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miércoles, 7 de enero de 2015

DEYANIRA Y LA MUERTE DE HÉRCULES

DEYANIRA Y LA MUERTE DE HÉRCULES
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Hércules y el Cancerbero

Cuando Hércules o Heracles había descendido al Hades (Infierno) para atrapar al Cancerbero,  encontró a su amigo Meleagro, que le había pedido que se casara con su hermana Deyanira, que seguía viva. Heracles obedeció, conquistó a la joven luchando contra el dios- río Aqueloo, que quería casarse con ella. Vencido Aqueloo en un primer combate, se transformó en serpiente y volvió a atacar al héroe, siendo derrotado otra vez. Se transformó entonces en toro, y nuevamente Hércules lo venció y le arrancó un cuerno. Aqueloo se rindió y desistió de desposar a Deyanira, pero reclamó su cuerno. Heracles se quedó algún tiempo en Calidón, junto a su suegro, el rey Eneo. Pero mató accidentalmente a Éunomo, un joven pariente del rey que servía a la mesa del palacio de éste y quiso exiliarse. Partió, pues, con Deyanira y el hijo de ambos, Hilo. Al llegar a las orillas del río Eveno observaron que éste se encontraba negro y lodoso por la lluvia, El centauro Neso, feo, violento, desagradable,  acostumbraba a cambio de un pago,  pasar a los viajeros de una orilla a la otra. Heracles fue el primero en cruzar el río. Cuando Neso tuvo sobre de él a Deyanira, la belleza de cara, cuerpo y cabellos enervó su pasión y quiso violarla. Ella pidió socorro, y Heracles mató al centauro con una flecha envenenada. Éste, en sus últimos instantes, recomendó a Deyanira que mojara en su sangre una tela y que hiciera con ella una túnica con que revestir a  su marido, si alguna vez dejaba de amarla.
Deyanira y el centauro Neso

     
     Iole o Yola. Su padre Eurito, rey de Ecalia, había prometido casarla con quien le venciera a él y a sus hijos en el tiro al arco. Vencedor Heracles, le negó la recompensa prometida echándole en cara la muerte de Megara y de los hijos que había tenido con ella, además de los años pasados en humillante servidumbre bajo Euristeo.  Alejóse, pues, Hércules con las manos vacías y meditando su venganza; no tardó en presentársele ocasión de satisfacerla: habiendo caído en su poder Ífito (hijo de Eurito), quien fue a reclamarle el robo, o pedirle ayuda para descubrir a los ladrones de su ganado, la locura que le envía Hera como constante tormento volvió a entenebrecer su espíritu, y así fue como cometió aquel  hecho execrable:  lo arrojó desde la más  alta torre de su ciudadela de Tirinto, lo que motivó que para expiar su culpa tuviera que venderse como esclavo a Onfalia.

     A Heracles jamás le sonrió, en vida, la fortuna desde el punto de vista de los amores. A su fatal matrimonio con Megara y a sus humillaciones con Onfalia se añade su segundo casamiento con la intrépida Deyanira, quien conducía un carro y practicaba el arte de la guerra. Al morir e irse al Olimpo fue feliz al lado de Hebe.
Hebe

Los autores han gustado de representar a Heracles sirviendo a Onfalia, y sobre  todo, intercambiando sus ropas con las de ella, e hilando a sus pies: ecos, quizá de algún mito lidio en que se veía a una diosa servida por un parhedro afeminado. La servidumbre duró tres años. A su regreso,  el  héroe puso sitio a la ciudad de Ecalia, tomó la ciudad, mató a Eurito y a sus hijos. E hizo cautiva y mantuvo como concubina a la princesa que le habían negado su mano, a Iole, la de cabellos de oro. Al enterarse Deyanira de esta noticia empezó a preparar la túnica con el "filtro de amor" que le ofreció el centauro Neso. 
Onfalia y Hércules

     Heracles, vencedor de Eurito, quiso consagrar un altar a Zeus, y para ello mandó a pedir a Deyanira un traje nuevo.  Ella le envió la túnica impregnada de la sangre de Neso. Heracles se la puso, y el veneno, al contacto del cuerpo, empezó a quemarle de modo intolerable. Quiso arrancarse la tela, pero no pudo sino arrancarse la propia piel de tanto como se le había pegado la sangre del centauro. Entonces, se hizo llevar a Traquis, donde estaba Deyanira. Ésta, al ver lo que había hecho, se suicidó, desesperada. Heracles, que era inmortal desde que succionó uno de los pechos de la diosa Hera, tomó sus últimas disposiciones: confió a Iole a su hijo Hilo, pidiéndole que más adelante se casara con ella. Luego se dirigió al monte Eta, hizo una gran pira y subió a ella. Ordenó a sus servidores que le pegaran fuego, pero todos rehusaron, salvo Filotectes, que se resignó, y, en recompensa, recibió el arco y las flechas de Heracles. La pira ardía todavía cuando resonó un trueno enviado por su padre Zeus, y el héroe, liberado de los elementos mortales de su cuerpo, subió al cielo en una nube. En el Olimpo, se reconcilió con la diosa Hera. Se celebró una ceremonia en la que se simuló su nacimiento, como si saliera del vientre de la diosa, y se casó con Hebe, personificación de la Juventud. Siendo él desde entonces el guardián de las puertas del Olimpo.


