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miércoles, 16 de mayo de 2012

LA MUERTE DEL EMPERADOR MAXIMILIANO Szender Ede


Hungría y el Mundo,
18 de junio de 1876
LA MUERTE DEL EMPERADOR MAXIMILIANO

POR DR. SZENDER EDE



Traducción al español del articulo que apareció el 18 de junio de 1876 en el periódico "Hungría y el Mundo" por el Dr Szender Ede, quien acompañó el ejercito Franco-Belga en 1865 bajo el mando del General Bazaine y vivió en México por 10 años. Publicado aquí con el amable permiso de Eduardo Wallentin.

Con motivo de su noveno aniversario: Un testigo lo describe y comenta que presenció la ejecución.

"Maximiliano debió morir en México y allí murió "
- Zorrilla: Drama del Alma

Cada 19 de Junio, para mí, siempre me trae a la memoria un catastrófico momento, y me provoca un estado anímico depresivo (como Byron describe en " Manfredo": Hay sombras que nunca desvanecen y recuerdos que nunca se borran"). Uno se rebela aceptar que hace 9 años mi Emperador muere abandonado por todos y no hay más que una sola persona— yo— que cubra sus restos con una sabana y lo deposite en su ataúd.

Hay muy poca literatura sobre la historia verídica de Maximiliano, y ninguno de su fusilamiento (sobre todo en Europa), ya que los 4 únicos testigos presenciales No Mexicanos (dos diplomáticos de Prusia, un comerciante, (Carlos Stefan) y un medico húngaro (yo) hasta ahora no lo publicaron.

Vamos pues al grano:

La aventura de un Imperio en México encabezado por Maximiliano, perdió toda posibilidad de éxito desde el momento que se ordenó el retiro de las tropas Francesas y se suspendió el apoyo económico, anunciado de Orizaba en Noviembre de 1866. Allí proclama y afirma Maximiliano que no renuncia a la corona y con el apoyo del Partido Conservador y Clerical.

Seguirá la lucha armada. Efectivamente lucho cuatro meses más, hasta que el 15 de Mayo, (debido a una traición de Miguel López) su ejercito perdió la defensa de Querétaro y cayó como prisionero junto con los Generales Miramón y Mejía.

Todo México se preguntaba cual será el destino de los prisioneros, ya que gozaban—sobre todo Maximiliano—de simpatizadores, no solo del Partido Conservador sino de varios Liberales. La decisión dependía del Gobierno Republicano. Estos decidieron aprovechar el triunfo del ejército constitucional y votaron que deben enjuiciar a los prisioneros bajo la ley vigente, (promulgada el 25 de enero de 1862) y ser juzgado por una Corte Marcial.

De acuerdo con esa Ley todo ciudadano Mexicano (incluyendo el Presidente) así como los extranjeros, que se levanten en armas contra el Gobierno deben ser condenados a muerte.

En esta época yo vivía en San Luís Potosí y practicaba la medicina privada. El Gobierno Republicano tenia su sede provisional en esa Ciudad.

La ciudadanía estaba nerviosa en espera de la decisión del tribunal sobre la suerte de los prisioneros, pero la opinión en general era, que solamente un indulto Presidencial podría evitar su muerte. Los defensores del Emperador, Mariano Palacios y Rafael Martínez de la Torre, así como el Barón Magnus consejero de Prusia acudieron a San Luís Potosí, junto con la Princesa Salm y las esposas de los Generales Miramon y Mejia para pedir clemencia, de Benito Juárez o del vicepresidente Sebastian Lerdo de Tejada, quienes les dijeron que la decisión esta en manos del tribunal con sede en Querétaro, y del jefe militar de la Plaza que era el Gral. Mariano Escobedo.

