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miércoles, 1 de febrero de 2023

Elena y la curandera. Antonio Fco, Rguez. A.

ELENA Y LA CURANDERA

Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

 

Imagen Internet


     Elena, algunas noches llenas de estrellas, recuerda su viaje nupcial. Iban en auto a su Luna de Miel ella y su marido, y de improviso un chirriar de neumáticos que terminó en un estruendoso ruido al golpear contra un muro de contención, terminó también, con la vida de su pareja. La contusión le hizo perder a ella el conocimiento, y cuando lo recuperó no se percató de lo que acababa de suceder, salió obnubilada del vehículo, abandonó la carretera y se internó en un pequeño claro del bosque. Dos días después, fue hallada y rescatada, a la vera de un arroyo, por una familia de campesinos que vivían cerca del lugar. Al preguntarle sobre su estado físico, se dieron cuenta que estaba amnésica, y así, al llegar a la choza le ofrecieron una tisana caliente y comida, y posteriormente le curaron parte de los golpes y escoriaciones que su cuerpo presentaba. Le venció el cansancio y se quedó dormida arriba de un catre.

 

 

     A la mañana siguiente, al abrir Elena los ojos, lo primero que vio fue la cara de la señora, que estaba sahumándola, a la vez que rezaba en un idioma desconocido para ella. Ambas sonrieron, una queriendo infundirle confianza, y la otra, agradeciendo la amabilidad de sus cuidados. Se tomaron de las manos y se quedaron viendo mutuamente a los ojos, leyéndose el alma que se encontraba dentro de ellos.  Del sahumerio se desprendía una fragante infusión de orquídeas, y un melodioso canto de amor, fresco y delicioso, reemplazó las oraciones. La sonrisa y el toque de las manos de la señora hacían florecer la salud y las fuerzas del delicado y fino cuerpo de Elena. Ésta empezó a recobrar la memoria y dentro de su desolación y de la desdicha de su amor, de los luceros dormidos de sus ojos escapó un sosegado llanto, y desde su pecho hondos y quejumbrosos suspiros que se impregnaban de la sublime esencia de la orquídea.



     Sus oídos, escucharon la onírica voz de la señora que le decía: - Hija, siento tan míos tu dolor y las lágrimas de tus ojos, qué de ahora en adelante, tu llanto sólo será visto por las estrellas bajo el cielo tranquilo de la noche.

 

 

Xalapa, Ver. 28.12.2022




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