Translate

viernes, 14 de marzo de 2014

LA SELVA DE LOS TUXTLAS Alejandro Estrada/Rosamond Coates

LA SELVA DE LOS TUXTLAS
ALEJANDRO ESTRADA/ROSAMOND COATES-ESTRADA



  
Cada amanecer en la selva de Los Tuxtlas al sur de Veracruz es el inicio de una sinfonía de la vida, como ha sucedido cada día durante millones de años. Parvadas de pericos y tucanes vuelan sobre las copas de los árboles. Grupos de monos aulladores en las copas emiten sus sonoros bramidos, que pueden ser escuchados hasta a 2 km de distancia, avisándole a otros grupos vecinos de su localización en la selva. Colibríes visitan las flores de numerosas plantas en el piso de la selva. Las abejas euglosas se preparan para volar grandes distancias en búsqueda de  néctar y polen. Al anochecer, la vida nocturna es una sinfonía aún más compleja, con la actividad de numerosos insectos, reptiles y anfibios. La noche es el mundo de los murciélagos en busca de frutos, néctar y pequeñas presas y el universo de otros mamíferos como las martuchas, los cacomixtles y el puerco espín arborícola. Es el mundo también de los aromas producidos por las flores de muchas plantas y que pueden olerse a docenas de metros de distancia, señalando a insectos y a otros polinizadores la presencia de alimento. A medida que el amanecer se vuelve día o el anochecer se vuelve noche, la vida en la selva asume el rico ritmo de una antigua danza de nacimientos, hambre, crecimiento, muerte y descomposición.

     Las selvas húmedas, como las de Los Tuxtlas, son universos verdes especialmente complejos. Las partes más altas del dosel, que llegan a alcanzar hasta 40  o más metros de altura, están ocupadas por las copas de los árboles emergentes que, en conjunto con las numerosas plantas trepadoras, bromelias y orquídeas, permiten que sólo lleguen unos cuantos rayos de Sol al suelo. Gigantescas torres formadas por los troncos de los árboles en conjunto con las lianas y otras plantas trepadoras sostienen el techo de la selva. En el suelo predomina la penumbra. Esta penumbra inhibe el crecimiento de las plantas, por lo que el piso de la selva está sorprendentemente  libre de vegetación. Una delgada alfombra de materia orgánica formada por las hojas, ramas y otras partes de las plantas, y que llamamos hojarasca, yace en el piso.

     A medida que caminamos por la selva, el aire se siente húmedo y cálido. La lluvia matutina aún escurre rítmicamente de las hojas de las plantas. Esta humedad atrapada en el interior de la selva sostiene una exuberancia de plantas y animales. El dosel retiene la humedad, modera los cambios diarios de temperatura y detiene la fuerza de la lluvia y los vientos. Parados en el piso de la selva notamos pocos cambios en la temperatura y humedad, pero un mono aullador o un mono araña posado en la parte más alta de las copas debe enfrentarse a temperaturas mucho más elevadas, a fuertes vientos y a un ambiente más seco.

     Desde el techo de esta catedral natural hasta la corteza del árbol que tocamos con nuestras manos, la selva aloja numerosos inquilinos. Los árboles proveen pequeños hábitat para diferentes tipos de plantas, capaces de sobrevivir bajo condiciones muy especiales. Los musgos y líquenes cubren las superficies de las ramas. Las bromelias, que obtienen sus nutrientes de la materia orgánica y de la lluvia atrapada por las copas, proliferan sobre los troncos y ramas. Cada estrato vertical de la selva es un hábitat único ocupado por insectos, aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Así, en el piso de la selva podremos encontrar, entre una gran variedad de insectos, a las hormigas arrieras acarreando miles de fragmentos de hojas de los árboles hacia sus nidos. Más arriba podemos ver lagartijas anolis y colibríes junto con otras llamativas aves. Aún más arriba encontramos ardillas, mariposas y aves de bellos colores, como las tangaras. En las partes más altas del dosel están, entre muchos otros habitantes, los monos aulladores, los tucanes y el gavilán blanco.









TANGARAS





     FRAGMENTO. Introducción al libro Las selvas tropicales húmedas de México. 3ª reimpresión 2000. Fondo de Cultura Económica. México, D. F.


2 comentarios:

  1. Gracias, gracias, gracias, soy de San Andres Tuxtla, Ver. y mi corazón se lleno de alegría y mi mente de recuerdos, me gusta lo mismo que a ti un buen libro, una taza de buen café, una buena conversación, y sobre todo la naturaleza como Dios la creo, saludos del D. F. añorando todo eso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encantó tu comentario, gracias.Un gran y cordial saludo amiga Lucy GV.

      Eliminar