El 16 de Junio en la noche un enviado del Barón Magnus me busco en mi casa pidiendo que lo acompañe urgentemente a su hotel en donde después de saludarme me dijo: " Lo que esperábamos, desgraciadamente ya sucedió, el Tribunal Militar condeno a los prisioneros a muerte. Escobedo ya firmo el veredicto y el Presidente Juárez lo ratifico. (Diciendo que hay que respetar la ley). Yo lo único que pude conseguir es que se posponga la ejecución dos días. Esto nos da tiempo para cumplir los últimos deseos del Emperador y preparar su embalsamamiento y enviar su cuerpo a Europa. — Acepta Ud. el encargo? Mi contestación era: Desde Luego.
Era domingo y de inmediato encargue mis pacientes a un colega y pedí a varios farmacéuticos ayuda para recabar medicamentos e instrumental que tenia que llevarme para el embalsamiento y empacarlos adecuadamente para transportarlos en la diligencia en la que íbamos a trasladarnos a Querétaro, ya que sospechaba que debido al largo sitio de la Ciudad, no iba a encontrar ninguna ayuda medica. Al tomar la diligencia en la casa del Cónsul de Alemania Oriental (H.J. Bahnsen) en San Luís Potosí nos encontramos con la Princesa Salm, que venia procedente de Querétaro para tratar de obtener el indulto de los miembros del tribunal. Eran: 2 Tenientes Coroneles, 4 Capitanes y de 2 soldados (como escribanos). El presidente era el Coronel Platón Sánchez (a quien por cierto lo mataron en 1868 sus propios so1dados. A este asesinato lo consideraban "los mochos" como testigo de Dios). De Juárez o de Lerdo de Tejada. Los 4 ocupantes de la diligencia ( Barón Magnus, Cónsul Bahnse, Carlos Estefan y yo y los custodies) abordamos a la diligencia bien armados, previniendo asaltos en el camino. El viaje que duró aproximadamente 36 horas sin mayor incidente. En Dolores Hidalgo nos cruzamos con la esposa del Gral. Miramon quien iba a San Luís Potosí a acompañar a la Princesa Salm por instrucciones de su propio esposo, quien, a pesar de que sabia de antemano la negación del indulto, no quería que sus familiares estén presenciando la ejecución.

Llegamos a Querétaro el 18 de Junio a las 10 de la mañana. En la comida me informo el Barón Magnus, que el Emperador Maximiliano desea hablar conmigo para lo cual debo ver inmediatamente a1 Gral. Escobedo.

Antes de recibirme en audiencia, el Gral. Escobedo, tuve que esperar a que despidiera a un grupo de damas vestidas de negro (entre ellas la esposa del Gral. Mejía) quienes fueron a verlo pidiendo indulgencia para los prisioneros.

Escobedo, a quien yo ya conocía, me recibió en forma altanera y casi teatralmente. (Me daba la impresión que en su fuero interior le molestaba haber suscrito la sentencia de muerte) y autorizó mi visita a1 Emperador.

Me trasladé a1 claustro de los Capuchinos, lleno de soldados que cuidaban a los prisioneros. Al subir al primer piso me tropecé con el Dr. Basch, mi amigo y colega.

Me presentaron con el Emperador quien después de hacerme varias preguntas me dijo:

"Quiero que nos considere Ud. como personas ya muertas; desde antes de ayer nos informaron que nos van a ejecutar ese mismo día a las 3 de tarde y que estemos preparados para nuestra última caminata. Nosotros, ya nos habíamos despedido de la vida, cuando nos informaron el aplazamiento por 48 horas. Esto no nos gustó porque como se dice en español, al mal paso hay que darle prisa".

Yo le conteste que hay alguna esperanza porque el aplazamiento sin aparente razón podría ser señal de una reconsideración de la ejecución.

A lo que el contestó:

"A nosotros ya no nos interesa la vida, lo único que deseo es que mi muerte sirva para la nación y de una vez gane la paz y el entendimiento entre los mexicanos".

Me dio la mano y me agradeció que le haya visitado en la prisión. En este momento entro a la habitación el Lic. Vázquez (uno de los defensores en el juicio a Maximiliano) con muchos documentos en la mano.

Describir mi estado de animo durante y después de la entrevista no tengo palabras. Yo no había visto al Emperador hacia casi dos año; en agosto de 1865 lo vi en la recepción y comida que se dio con motivo del cumpleaños del Rey y Emperador Francisco José. Ahora lo vi bastante más delgado lo que es natural porque Maximiliano durante su estadía en México sufrió muchas enfermedades y soportar dos meses del sitio de Querétaro, más un mes de prisión, no es cualquier cosa. Estaba vestido de civil su comportamiento fue digno y calmado y daba la impresión que estaba conciente de lo que le esperaba.

