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domingo, 28 de abril de 2013

EL ADIVINO DE UXMAL


ADIVINO DE UXMAL


Fray Estanislao Carrillo, cura de Ticul, escribió tal vez la mejor tradición en torno al Adivino de Uxmal, que reprodujo con toda seriedad Eligio Ancona en su Historia de Yucatán. A cinco leguas de Uxmal, en la primorosa Kabah, vivía una vieja, considerada hechicera, pero carente de hijos para su vejez. Un día topó con el huevo de una guajolota, lo envolvió en una tela, y lo puso a empollar, de donde nació una criatura que al año, hablaba, caminaba, pero dejó de crecer. Era observador y descubrió que su abuela no abandonaba el fogón; quiso averiguar el misterio, más la bruja sólo salía para traer agua. Hizo un agujero al fondo del cántaro, y mientras la hechicera fue por el agua, el enano quitó el tenamaxtle, leña, brasas, ceniza, y cavó con la mano hasta topar con un tunkul de plata, el tambor misterioso, una sonaja, llamada zoot por los mayas. Con sólo haber puesto las manos en los instrumentos, el sonido llegó a las poblaciones de la comarca.


     La vieja escuchó el sonido y corrió a su choza. El enano había puesto, rápidamente, los instrumentos en su lugar, avivando la lumbre. Fue reprendido severamente aún cuando el muchacho aseguraba que tal sonido era el canto del guajolote. Quedó temerosa la hechicera, sabiendo la conseja según la cual, cuando el tunkul de plata sonara, el rey Uxmal sería destronado por el músico. Así, cuando el rey de Uxmal escuchó el sonido, tembló espantado. Los hombres de su corte lo instaron a luchar contra el destino. Despachó emisarios, y en Kabah identificaron al enano como el autor del presagio. Llevado a presencia del rey, no se intimidó con la reprimenda, volviendo a culpar al guajolote. Por extraño designio, el rey no decretó la muerte del enano, lo desafió a una prueba singular: tanto el enano como el rey debían resistir que con una piedra, les partieran en la cabeza cuatro canastos de coyoles. Al llegar el momento de la prueba, el rey ordenó principiar con el enano, que soporto serenamente los golpes. A su turno, el rey murió al tercer golpe, y el enano fue coronado rey de Uxmal, cuyo primer acto fue mandar por la hechicera que le había colocado en la cabeza un pedernal para soportar la prueba; mandó construir una casa para ella, y para él, ese monumento conocido por casa del Adivino. Melgarejo Vivanco (1975: 159-160). 




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