y empecé a buscarlo, sus gritos de
güilo, güilo, güilo me atemorizaron y me entraron escalofríos, pero agarré
valor y comencé a linternearlo, estaba en un arbolito de guayaba, con las manos tapándose la cara,
estaba encogido, nomás le brillaba un ojo, que le pongo un tiro en la mera
frente y se viene para abajo gritando de dolor ay, ay, ay, al caer sonó como un
cristiano que hubiera caído de lo más alto, se quiso enderezar para arriba,
pegó el último grito y volvió a caer. Lo agarré a lomazos de machete, lo llevé
a la casa y lo abrí: sus tripas, eran hojitas de maíz, las tiré afuera.
Apestaba mucho, un brujo apesta mucho, muy feo, que dan ganas de vomitar,
entonces lo dejé abierto como estaba, me alejé y escuché que todavía se
quejaba. Lo bueno fue que me acordé de los consejos de los abuelos y me
regresé, y lo arrastré 25 metros, de no
haberlo hecho así, aunque lo hubiera matado, revive, se compone y escapa. Le
eché sal, agua bendita, gasolina y lo quemé y nomás se encogió - dicen los
ancianos, si es brujo nomás se va a encoger, si es normal se quema todo. Al
otro día lo tiré al callejón. Horas después una bruja fue encontrada tendida y
muerta… de un balazo en la frente.
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