ODÍN
Y THOR
DIOSES
NÓRDICOS
ASGARD
Asgard, la morada de los dioses, era el
reino superior de los tres de que se componía el universo. En realidad, se
trataba de una especie de ciudadela fortificada donde los dioses llevaban una
vida bastante similar a la de los hombres en Midgard (“el país de en medio”),
la tierra de los mortales. Fueron los dioses de Asgard quienes crearon el
universo y pusieron en movimiento el sol y la Luna. En Asgard, además,
levantaron enormes palacios donde habitar, labraron los campos de las
proximidades e, incluso, crearon un tribunal de justicia. Las dos dinastías de
dioses –los Aesir (dioses celestes) y los Vanir (dioses terrenales)- vivían en
Asgard. Hubo una gran guerra entre ellas, aunque al final pactaron la paz en
una ceremonia en la que todos los dioses escupieron sobre un caldero del que
surgió un gigante llamado Kvasir el Sabio. Con el tiempo éste fue asesinado por
dos enanos, que con sus entrañas fabricaron para los dioses una poción mágica
denominada “hidromiel de la inspiración”.
Odín o Wotan (“Furor”), el soberano de
Asgard, era el dios de la guerra, las tormentas, la magia, la inspiración y el
mundo subterráneo. Era el más antiguo y poderoso de todos los dioses nórdicos
y, junto con sus hermanos Vili y Ve, creó el universo. Dos de los poderes más importantes
con que contaba eran, en primer lugar, la capacidad de adoptar cualquier forma
y, en segundo lugar, su sabiduría, que había adquirido al beber savia de una de
las raíces del gigantesco fresno Yggdrasil que contenía el pozo de Mimir. Creó a los dioses y a los hombres, a los
cuales proporcionaba la valentía contra los enemigos. Cuando no cabalgaba sobre
las nubes a través del espacio residía en el Walhalla (cielo empíreo). Y allí,
aposentado en elevado trono, veía todo lo que hacían los dioses y los hombres.
El primer hombre, Ask, y la primera mujer
Embla, fueron creados por los tres dioses a partir de un par de troncos varados
en la orilla del océano. Odín dio la vida; Vili, la razón y los sentimientos, y
Ve, los sentidos de la vista y el oído. Ask y Embla se fueron a vivir a Midgard
y se convirtieron en la pareja humana primordial.
Además de los dioses y diosas había unos
seres intermedios entre aquéllos y los hombres, o sea los gigantes, que eran
los arquitectos de las construcciones colosales de los palacios en donde
habitaban los dioses; los enanos, hábiles forjadores de armas divinas, cuyo
jefe era Wieland; las valquirias, mensajeras celestes que, en los campos de
batalla, cuidaban de recoger a los muertos y de llevarlos al Walhalla (el salón
de los muertos).
En la categoría inferior a estos seres,
existían también una multitud de espíritus o genios –elfos y trolls- que
jugueteaban con los míseros mortales, unas veces ayudándolos, otras burlándose
y aun perjudicándolos.
El divino Odín siempre iba armado con un
casco de oro y una brillante coraza y empuñaba en la diestra la lanza llamada
“Guguir”, forjada por los enanos y a la que nadie ni nada podía detener. Por
último, el anillo Draupnir, que tiene el poder de multiplicar al infinito las
riquezas de quien lo lleva.
Sleipnir era el más ágil y el mejor de
todos los caballos, pues tenía ocho patas y no existía obstáculo que no pudiera
franquear. Montado en él le gustaba a Odín salir a sus cacerías salvajes.
Para saber todo cuanto ocurría en sus
dominios, el barbiplateado Odín tenía sobre sus hombros dos cuervos llamados
Munín (“la memoria”) y Hujín (“el pensamiento”), quienes le contaban al oído
todo lo que habían visto y escuchado, pues cada mañana el dios los enviaba a lo
lejos, para que recorrieran todos los países e interrogaran a los vivos y a los
muertos.
De Odín el Padre Universal, nació Thor, el
dios de la atmósfera, los vientos y la lluvia, el buen tiempo y las mieses y
sobretodo del rayo y el trueno, los cuales se producían al golpear con el
martillo mágico que siempre empuñaba.
Todo lo que Odín tenía de amable,
inteligente y bueno, tan espiritual que no necesitaba comer y sólo se
alimentaba de vino, tenía Thor de brutal, hosco, torpe y gran comedor y
bebedor, del que a cada momento se estaba burlando Loki (“llama”), un demonio
tramposo, que siempre estaba de broma.
