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jueves, 15 de abril de 2021

CHALCHIUHTLICUE, Chicomecóatl y Huixtocíhuatl. Antonio Fco. Rguez. A.

 

CHALCHIUHTLICUE o CHALCHIUHCUEYE

Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

 

Chalchiuhtlicue en el Códice Borbónico

 

     Chalchiuhtlicue o Chalchiuhcueye. “Falda de jadeíta”. También llamada Acuecuéyotl, “Olas de agua”, Apozonalotl, “Espuma de agua”. Era la diosa del agua corriente.

 

     Sahagún señala al respecto: “…pintábanla como mujer, y decían que era hermana de los dioses de la lluvia que llamaban tlaloques; honrábanla porque decían que ella tenía poder sobre el agua del mar y de los ríos, para ahogar a los que andaban en estas aguas y hacer tempestades y torbellinos en ellas, y anegar los navíos y barcas y otras cosas que caminaban por el agua. Los que eran devotos a ella y la festejaban eran todos aquellos que tienen sus granjerías en el agua, como son los que las venden en acalli (canoas), y los que la venden en tinajas en la plaza…”

 

Chalchiuhtlicue

     Comentarios de Sahagún y Chavero: Los atavíos con que pintaban a esta diosa, eran la cara, las manos y los pies de color amarillo; los pies estaban calzados  con cactli (sandalias) blancos. Le ponían un collar con piedras preciosas, de que colgaba una medalla de oro, en la cabeza una corona de papel pintada de azul claro, con unos penachos de plumas verdes de quetzal y orejeras labradas de turquesas, y corporalmente, el clásico cueitl (enaguas) y el huipilli (camisa o blusa), con motivos que representaban el agua, ambas color azul claro, con unas franjas de que colgaban caracolitos marinos. En la mano izquierda llevaba un chimalli (escudo) con un atlacuezonan (nenúfar) pintado y en la otra un palo sonaja, a manera de cetro. Las cuatro deidades, hijas de los dioses primigenios, crearon a esta diosa al mismo tiempo que a Tláloc su esposo.

 

     Además de los aztecas, era también venerada como diosa de la lluvia por los tlaxcaltecas quienes la llamaron Matlalcueye “La que tiene faldellín de color azul”. Mismo nombre daban al volcán, que hoy se llama La Malinche, en cuya cumbre hacían cultos consistentes en oración y sacrificio por formarse nublados tempestuosos que ordinariamente descargan sobre la ciudad de Puebla.

 

     Como diosa del mar fue venerada en las costas de Veracruz, en lo que ahora conocemos como Chalchiuhcuecan y Chalchiuhcueyecan, “Morada de la falda de esmeraldas” o “Morada de la que tiene falda de esmeraldas o piedras preciosas”. Donde está hoy la ciudad y puerto de Veracruz, el más célebre y el más frecuentado de la Nueva España. Al desembarcar los españoles en Chalchiuhcueyecan admirados del color verde jade de las aguas que bañaban la costa y cuyo oleaje refrescaba la candente arena lo bautizaron como "Costa Verde".

 

     Chalchiuhcueye estaba también vinculada al nacimiento. Sahagún incluye la invocación que las parteras hacían de ella cuando bañaban al recién nacido. "Recíbate el agua por ser tu madre la diosa Chalchiuhcueye. Esta ablución te libre de las manchas y suciedades que traes del vientre de tu madre, te limpie el corazón y te de buena y perfecta vida".

 

     En relación al matrimonio. Al quinto día de recién casado, un sacerdote echaba al hombre cuatro veces agua en honra de la diosa Chalchiuhcueye y otras tantas vino en honra de Tezcatzóncatl (El de la cabellera reluciente), uno de los dioses del pulque.

 

Chalchiuhtlicue

     La Historia de los Mexicanos por sus Pinturas narra que quiso Quetzalcóatl que su hijo fuese Sol, el cual tenía a él por padre y no tenía madre, y también quiso que  Tláloc hiciese a su hijo de él y de Chalchiuhcueye aventarlo al rescoldo de una hoguera, y que allí salió la Luna, que por eso parece cenicienta y oscura.