El resto del día lo dedique a preparar lo necesario para el embalsamamiento y conseguir clorhidrato de zinc así como de parte del Dr. Reyes (médico y amigo del Gral Miramon) el féretro, para el cuerpo del Emperador y, de la dueña del hostal, la Sra. C. Rubio, una sabana y varios paliacates. Esa noche me acosté temprano ya que no había dormido desde hace dos días pero a media noche dos policías me llevaron a la comisaría para que me identificara y explicara mi presencia en Querétaro. Fuera del susto y la perdida de un par de horas de sueño no paso nada. Al haberles enseñado la autorización del Gral Mariano Escobedo me soltaron. Al regresar al Hostal ya me estaban esperando el Baron Magnus y los otros dos compañeros de viaje para trasladarnos al Cerro de las Campanas. En la calle había muy poca gente. Siendo Querétaro una ciudad muy católica la mayoría de la gente sobre todo las mujeres estaban reunidas en las iglesias, pidiendo que el Todopoderoso reciba el alma de Emperador. (La ceremonia-misa sigue siendo muy común en México.)

En el Cerro de las Campanas, un agrupamiento militar formo el cuadro de ejecución, dejando un lado abierto. por ese lado llegaron los tres carruajes. Del primero bajo el Emperador Maximiliano acompañado de dos sacerdotes, del segundo Miramon y del tercero Mejía. El Emperador Maximiliano con saco negro, pantalón y chaleco del mismo color con la cabeza en alto saludo a la gente en su alrededor. Yo estuve a un par de pasos del lugar de la ejecución y mis tres compañeros de viaje se colocaron en la parte lateral de cerro.

Maximiliano dirigiéndose a los Generales les dijo: Vámonos Señores.

Entraron a1 cuadro que formaban los soldados y el Emperador se acerco a sus dos compañeros de prisión dándoles un abrazo así como a los dos sacerdotes, después se dirigió a los soldados escogidos para la ejecución y les entrego una moneda de oro de 20 y dirigiéndose a todos con voz firme dijo:

"Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Deseo que mi sangre sea la última que se derrame en este desgraciado pais. Muero inocente y perdono a todos".
Después de el hablo Miramon con valentía y vehemencia dijo:

"Espero que la historia reconozca que no soy traidor de la patria y me quiten este baldón para que mis hijos no carguen con él".

Acto seguido, fueron llevados al paredón los tres prisioneros y Maximiliano pidió al Gral Miramon que ocupara el centro y Mejía la derecha y èl a la izquierda. Luego separo su barba, descubrió el pecho. En este momento el encargado de dirigir la ejecución bajo su espada y el Emperador Maximiliano cayeron al suelo al mismo tiempo que Miramon y Mejía los tres gigantes del Imperialismo Mexicano el Emperador Maximiliano no murió inmediatamente y según dicen pronuncio unas palabras (hombre hombre).

Por eso el oficial le dio tres tiros de gracia.

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NOTA. MAS QUE TU HONOR QUEDE ENTERO PUES QUISO HACERSE PRIMMERO CONONADO Y MATADO QUE ENTRAR COMO AVENTURERO, SIN CORONA A MIRAMAR. ZORRILLA
De la colección de versos de Maximiliano
ICH Muchte nicht in Thal verderben
Dem LETZTEN BLICK BEENGT VON ZWANG
AUF EINEM BERGE MOCHT ICH STERBEN BEI GONDEN KSONNEIN UNTERGANG
NO QUISIERA MORIR EN UN VALLE PARPADEANDO POR OBLIGACION, SINO EN UNA MONTAÑA AL OCASO DEL SOL DORADO.
LAS PALABRAS DE MIRAMON SEGÚN LA VERSION OFICIAL.
"AQUÍ (ESTOY) PRONTO A PERDER LA VIDA Y CUANDO VAYA COMPARECER DELANTE DE DIOS, PROTESTO CONTRA LA MANCHA DE TRAIDOR QUE SE HA QUERIDO ARROJARME PARA CUBRIR MI SACRIFICIO. MUERO INOCENTE DE ESTE CRIMEN, Y PERDONO A SUS AUTORES, ESPERANDO QUE DIOS ME PERDONE, Y QUE MIS COMPATRIOTAS APARTEN TAN FEA MANCHA DE MIS HIJOS, HACIENDOME JUSTICIO ¡VIVA MEXICO!"
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Con mis ayudantes, me acerque al lugar donde yacía muerto, el Emperador, cubrí su cuerpo con la sábana y lo depositamos con la ayuda de los soldados en el féretro.

