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miércoles, 10 de octubre de 2012

ÍCARO SEXUAL, el fin del placer


ÍCARO SEXUAL
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
04-10.12



    - ¡Eres un mal padre,  no quieres a tu hija! Decía mi mujer porque no paseaba a la perrita. Era de noche, acababa de atender a 26 pacientes en un turno de 6 horas, lo que menos deseaba era oír reproches, ni volver a salir a la calle. Salí con la perrita. A una cuadra está el Paseo Martí, ella se pone feliz pues ahí los vecinos pasean con perros de diferentes razas. Ella corrió, jugó y coqueteó; al rato ya cansado, me senté sobre una banca y jugueteé con ella. Estaba inclinado jugando, cuando alcancé a ver enfrente de mí un par de magníficas piernas vestidas con mayas negras, alcé más la vista y descubrí a la dueña de ese par de maravillas, una linda rubia de ojos azules. Al verle a la cara me sonrió y me dijo:

-               ¡Me encanta verlos jugando!,
-    Y veo que eres muy cariñoso con las hembritas!

     Me levanté y nos presentamos. Sentados en la banca empezamos a platicar, o más bien, ella empezó a relatarme su vida:   - Mis padres me trajeron muy niña desde España, antes de los 20 años ya estaba yo casada con un rico industrial, el cual siempre me trató como a una muñequita, no me tocaba, pues todo el tiempo andaba con diferentes mujeres. Yo no podía decirle nada porque enseguida me golpeaba. Lo aguanté durante 15 años, le pedí el divorcio el cual se negaba a dármelo. Hubo un momento en que se quedó callada, se disiparon de su rostro las líneas de preocupación, me miró con fijeza y me dijo:

-      ¡Tiene 4 meses que soy libre, en estos 4 meses no he hecho el amor y quiero hoy... hacerlo contigo!

      No esperaba tal propuesta, y no podía negarme, pues además de ser tan escultural y bella, me dejó atrapado su forma de pedírmelo.

     Dejé a la perrita en casa, di una excusa, saqué la camioneta y regresé por la rubia. Pasamos a un “Súper” por una botella de vino, botanas, cigarros  y unos preservativos. En el trayecto al Motel no paraba ella de abrazarme y besarme, llegando a él nos desvestimos y nos subimos a la cama, nos incitó el momento, iniciamos un rico escarceo erótico y justo al momento de empezar el intercurso ella me dice:

     -¿Espero que mi marido no haya enviado algún guardaespaldas a vigilarme?

     Quedé helado, me derrumbé como si me hubieran cortado las alas volando en lo más alto del placer, eso fue el fin de mi pasión, y sobre todo de mi virilidad, todo, todo, se fue al traste. Me sentí un idiota, no pensé que fuera ella a creer lo que me había pasado. Y para colmo, me envió a buscarle los cigarros a la camioneta, así que con mucho miedo y pensando encontrarme a un criminal que me estuviera esperando fui por ellos. El resto del tiempo me la pasé de lo más incómodo, deseando salir lo más pronto de ahí y regresar a casa. Salimos y ella al igual que antes siguió apapachándome, queriendo que me detuviera antes de llevarla a su casa para seguir con sus mimos, no lo hice, sentí que alguien nos venía siguiendo con la consigna de matarme. No respiré hasta verla entrar en su casa, y sin antes prometerle que la vería al día siguiente,  y de ahí al llegar a la mía me encontré que mi mujer le había puesto trancas a la puerta para que yo no entrara, a través de una de las ventanas alcancé a ver la carita de la perrita, que me sonreía. No traía dinero en efectivo ni tarjetas, así que me dispuse a dormir dentro de la camioneta.

     Era obvio que  no había sido la mejor noche de mi vida. Pero gracias a Dios… seguía con vida.

     Al día siguiente  ella se quedó inútilmente esperándome . No pude cumplir mi promesa. Algunas damas crean motivos para que el hombre deje de ser... un caballero.


Veracruz, Ver. 04.10.12





1 comentario:

  1. Me gusto tu manera de expresarte de una mujer y de como explicas tu escritura... nunca habia leido nada tuyo, abrazos

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