El barbirrojo Thor tenía un martillo
mágico llamado “Mjolnir” (destructor) y utilizaba esta arma predilecta tanto de
maza como de arma arrojadiza. Era un proyectil que, además de no errar jamás el
golpe, cual maravilloso boomerang, volvía después de matar, a sus manos.
Además, si era necesario, se hacía tan pequeño que podía disimularlo en
cualquier parte.
Pero aparte de este magnífico
martillo-maza, el dios Thor, tipo ideal del guerrero germánico, poseía dos
talismanes de gran valor: un cinturón que multiplicaba la fuerza de sus
miembros, y unos guantes de hierro que le permitían empuñar como era debido el
tremendo y célebre martillo.
Asimismo tenía, como los demás dioses, su
palacio propio en Asgard (la mansión de los ases). Esta soberbia morada,
llamada Bilskirnir, era la más amplia que se conocía: no tenía menos de 540
salas.
Cuando Thor salía de su palacio, se complacía
en recorrer el mundo montado en su carro del que tiraban machos cabríos. Y si
durante el viaje tenía hambre, mataba a sus cabalgaduras y las asaba. Después
le bastaba poner su martillo sobre las pieles para que los cornudos animales
adquiriesen nueva vida.
Pero un día, al despertar, Thor reparó en
que su martillo había desaparecido. ¿Dónde estaba? Consternado, fue a decírselo
a Loki, cuya astuta malicia siempre hallaba solución para todo.
-Lo ha de haber robado algún gigante-
dijo.
Y Para convencerlo, pidió a la diosa Freya
su traje mágico de plumas, se lo puso, y voló al país lejano de los gigantes,
donde no tardó en saber por el propio gigante Thrym que, en efecto, él lo había
robado.
-Pero no estoy dispuesto a devolverlo- agregó-
si no me dan como mujer a la propia Freya.
Loki regresó y expuso el resultado de su
misión, pero la diosa del amor se horrorizó ante la idea de entregar sus
encantos al rey de los gigantes de la Escarcha. En este trance Loki persuadió a
Thor que se pusiese los vestidos de Freya y le acompañase a Jotunheim. Thrym
recibió con la debida cortesía a la falsa novia, pero la causó gran sorpresa
ver que en la cena se comía ocho salmones y un buey entero, además de los
entremeses, y remojaba su yantar con tres toneles de hidromiel. Loki, sin
embargo, le aseguró que la diosa no había probado bocado durante ocho largas
noches, tan grande era su anhelo de ver a su amante, el famoso monarca de
Jotunheim.
Thrym tuvo por fin la curiosidad de mirar
bajo el velo de su novia, pero se apartó asustado, preguntando por qué en los
ojos de Freya brillaban las llamas. Loki repitió la misma excusa, y el gigante
se sintió satisfecho. Ordenó que fuese traído el martillo y lo depositó en el
regazo de la doncella. Al punto Thor se despojó de su disfraz, empuñó su arma
tan temida y mató a Thrym y a todo su séquito.
Freya o Freyja (“dama”), la diosa del
amor, de la salud, de las profecías y de la fertilidad (ayudaba a que los
cultivos fueran abundantes, los pescadores obtuvieran una buena pesca y las
mujeres dieran a luz sin problemas). Era la deidad más bella de toda Asgard. Su
sonrisa hacía florecer los campos y con sus lágrimas los asperjaba de rocío. En
especiales ocasiones sus lágrimas eran de oro. Su posesión más apreciada es el
collar de oro de Brisingamen (fabricado por los cuatro hermanos enanos
Brisings) y un manto mágico de plumas llamado “Valhamr”, el cual la hacía
volar. Era partidaria del amor libre y contaba con numerosos amantes, tanto
dioses como mortales. Puede transformarse en halcón, y a menudo viaja en un
carro tirado por dos gatos. Era hermana de
Freyr (“señor”), dios de la
fertilidad y la abundancia.
A Freya, en muchos casos, sin embargo, se
la ha confundido con Frigg-Frija, puesto que a menudo se la tiene por esposa de
Odín. Incluso acompaña al dios en los
campos de batalla, pues tiene el derecho de llevarse a su palacio, el Folkvang,
la mitad de los guerreros muertos en el combate. Igual que Odín en el Walhalla,
recibe a los héroes muertos y les asigna asientos en la gran sala de los
festines. Incluso llega a servir a los invitados del Walhalla, como una
Walkyria. En realidad, es la primera de las walkyrias.
Friga o Frigg (“la bien amada”, o “la
esposa”), esposa de Odín, partícipe de su
sabiduría y soberanía. Su astucia vence a veces la voluntad de su señor.
Protectora de los matrimonios, acordaba la fecundidad. Conoce el porvenir de
los hombres, pero no se lo revela a nadie; además, tampoco puede alterarlo.