Hércules o Heracles

     Eneo. Rey de Pleurón y Calidonia, fue hijo de Portaon y de Eurite; hermano de Agrio, Alcatoo, Melas, Laoconte, Leucopeo y Esterope. Esposo de Altea, hija de Testio, tuvo con ella once hijos, de entre ellos, según algunos autores, Meleagro y Deyanira son los frutos de las relaciones de Altea con Ares, el primero, y con Dionisos la segunda.

     Aqueloo. Hijo de Océano y Tetis o, según otra versión, del Sol y de la Tierra. Es el dios del río Aqueloo, hoy Aspropótamo, el mayor de Grecia, límite entre la Etolia y la Arcanania. El cuerno arrancado por Heracles lo trocó por el de la cabra Amaltea, que las náyades llenaran de flores y frutos, ofreciéndolo a la diosa Abundancia. Cuatro ninfas, al hacer sacrificios en el río Aqueloo, se olvidaron de nombrarlo entre los dioses, y él, encolerizado, las transformó en islas: las equinades. De los varios amores que se le atribuyen, se destaca Melpómene, madre de las aqueloides.
Hércules contra Aqueloo

     Megara. Hija de Creonte, rey de Tebas y hermano de Yocasta. Para recompensar a Heracles, que lo había ayudado a combatir a Ergino, rey de Orcomenes, el padre de la joven la dio en casamiento al héroe. De esta unión nacieron Creontíades, Terímaco y Deicoonte. Según la leyenda, habiéndose Heracles ausentado de Tebas, un usurpador, Licos, se apoderó de la ciudad, matando a Creonte, y quiso casarse con Megara. Heracles llegó a tiempo para impedirlo y dio muerte a Licos. Entonces fue cuando Hera inspiró al héroe un ataque de locura y éste mató a sus propios hijos. Según una versión mató también a Megara. En una variante de la leyenda, la joven escapó de la matanza y fue ofrecida por el marido a Iolas o Iolao, con quien tuvo una hija Leipefile.
Onfalia y Hércules

     Onfalia u Ónfale. Reina de Lidia. Hija del rey Iárdano o viuda de Tmolo, a quien sucedió en el trono. Para purificarse de la muerte de Ífito, Hércules se vendió como esclavo a Onfalia, comprometiéndose a servirla durante tres años. La soberana le impuso numerosas tareas, entre las que se destaca la de limpiar su reino de salteadores y monstruos. Así fue como el héroe sometió y encadenó a los Cercopes, una raza de geniecillos malignos que infestaban los caminos y jugaban toda clase de malas pasadas a los desprevenidos viandantes. Se dice que eran una horda de piratas acampados en las proximidades de Éfeso; dio muerte al malvado rey de Áulide, Sileo, quien obligaba a los viajeros a trabajar sus viñas para asesinarlos después; exterminó en el río Sangario una serpiente que asolaba sus riberas, y finalmente, arrojó al Meandro al cruel Litierses, que forzaba a los viandantes a recoger con él las mieses, y luego los decapitaba con su hoz.  Bueno, no hay que olvidar que también luchó contra Aquemón y Basalas. Enamorado de la reina, se avenía a vestirse con ropas femeninas y, tendido a sus pies, hilaba. Mientras tanto Onfalia, usando la piel del león de Nemea, blandía la maza. Finalmente, llena de admiración, Onfalia, devolvió al héroe la libertad.

     
BIBLIOGRAFÍA

Pierre Grimal. Mitologías. Del Mediterráneo al Ganges. Primera edición 1966. Editorial LAROUSSE.    Barcelona, España.

J.G. Noguín. Mitología Universal Ilustrada. JOAQUÍN GIL-EDITOR, Buenos Aires, M.CM. LV11.

Diccionario de Mitología Grecorromana. Editor VICTOR CIVICA. Sao Paulo, Brasil, 1974.

Otto Seeman. Mitología Clásica Ilustrada. Vergara Editorial, Barcelona, 1960.

Félix Guirand. Mitología General. Editorial Labor S. A. Barcelona, 1962.








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