Durante la maniobra se acercaron las tropas y oficiales mojando sus pañuelos en la sangre que todavía estaba fresca en el suelo y en la sábana; varias mujeres gritando y protestando corrieron de un lado para otro, hasta que la policía los expulso del lugar.
De repente se me acerco el Gral. Díaz de León preguntándome si era yo algún pariente de Maximiliano y después de la explicación de mi presencia el Coronel Miguel Palacios me dijo que por ordenes estrictas del Gral. Escobedo el cuerpo del Emperador Maximiliano será custodiado por el ejército y llevado a1 Claustro de los Capuchinos en la ciudad.

Yo me regresé a Querétaro a pie, en donde junto con el Baron Magnus decidimos ver a1 Gral. Escobedo, quien estaba pasando revista a la tropa que llegaba de la ejecución. Seguía estando en la misma actitud de ayer: Parecía a Napoleón después de la batalla de Wagram. Nos manifestó que el Presidente de la República giro sus ordenes (y el actuó en consecuencia) de que el cuerpo de Maximiliano se le practicara la autopsia y después su embalsamiento, por los Doctores Rivadeneyra y Licea, pero no tenía ningún inconveniente que yo me una a ellos en su trabajo.

Me trasladé inmediatamente a1 convento de los Capuchinos, en donde yacía el cuerpo de Maximiliano y donde ya terminaron los médicos Militares antes mencionados junto, con el Dr. Basch los preparativos para el procedimiento quirúrgico.

El Dr. Basch, debido a que padecía disentería, no se sentía bien y Rivadeneyra no manifestó ganas de intervenir; Así es que, entre el Dr. Licea y yo y con ayudante el Dr. Rivera empezamos el procedimiento quirúrgico.

En el cadáver se encontraron 6 heridas penetrantes por bala: dos en la región cardiaca, el tercero a la izquierda del esternón, dos más en la región hepática y el sexto debajo de la región umbilical. En la espalda solamente encontramos cinco heridas de bala por lo que suponíamos que la bala todavía estaba alojada en el cuerpo. Al abrir el tórax efectivamente se encontró una bala incrustada en la columna vertebral.

Yo quería extraer y conservar esa bala (como recuerdo) pero los colegas mexicanos no me lo permitieron (seguramente ellos querían quedarse con el recuerdo). Para medio día ya estábamos listos para la conservación de las vísceras.

Mientras nosotros trabajábamos un oficial y su ayudante llegaron con órdenes del Gral. Escobedo de llevarse la ropa que llevaba en la mañana el Emperador. De nada sirvieron mi suplica que me dejaran mis propiedades (la sábana y los paliacates) se llevaron todo y asi, yo me quede sin recuerdos físicos del fusilamiento.

En la tarde nos entregaron las soluciones que teníamos que inyectar en las venas y más tarde las que son para las vísceras.

El día siguiente, al presentarme a terminar nuestro trabajo, el Dr. Rivadeneyra me informo, que recibieron instrucciones telegráficas de Lerdo de Tejada que, a pesar que no esta prohibido la presencia de personas de nacionalidad extranjera en el embalsamamiento, tanto la terminación como el traslado y el envío del cadáver debe ser hecho por mexicanos y por cuenta del Gobierno de México.

En vista de lo anterior y debido a que el Dr. Basch seguía enfermo yo nada más me dedique a supervisar el procedimiento. En cuanto se presento Basch me despedí y me regrese a mi casa en San Luís Potosí.

Como comentario: Durante mi labor en el embalsamiento, y después también, hubo mucha gente que me pidió, si podía conseguir los objetos personales del difunto. Que yo sepa, Maximiliano durante su cautiverio en Querétaro, todo lo que tenia personal, lo mando por interpositas personas a diferentes miembros de su familia. Lo único que quedo en su habitación era la cama de "fierro' donde dormía. El Dr. Rivadeneyra le aseguró al Dr. Basch que el Emperador se lo había regalado y por eso el Dr. autorizó de buena fe la " donación" a el. Por otro lado el Dr. Licea (y esto inclusive lo comentó la Prensa Mexicana ) hizo un verdadero negocio con objetos que —según el—eran de Maximiliano. Yo me quede con algunos mechones del cabello de Maximiliano y gran parte de ellos se lo regale a mis amigos en San Luís Potosí.

