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viernes, 18 de septiembre de 2015

BALAMOOB Oswaldo Baqueiro López

BALAMOOB
OSWALDO BAQUEIRO LÓPEZ


Balam. Tomado de Internet

     BALAMOOB. En maya plural de balam, jaguar, hechicero. Son espíritus que se hacen cargo de los hombres, las milpas y los pueblos y los protegen. Son 4 para cada lugar, y se colocan cuidando los puntos cardinales. De día son invisibles como el viento, pero si alguien tiene la mala suerte de ver alguno, es señal que pronto habrá de enfermarse. Los Balam duermen de día, pero de noche se pueden ver sentados al pie de la cruz que se encuentra a la entrada de cada pueblo, se encuentran activos y alertas, y previenen muchos accidentes que acabarían con el pueblo, tales como lluvias violentas, ciclones y enfermedades pestilentes, así como para evitar males y perjuicios que ocasionan los malos espíritus.


     A veces el indio que camina entre el bosque llega a un lugar en el que hay ramas quebradas, árboles arrancados de raíz y piedras rotas y diseminadas. ¡Son las señales de una lucha entre el Balam y algún mal espíritu!


     Los Balam a veces se encuentran en situaciones difíciles, en sus luchas con duendes malignos, y entonces emiten fuertes silbidos que se escuchan en el monte, por la noche, y que indican que un Balam está pidiendo auxilio; y aunque no tienen alas, vuelan por los aires con la velocidad de un ave. Cuando las cosas van mal, el Balam hace uso de unos proyectiles de obsidiana o de pedernal, que arroja con terrible fuerza y que se llaman Piliz-Dzoncab. Estos proyectiles, que se encuentran por lo común en montículos arqueológicos, son muy apreciados por los hechiceros, que los utilizan para hacer sangrías.


     Se presenta a los Balam como hombres de gran estatura, con largas barbas. Cuidan las milpas, pero castigan a los incrédulos que se olvidan de las ofrendas. Sobre estos imprudentes caen las calamidades más inesperadas.


     Los Balam también se encargan de poner en el buen camino a las personas extraviadas, pero si el encuentro es con un niño, el contacto con el Balam dejará al pequeño atontado, o en el mejor de los casos, tendrá un carácter excéntrico durante toda su vida. A veces también los Balam se llevan a algún niño, para que les sirva en sus asuntos. Así puede desaparecer algún pequeño, sin dejar rastro alguno, porque el Balam se los llevó.


    Los Balam son espíritus serios, con poca paciencia para ciertas frivolidades. Así se desprende de un cuento que se conocía entre los indios de Tihosuco:


     Sucedió que un día, un indio y su esposa fueron a su milpa a recoger mazorcas. El calor producido por la faena hizo que el marido fuese en busca de agua y se alejó de la milpa. Entonces la mujer se quitó la bata, tanto para refrescarse como para no romperla, y se quedó desnuda.


     Muy quitada de la pena estaba cuando escuchó a sus espaldas que alguien gritaba con enojo: ¡Pixe a uito, xnoh cizin¡ (¡Tapa tu culo, gran diablo¡),  al mismo tiempo que recibía dos sonoros golpes en la parte mencionada. Sorprendida y molesta, la dama en cuestión volteó la cabeza y acertó a ver a un hombre alto de largas barbas, muy irritado, que antes de desaparecer todavía propinó dos golpes más a la mujer, en la misma zona anatómica, de la que nunca desaparecieron las marcas del castigo.




BIBLIOGRAFÍA

     Baqueiro López, Oswaldo. Magia, mitos y supersticiones entre los mayas. Primera edición 1983. Maldonado Editores, Mérida, Yucatán, México. 


     Antonio Francisco Rodríguez Alvarado. Diccionario de Dioses, Demonios y Enfermedades Indígenas. La Cosmología del México Prehispánico. 2009. Inédito



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