TLATOL
DEL DIABLO
Abreviatura de tlahtolli, discurso, palabra. “Ajuntarse” para hacer frente a las
exacciones y crímenes de los encomenderos y de cuantos se habían introducido en
sus tierras. Mensaje que los indios chichimecas usaron durante la guerra del
Miztón para alentar a todos los pueblos indígenas a sublevarse en contra de los
cristianos barbados. “Nosotros somos mensajeros del diablo, el cual se llama
Tecoroli y venimos haceros saber cómo él viene y trae consigo resucitados a
todos vuestros antepasados, con muchas riquezas y joyas de oro y turquesa, plumas y espejos y arcos y
flechas que nunca se quiebran y mucha ropa para nuestro vestir y muchas cuentas
y otras cosas para las mujeres y haceros saber que los que le creyéredes y
siguiéredes e dejáredes la doctrina de los frailes nunca moriréis ni tendréis
necesidad.
Y los viejos y viejas se retornarán mozos, y concibirán por muy viejos que sean, y las sementeras se os harán sin que nadie ponga las manos en ellas, y sin que llueva, y la leña del monte ella se os vendrá a casa sin que la traiga nadie...Cuando alguno fuere fuera de casa a holgarse, cuando volviere hallará la comida guisada sin que nadie se la haga; y aquella acabada, las jícaras se tornarán a henchir de otra comida muy excelente y el pescado que con trabajo pescáis en los arroyos, todas las veces que lo pidiéredes se os saldrá fuera del agua y será muy grande y no como el que pescáis porque aquello y toda la otra comida perecerá y gozaréis de la que el diablo os ha de dar que es mucho mejor y que lo mismo sirve.
De las rodelas y armas que tenían, (dijeron) que el diablo les había de dar otras muy mejores y que les traería rodajas de plata muy galanas para las narices, y que las pinturas que ellos acostumbraban a hacerse en el rostro nunca se quitarían las que el diablo hiciese, y les daría muchas joyas para que pusiesen en las narices y orejas y arcos y batidores para el brazo, y que supiesen que las propias carnes que tenían se les habían de caer y nacerles otras inmortales y que los niños que pariesen las mujeres que hubiesen adorado al diablo, en naciendo podrían engendrar, a los cuales daría el diablo a cada uno su mujer, y que a los indios mandaría que tuviesen las mujeres que quisiesen y no una como los frailes decían. Y al que con una se contentase, a la hora moriría, y que tuviesen que el indio o india que creyesen en dios y no en el diablo luego no vería más la luz y sería comido de las bestias; y que siempre habían de despender (pasársela) en bailes y borracheras y que, al que esto no hiciese, la comida que guisase se le había de tornar amarga, y también había de hacer a los cristianos que hiciesen lo mismo o que los había de matar. Y luego iría el diablo a Guadalajara y Jalisco y a Mechoacán y a México y a Guatimala y a doquiera que cristianos hubiese, los cuales juntaría a todos y haría que la tierra se volviese sobre ellos y los tomase debajo y matase, y que hecho esto, el diablo se volvería a su casa y que ellos quedarían muy contentos con todos sus antepasados, entendiendo en lo que arriba dice sin hacer sementeras ni labores porque ellas de suyo se habían de hacer de allí en adelante”. Texto extraído de “Descargos del virrey, don Antonio de Mendoza, del interrogatorio de la visita del licenciado Francisco Tello de Sandoval” AGI, Audiencia de México. Reproducido por Ciriaco Pérez Bustamante en Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, Santiago de Compostela, 1928, p.152. || Exacción. Acción y efecto de exigir impuestos, prestaciones, multas, deudas, etc. Cobro injusto y violento.
Y los viejos y viejas se retornarán mozos, y concibirán por muy viejos que sean, y las sementeras se os harán sin que nadie ponga las manos en ellas, y sin que llueva, y la leña del monte ella se os vendrá a casa sin que la traiga nadie...Cuando alguno fuere fuera de casa a holgarse, cuando volviere hallará la comida guisada sin que nadie se la haga; y aquella acabada, las jícaras se tornarán a henchir de otra comida muy excelente y el pescado que con trabajo pescáis en los arroyos, todas las veces que lo pidiéredes se os saldrá fuera del agua y será muy grande y no como el que pescáis porque aquello y toda la otra comida perecerá y gozaréis de la que el diablo os ha de dar que es mucho mejor y que lo mismo sirve.
De las rodelas y armas que tenían, (dijeron) que el diablo les había de dar otras muy mejores y que les traería rodajas de plata muy galanas para las narices, y que las pinturas que ellos acostumbraban a hacerse en el rostro nunca se quitarían las que el diablo hiciese, y les daría muchas joyas para que pusiesen en las narices y orejas y arcos y batidores para el brazo, y que supiesen que las propias carnes que tenían se les habían de caer y nacerles otras inmortales y que los niños que pariesen las mujeres que hubiesen adorado al diablo, en naciendo podrían engendrar, a los cuales daría el diablo a cada uno su mujer, y que a los indios mandaría que tuviesen las mujeres que quisiesen y no una como los frailes decían. Y al que con una se contentase, a la hora moriría, y que tuviesen que el indio o india que creyesen en dios y no en el diablo luego no vería más la luz y sería comido de las bestias; y que siempre habían de despender (pasársela) en bailes y borracheras y que, al que esto no hiciese, la comida que guisase se le había de tornar amarga, y también había de hacer a los cristianos que hiciesen lo mismo o que los había de matar. Y luego iría el diablo a Guadalajara y Jalisco y a Mechoacán y a México y a Guatimala y a doquiera que cristianos hubiese, los cuales juntaría a todos y haría que la tierra se volviese sobre ellos y los tomase debajo y matase, y que hecho esto, el diablo se volvería a su casa y que ellos quedarían muy contentos con todos sus antepasados, entendiendo en lo que arriba dice sin hacer sementeras ni labores porque ellas de suyo se habían de hacer de allí en adelante”. Texto extraído de “Descargos del virrey, don Antonio de Mendoza, del interrogatorio de la visita del licenciado Francisco Tello de Sandoval” AGI, Audiencia de México. Reproducido por Ciriaco Pérez Bustamante en Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, Santiago de Compostela, 1928, p.152. || Exacción. Acción y efecto de exigir impuestos, prestaciones, multas, deudas, etc. Cobro injusto y violento.
Tomado del libro: La
flecha en el blanco de Miguel León Portilla.
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