Han pasado 9 años desde este trágico episodio de la historia mundial, y ya es hora de juzgar este acontecimiento desde el punto de vista político, sobre todo Mexicano. No cabe duda que se trata de un asesinato político, la pregunta es si cumplió o no su objetivo. Era necesario el asesinato?

(Hay que aclarar; no es mi deseo de juzgar y comentar sobre las 13 acusaciones del juicio, porque 100% son de tipo político mexicano).
De que la muerte de Maximiliano era necesario para garantizar el futuro de México, ningún mexicano lo creía, ya que sabían, que si el regresaba a Europa nunca más se hubiera inmiscuido con problemas de México. Suponiendo que Maximiliano hubiera regresado a Europa, lo hubieran considerado como un " Emperador aventurero y fracasado" por querer conservar su inmerecida corona y condenado a vivir con su desquiciada esposa y vivir enterrado en vida, en su castillo de Miramar.

En cambio con su muerte en el Cerro de las Campanas, un Habsburgo, que aunque fracasó en su intento, murió luchando por su causa.

Maximiliano, realmente tomó en serio la defensa de su corona después que lo abandonaron en su " aventura tanto Napoleón Tercero y como su propia familia". Diciendo: (Como el dicho Francés) " Tengo -firme la corona pegada a mi cabeza y tendrán que decapitarme con ella puesta, quienes me la quieran quitar".
EL ESTADO SOY YO — "L'ETAT C'EST MOI"
Cometieron algún error político los que organizaron los acontecimientos sangrientos en Querétaro? No.

México tenía que demostrar que es fuerte y valiente y que no tiene temor ante las amenazas conquistadoras de los Europeos quienes no deben imponer su voluntad ni en la conducta ni en el destino del país. Como lo afirma el historiador y biógrafo del Presidente Benito Juárez G. Baz: "El indulto generoso hubiera significado mas bien miedo ante la intromisión de una persona no mexicana, sin ningún nexo sanguíneo o histórico con México, e impuesto por la voluntad de la realeza europea. Eso nunca!!!

El envío del cadáver de Maximiliano, por México a su país de origen, es una advertencia para todas las naciones (sobre todo de Europa), dando a entender que ningún gobierno de este continente tiene derecho a inmiscuirse en México. Al mismo tiempo demuestra solidaridad de alguna manera con la Doctrina Monroe y gana la simpatía de los vecinos del norte.

Durante la estadía de Maximiliano en México, había "estado de guerra" ("Ley / Marcial Draconiana") por lo que se cumplió la ley.

Nota de tomar en cuenta: Los Habsburgos en 1848-9 durante la "Guerra de Independencia" de Hungría ahorcaron a las cabecillas de la revuelta.
Que se dice hoy en México? Respetan la memoria de Maximiliano. Sigue el Gobierno encabezado por Benito Juárez con el Pleno apoyo del Partido Liberal; la prensa trata de no mencionar los acontecimientos de Querétaro; la Prensa independiente (no solo la clerical) no afirman que Maximiliano era injusto ni que no tuvo en su mente el bien de México. El autor no da validez al argumento, de que si no hubieran condenado a muerte a Maximiliano, hubieran tenido que dejar libre a Miramon y Mejía dejando la posibilidad de una nueva asonada no le recriminan actos injustos o crueles y creen que creía en la Independencia de México:

De los que sí acusan todos, que llegó a México con el apoyo de una nación extranjera europea: la de Francia.

Cada 19 de junio mucha gente va las iglesias a rezar por su eterno descanso. En el sitio de su muerte y siempre hay una cruz y si esta se rompe, siempre hay quien la reponga.

El Cerro de la Campana se considera como un lugar histórico.
"In maguis et voluisse sat est".
Dr. Szenger Ede.



Gracias a la cortesía de Don Gringo en Catemaco por enviarme esta nota

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