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miércoles, 26 de julio de 2017

EL ESPECTRO DE LA CARRETERA Antonio Fco. Rguez. A.

EL ESPECTRO DE LA CARRETERA
(¡No, no eres tú…!)
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


Imagen Internet

La tarde se nubló de momento, un fuerte viento hizo cimbrar mi camioneta y tuve que aminorar la velocidad. El viento azotó con violencia a unas nubes negras y cuajadas, y el parabrisas fue golpeado por grandes goterones los cuales me restaban visibilidad. La oscuridad se vino encima, una sonora ráfaga de truenos rompió el silencio de la noche. Los rayos rasgaron la epidermis del celaje, y los relámpagos iluminaron el entorno. Aminoré aún más la velocidad. Un poco más adelante, sentí que se me heló la sangre al ver entre el apenas perceptible destello de un fugaz y luminoso relampagazo una figura mortecina sobre el asfalto. Lleno de miedo intenté acelerar y huir lo más rápido posible de ese lugar. Inexplicablemente el motor se apagó y la vi a un costado de la carretera. Se acercó a mi ventanilla y lancé un suspiro de alivio al ver que era una hermosa mujer de grandes ojos negros, largas pestañas, labios rojos y carnosos y un cuerpo de voluptuosas formas. Sin saber cómo, ni en qué manera ya se encontraba sentada junto a mí y me miraba con lujuria. No pude resistir su sensual embrujo, la abracé con ansias, más de pronto sentí que estrechaba entre mis brazos una gran brasa de fuego, sus ojos se convirtieron en encendidas  ascuas y sus largas pestañas  en chispeantes parrillas, y su voz…sonó tétrica. No pude resistir más y todo atemorizado  salí corriendo bajo la tormenta como un desquiciado sin querer voltear la vista atrás. Y ella me seguía… escuchaba sus horribles carcajadas, sintiendo su aliento cada vez más cerca de mí, y   deteniéndome de los hombros con ambas manos, me alzó y me golpeó rabiosamente contra las ramas y los árboles. Súbitamente el latigazo flamígero de un rayo quebró e incendió un corpulento árbol. El resplandor del fuego iluminó mí rostro y ella al verme casi muerto del castigo, del dolor y del pavor se me quedó viendo fijamente, cambiando la diabólica expresión de su mirada, y así, como cambió su mirada, cambió el destino de sus pasos, dio la media vuelta y se fue. Algo murmuró, a la distancia... alcancé a oírle: -¡No, no eres tú…!




Veracruz, Ver. México 25.07.17


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