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domingo, 6 de noviembre de 2016

ESPERMATOBIOSCOPIA Antonio Fco. Rguez. A.

ESPERMATOBIOSCOPÍA
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

 Imagen de Internet

Aurora y Gabriel, dos jóvenes y exitosos profesionistas, se habían conocido desde estudiantes en la Universidad.  Desde el inicio de su amistad siempre se apoyaron; se volvieron inseparables. Una tarde, mientras estudiaban, sus ojos se cruzaron a la par descubriendo mutuamente el gran sentimiento que los embargaba. Se dejaron llevar por ese magnetismo, sellando esa reciproca emoción con un beso tierno y prolongado, como anuncio de lo que sería la relación de ellos en adelante. A los dos años de haber terminado sus carreras, decidieron casarse para formar un hogar.


     Profesionalmente la vida les sonreía, estaban la mayor parte del tiempo inmersos en su trabajo. Ella, trabajando  como abogada para una empresa, y él en su bufete particular. Los primeros años pasaron sin percatarse de que ella no se había embarazado. Después, lo atribuyeron a la gran responsabilidad laboral. A Aurora le preocupaba que Gabriel, debido al exceso de trabajo pocas horas estuviera en casa. Una mañana, Aurora se encontró con una ex vecina de la infancia, la cual le solicitó si podía apoyar a una sobrina dándole un empleo. Aurora, al comienzo pensó en negarse, pero se acordó de su marido, del gran tiempo que lo absorbía su trabajo, y decidió contratarla como ayudante de él en su bufete, ella se encargaría de agendar el trabajo.


     Gabriel se desempeñó como un buen jefe: exigente, perfeccionista, amable y respetuoso. Elena puso todo su empeño en aprender a ser una excelente secretaria. Tanto así, que llegó a tener el aprecio de la pareja de abogados.


Imagen de Internet
    
     Entre Gabriel y Elena, empezó a incubarse una fuerte codependencia; se buscaban hasta para lo más trivial. Salían juntos a comer, o tomar un café. Cuando no estaban trabajando se hablaban por teléfono, inventando cualquier excusa para saludarse. El instinto femenino de Aurora, comenzó a inquietarla. Y ella, a la vez, trataba de desechar esos dolorosos pensamientos.


     La realidad es que entre ella y su esposo, ya no existía la ternura y el romanticismo que los había unido. Una tarde, él llegó más temprano a casa y con gran nerviosismo le confesó que se había enamorado de la joven. Aurora, se quedó de una pieza, la sorpresa la había enmudecido. Él, continúo hablándole que estaba muy apenado y dolido por lo que todo esto significaba en su matrimonio, y acabó planteando su deseo de disolver este vínculo. Aurora no le hizo reproches. Lo conocía bastante bien. Sabía que la decisión que él había tomado no tenía reversa. Obvio, que ella lo amaba y que le dolía sobremanera esta decisión. Con el corazón sobrecogido le respondió: - Gabriel, sabes muy bien que te amo y que me duele esto que me estás diciendo. No quiero hacerte sentir culpable de mi dolor. Primero, como amiga y hoy, como aún esposa tuya, sólo deseo que estés bien. Sí, te deseo toda la dicha y la felicidad… y si eres amado, me sentiré aún mejor.

    
    Gabriel se retiró definitivamente de esa casa, y de esa mujer, que habían sido su hogar. No quiso lastimarla más diciéndole que Elena estaba embarazada de él.



     Años después, supo que Aurora se había vuelto a casar y que tenía un par de hijos. En una plática que tuvo con un médico, cliente de él, el cual se había convertido en su gran amigo y confidente. Éste le dijo: - Querido amigo Gabriel, no me lo tomes a mal. ¿Alguna vez te han realizado una espermatobioscopia?


     Gabriel se puso lívido, recordando que algunas ocasiones, cuando Elena era su secretaria, llegó a buscarla un supuesto primo para acompañarla a su casa.

       Hubo errores que ya pertenecían al pasado. Él amaba a su nueva familia.


      

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