Cuando su estimado hijo Balder soñó que era herido, ella rogó a todo ser vivo
que no le hiciese daño. Pero olvidó decírselo al muérdago, de modo que con el
tiempo Balder moriría a causa de las heridas de una flecha impregnada con esta
planta. Llevaba un manto semejante a una nube y se iluminaba o se apagaba según
el humor que tuviera. Al igual que Odín, tampoco es perfectamente fiel: por
coquetería o por interés, es capaz de conceder sus favores a dioses y a
personajes de rango inferior.
Hel, soberana de los infiernos, si bien
los germanos consideraban a este mundo subterráneo no como lugar de castigo,
sino como la morada de aquellos que habían cesado de vivir y que ahí encuentran
una gran tranquilidad. Hija de Loki (según textos tardíos influidos por
cristianos), su apariencia era extraña y terrífica. La cabeza le colgaba hacia
delante, y la mitad de su rostro era toda negra.
Sif, la bella esposa de Thor, ella era la
personificación de la fidelidad conyugal, célebre por la hermosura de su larga
cabellera dorada, Thor había tenido varios hijos, que se distinguían como él,
por su fuerza maravillosa. Dos de ellos, Magni (la fuerza) y Modi (la cólera),
heredarían un día su martillo, aquel martillo mágico que además era
especialmente usado en recién casadas (se ponía sobre las rodillas de la
desposada para asegurar su fertilidad).
Un día, Loki ideó una de sus ardides y le
cortó su preciada cabellera. Cuando Thor vio lo sucedido, se enfureció tanto
que Loki, aterrorizado, fue corriendo a ver a los enanos para que le fabricaran
una cabellera de oro puro que sustituyese a la anterior.
Iduna, esta diosa guarda en una caja las manzanas que los dioses, cuando
sienten que se aproxima su vejez, sólo han de probar para volver a ser jóvenes.
Su marido es Bragi, el dios de la poesía, y su canto recuerda las hazañas de
los guerreros.
Las Valquirias (“las que eligen a los
muertos”), Val significa “matar”. Son vírgenes guerreras que montan briosos
caballos y van armadas con cascos y espadas. Odín, deseoso de reunir un gran
número de héroes en el Valhalla a fin de poder luchar contra los gigantes el
día del combate final, las envía como emisarios a todos los campos de batalla
para que escojan a aquellos que caen muertos. Cuando cabalgan, su armadura
brilla con un extraño fulgor mortecino que resplandece en los cielos del norte
y es lo que los hombres llaman “Aurora Boreal”.
Loki no fue uno de los dioses más antiguos
del panteón germánico. Se le consideraba como un demonio superior. Dedicado
siempre a las malas obras. Compartía la vida de los dioses, a quienes brindaba,
a veces alguna ayuda interesada. Jamás dejó de conspirar para disminuir el
poder de los dioses, y al final resultó la causa de su ruina. Fue también el
demonio del fuego. Su nombre significa “llama” y era hijo de Farbauti “el que
golpeando hace nacer el fuego”, y de Laufey “la isla arbolada”.
Los Elfos, eran una clase de seres
inferiores a los dioses, pero que poseían un gran poder. Los espíritus blancos,
o elfos de luz, eran muy hermosos, más brillantes que el sol, e iban vestidos
con telas muy finas y transparentes. Amaban la luz, eran bondadosos con los
hombres y generalmente se aparecían bajo la forma de niños bellos y amables. Su
país se llamaba Alfheim y era el dominio de Freyr, el dios del sol, con cuyos
rayos estaban siempre jugando.
Los elfos negros o de la noche eran unos
enanos feos, de nariz larga y un sucio color moreno, que aparecían sólo por la
noche, pues huían del sol como de su enemigo mortal porque siempre que uno de
sus rayos caía sobre uno de ellos quedaba inmediatamente convertido en piedra.
Su lenguaje era el eco de las soledades y vivían en las cuevas subterráneas y
en las grietas. Creíase que habían nacido de las larvas producidas por la carne
putrefacta del cuerpo de Emir, y después fueron dotados por los dioses de forma
humana y gran sabiduría. Eran particularmente notables en el conocimiento de
los poderes misteriosos de la naturaleza y por las ruinas que grababan y
explicaban. Eran los artífices más hábiles del mundo y trabajaban los metales y
la madera. Entre sus obras más notables se cuentan el martillo de Thor y la
nave Skildbladuir, que entregaron a Freyr. Esta nave era tan grande que podía
contener a todos los dioses con sus armamentos y utensilios domésticos, y tan
ingeniosamente construida que podía plegarse y meterse en la faltriquera.
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