OTOÑO
A
mi hermana Emilia
Van
cayendo las hojas suavemente
sobre
el césped cubierto de rocío;
las
aves se recogen tristemente
en
sus húmedos nidos: sienten frío.
Va
muriendo la tarde; nubes grises
van
ocultando el sol tras la montaña
y
se están esfumando sus matices
entre
la niebla que los campos baña.
Amarillentas
hojas van rodando
al
golpe de las lluvias otoñales,
y
parece que el bosque está llorando
y
remeda un lamento en los zarzales.
Todo
es triste: las blancas margaritas
hoy
están esparcidas por el suelo,
y
sus pequeñas hojas, ya marchitas,
también,
como en la tarde, están de duelo.
En
la vieja casona, una luz arde,
y
una mujer, ya grises los cabellos,
contempla
la caída de la tarde,
viendo
del sol los últimos destellos;
Y
su mirada lánguida y sombría
se
extiende por el campo entristecido...
¡Que
es doloroso ver morir el día
teniendo
ya el cabello encanecido!
***
Que
así como las hojas van cayendo,
sus
bellas ilusiones se esfumaron,
y
sus sueños de amor fueron muriendo
como
el sol, que las cumbres ocultaron.
Que
así como la hoja desprendida
y
las flores marchitas deshojadas,
pasaron
¡ay! las dichas de su vida
a
perderse en las sombras olvidadas;
Y
mira el sol hundirse tras el monte,
sintiendo
el alma llena de congojas,
¡Al
ver que se obscurece el horizonte,
ella
llora también, como las hojas!...
María
Boettiger de Álvarez
Foto y poesía aportada por su bisnieta Alicia Martínez Álvarez (nieta de Guillermo Álvarez Boettiger)
Foto y poesía aportada por su bisnieta Alicia Martínez Álvarez (nieta de Guillermo Álvarez Boettiger)
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