Translate

miércoles, 25 de enero de 2017

DOÑA "MARY" Antonio Fco. Rguez. A.

DOÑA "MARY”
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


Hoy me tocó atender a una anciana de cerca de 90 años. Pese a su avanzada edad, no se pasa la vida sentada, ni lamentándose. Es una mujer que cuando termina un quehacer, para descansar, toma su ovillo de lana o de algodón y, se pone a bordar alguna prenda de vestir o algún tapetito para su mesa o la de alguna de sus hijas.


     Ella prefiere vivir sola en su propia casa, no le gusta dar molestia a ninguna de sus hijas. Sus ratos libres los utiliza ya tarde para ver sus telenovelas, aunque se esté durmiendo durante la programación.       Una de sus hijas le ha acostumbrado a leer cuentos infantiles, los cuales ella disfruta y comenta después con la hija y sus nietos.


     La vida le dio un cruel golpe, que ella lo tomó como designio de Dios. Pues quedó viuda cuando aún la mayor de sus hijas no llegaba ni a los 5 años de edad. El amor le dio la fortaleza para cumplir su doble rol de madre y padre. E inculcándoles valores y principios con su propio ejemplo, sacó adelante a sus hijas, dándole profesión a las tres. Esto ella no lo comenta, porque siente que era su obligación como madre.


     En momentos que ella se hastía de su soledad, se acerca a la puerta o a la ventana que da a la calle, para atrapar a algunas de sus vecinas o amistades que pasen por su casa. El saludo usualmente se convierte en una larga y amena plática, como si tuvieran años sin verse. Las caras alternan el asombro, el coraje, la tristeza, la risa y la ternura.

- ¡Adiós doña Mary!

- ¡Adiós comadrita! ¡Cuídese mucho, que Dios me la bendiga!

     La anciana, ya sola, nuevamente, suspira profundo como agradeciendo el disfrute de esos instantes que la llegaron a entretener y sentirse rejuvenecida una vez más con el cariño y afecto de sus viejas amistades.

     Suena el teléfono, se apresura a contestar, sabe que es una llamada de sus hijas.

- ¿Cómo estás mamita?

- ¡Muy bien hija! ¿Y tú?


     Un poco más tarde, calienta algo para su cena. Se pone a pensar todo lo que vivió ese día. Evoca el recuerdo de cada una de sus tres hijas y sus nietos. Se levanta del asiento, abre un cajón del trinchador y saca su “Rosario” y, vertiendo sus lágrimas de madre, llora y reza por sus hijas, pidiendo a Dios que las cuide siempre…



Veracruz, Ver. 24.01.17


No hay comentarios:

Publicar un comentario