 

     En el Códice Borbónico se aprecia la hermosa pintura con que es representada esta diosa. Salía de su cuerpo y se extendía por sus pies, en forma de larguísima cauda, el símbolo del agua, cuya corriente arrastra el itacatl (Itacate) de un mercader, a un guerrero y a una mujer. Víveres o vituallas procedentes del interior de las aguas o de la exuberante y pródiga tierra.

 

     La fiesta principal de esta diosa se hacía en la veintena Etzacualiztli (Comida de poleadas de frijol). Nombre del sexto mes o veintena del calendario.

 

     Los señores y reyes veneraban mucho a esta diosa con otras dos, que era la diosa de los mantenimientos, que llamaban Chicomecóatl (Siete culebras), y la diosa de la sal que llamaban Huixtocíhuatl, porque decían que estas tres diosas mantenían a la gente popular, para que pudiesen vivir y multiplicar.

 

     Chicomecóatl, o sea la Tierra. Diosa de la germinación de las plantas, pues bajo este nombre era el numen de la esterilidad y del hambre,  representando la tierra, negando sus frutos, presenciando la muerte de los seres y encerrando los despojos en su seno, desnuda de su verdor durante el invierno, presenta una faz angustiosa y dura; mientras su fertilidad abundosa, el nacimiento constante de nuevos individuos, la reaparición de las plantas en la primavera, la ofrecen como blanda y amorosa: de aquí de considerarla madre y madrasta al mismo tiempo, el bien y el mal en una sola pieza. En su advocación de benevolencia era conocida como Chalchiuhcíhuatl (Mujer preciosa como la esmeralda), la cual presidía a la abundancia y al regocijo.

 

     Chalchiuhcíhuatl, era representada como una linda moza, con una tiara en la cabeza, con cueitl (enaguas), huipilli (camisa o blusa) y cactli (sandalias), todo rojo; entre sus atavíos galanos se distinguían sus ricos aretes, el collar de mazorcas de oro remedando las del maíz, y las mazorcas, también de oro, que en las manos llevaba, con los brazos extendidos cual si estuviera bailando.

 

     La fiesta de esta diosa era general en el país y en ella le pedían año abundante de mantenimientos.

 

     La diosa Huixtocíhuatl. Sahagún dice que la reputaban hermana mayor de los tlaloques, "y que por cierta desgracia que hubo entre ellos y ella, la persiguieron y desterraron a las aguas saladas, y allí inventó la sal, de la manera que ahora se hace con tinajas y con amontonar la tierra; y por esta razón la honraban y adoraban los que trataban en sal".  Era célebre entre los mexicanos por las muchas salinas que tenían cerca de la capital.

 

     Celebraban la fiesta de esta diosa en el mes Tecuilhuitontli (Fiestecita de los Señores). Nombre de la séptima veintena o mes del año.

 

Dato curioso.

 

     El 16 de abril de  1964, cuando el Museo Nacional de Antropología decidió cargar y transportar a México, D. F.  un enorme monolito, una estatua de Tláloc de 7 metros de altura  y  de 200 toneladas, encontrada acostada, sepultada a 60 cm de la tierra, construida muchos siglos antes en Cuautlinchan, cerca de Texcoco, cientos de granjeros de la zona, con el argumento de que la pérdida del dios traería sequía y probablemente enfermedades, acosaron a los transportistas del museo, furiosamente quitaron las coberturas y cortaron los cables de acero con los que el antiguo dios había sido atado sobre una plataforma especial para su transporte. El Gobierno tuvo que llegar a una negociación con ellos para que accedieran a entregar a su dios.

 

     El día que "Tláloc" llegó a la capital, la ciudad amaneció sumida en una tormenta: el tráfico se detuvo, y la barda de un estacionamiento se derrumbó sepultando a 30 carros. Este suceso propició que las primeras planas de los periódicos de toda la nación consignaron la evidencia del vigor de "Tláloc". Por otro lado, el gobernador del Estado de Jalisco, ese año acosado por la sequía, telegrafió a las autoridades de la capital rogando que se le prestara por un tiempo el enorme monolito.

 

     Estudios arqueológicos posteriores demostraron que la estatua no pertenecía a Tláloc sino a su amada Chalchiuhcueye, y en efecto, se aprecia en el atuendo el faldellín de la diosa.

 

Chalchiuhtlicue en el MNA

 

     Extraído de mi libro inédito: Dioses, Demonios y Enfermedades del México Prehispánico.



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