REUNIÓN
DE BRUJOS EN EL PRIMER VIERNES DE MARZO
“LA
MALDICIÓN DEL CHICHICAXTLE”
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado y Roberto Antonio Armengual Cadena
Imagen de Internet
Preparatoria “Isaac
Ochoterena” de San Andrés Tuxtla. Como el máximo nivel básico de estudios en
Catemaco era hasta la secundaria. Varios amigos tuvimos que estudiar en San
Andrés, yo (Rguez.) inicié en el turno matutino pero como me caía mal una vieja
maestra me cambié al vespertino, ahí me encontré con Julián Dguez. (“Bombeyo”),
Adolfo Acua (qepd), Nachito Ojeda “Mister amigo”, Roberto (“Polito”) Armengual,
Toño (¿un nombre en vías de extinción?) Chávez, al cual para diferenciarlo de
tanto Toño, le decíamos Toño “el lechero”, y nuestro actual abogado Bertoldo
Reyes Campuzano.
Los más pobres que no teníamos ni para el
pasaje del “Rojo” (autobús de transporte) éramos Polo (Roberto Antonio) y yo.
Así que todas las noches (bueno, menos en tiempo de lluvias) después de salir
de clases, a eso de las 9 o 10 PM, nos regresábamos caminando desde la prepa
hasta Catemaco (unos 15 o 16 Km.). Creo que todos ansiábamos salir de clase
para nuestra diaria y nocturna actividad. Ocasionalmente se paraba algún carro
y nos ofrecían “aventón”, nunca lo aceptamos.
Una de esas noches, primer viernes de
marzo de 1972, entrando a Catemaco, vimos en una parada de autobús que estaba
sobre la carretera, a la entrada del camino hacia la Escuela de Monjas (Rafael
Guízar y Valencia), a 4 jóvenes mayores
que nosotros, los cuales se identificaron como estudiantes del “POLI”
(Instituto Politécnico Nacional), refiriéndonos que venían a investigar sobre las
reuniones de brujos que se realizan cada primer viernes de marzo en lo
alto del cerro “El Mono Blanco” y nos preguntaron si sabíamos de la cueva del
cerro, de la cual se dice se abre una sola vez al año, precisamente este día, y
si sabíamos el camino para llegar a él. Todavía ni terminaban de preguntarnos
sobre el camino, cuando a todos nosotros nos “prendió” nuevamente el espíritu
aventurero, así que (después de pedir “permiso para estudiar en casa de un
amigo” y de ver que todos lleváramos linternas, cigarros, cerillos, agua,
etc.) sin pensarlo dos veces emprendimos la marcha hacia el “Mono Blanco”,
durante el camino atravesábamos tramos cubiertos por las copas de los árboles,
unas verdaderas cuevas arbóreas. Como nunca lo habíamos subido, y debido a la oscuridad de la noche y a lo
tupido de la maleza, tuvimos que rodear el camino, y subir y bajar un cerro que
está detrás de él. Y entonces sí, iniciar el ascenso al cerro misterioso y
encantado. Todos íbamos fascinados y con algo de temor a la vez.
El miedo se exacerbó
al acercarnos a la cima, no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. Así que al
llegar a ella y hallarla desierta, nos regresó la tranquilidad a todos.
Inmediatamente las conjeturas, las interrogaciones, el ¿qué vamos hacer, ahora?
Bueno, nos pusimos a buscar la cueva de la cima del cerro, la cual encontramos,
estaba completamente oscura, nos dio escalofríos nada más de verla, nadie tuvo
el valor de entrar, ni siquiera los chavos del POLI, que supuestamente a eso
venían. Así que no nos enteramos si había algún sortilegio dentro de ella. De
común acuerdo, juntamos ramas, varas y hojarasca y prendimos nuestra hoguera
que levantaba sus llamas a unos 2 metros de altura. Permanecimos creo que en
meditación alrededor de ella, dando además gracias por no encontrarnos nada
desagradable, el “Adonay Negro” o “chamuco” pues. Disfrutamos además una
hermosa y nublosa vista del lago de Catemaco.
Unas dos horas después, unos grotescos
ruidos llamaron nuestra atención, tratando de descubrir su origen nos quedamos un momento inmóviles y en silencio y en eso vimos salir una columna de humo y fuego de la
cueva, y escuchamos salir de la misma unas espeluznantes carcajadas que no eran
humanas, las cuales hacían retumbar todo el cerro, como si se desplomara, amenazando con aplastarnos, no lo pensamos más y salimos huyendo en estampida, optando por el
camino que se nos hizo más fácil: bajar del cerro por la cara que da a la
carretera hacia Matacalcinta. ¡Ay Dios mío!, fue nuestra peor decisión, todo el
descenso nos fuimos enterrando en hoyos, ¿quién sabe de qué?, de tuzas, de
serpientes, no sé. ¡Ah, pero lo peor fue que! …toda esa cara del cerro estaba
plagada de “chichicaxtle” (chichicaste, pues). ¡Dios nos libre!, bajamos corriendo como changos enajenados por
la cruel comezón que teníamos en todo el cuerpo. Nunca supimos si fue castigo
divino o de los chamucos por haber profanado su santuario. Llegamos a la
carretera, y ahora sí, Dios nos socorrió, a un costado corría un riachuelo de aguas frías, al
cual nos metimos todos. Nos untamos arena, lodo, pero ni así desaparecía la
maldita comezón. ¡Pobres de los politécnicos!, no estaban acostumbrados como
nosotros, creo que querían “pegarse un tiro”. Ok, ok, momentos después, al
paso, de regreso a Catemaco, no sé ni en que momento se calmó en gran medida
nuestro sufrimiento y nuestro miedo. Los estudiantes del "POLI",
aparte de la razón, habían perdido hasta los zapatos, los cuales se habían sacado para rascarse del "pica-pica". Serían las 5 de la mañana
cuando salía un "Rojo" y ellos de inmediato le hicieron la parada y
se subieron en él... huyendo de Catemaco como quien ve al diablo.
Al día siguiente, me encontré al ayudante de don
Gonzalo Aguirre (el brujo mayor), quien me dijo que esa vez habían
decidido cambiar de lugar la reunión a “Arroyo Agrio”, porque ni los brujos
aguantaban la maldición del chichicaxtle.
JAJAJAJAJAJAJAJA NI QUIEN AGUANTE ESA MALDICION!!!!! INCHES CHCHICAXTLES SON PEOR QUE SI TE UNTARAN DE MIEL Y TE SENTARAN EN UN HORMIGUERO... DE BUENA SE SALVARON!!!! SALUDOS, HERMOSO RELATO
ResponderEliminarJajaja nada más de recordar se sufre, gracias amiga, un abrazote
Eliminarjajaja que divertida chichicaxtliza pasaron!! eso les paso por vaguitos, hasta con picazon termine de leer la nota! Saludos!!
ResponderEliminar¡Deja tú, de la qué se salvó tu marido, pues siempre andábamos juntos en nuestras correrías. Saludos Conchita preciosa, un abrazote para ti y mi hermano el "Ruso".
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