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lunes, 10 de septiembre de 2012

LA BRUJA DE AL LADO ME TIENE EMBRUJADO


LA BRUJA DE AL LADO
ME TIENE EMBRUJADO
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
10-09-12




                                       Deux sorcières, Hans Baldung. 

Doña Flor es una bruja.

     - Para la mayoría de las personas era difícil de aceptarlo, porque ella siempre se comportaba de manera caritativa.

-        ¿Si supieran que en la caridad llevaba el veneno?

     - Sí, ella era nuestra vecina y cada vez que mi hermana mayor tenía un hijo, llegaba la vieja dizque muy humana a conocerlo, siempre, siempre, acompañada de un regalo, una sonaja, juguetes o ropa para niños. Hasta que fui adulto comprendí que cada regalo tenía un hechizo, uno para cada recién nacido.

     - Fui creciendo y no dejaba de verla tirando bolas de pelos, hierbas y trapos ensangrentados a nuestro patio. Nunca supe el por qué de su “mala leche”, de su envidia. De adulto me hago conjeturas, es difícil adivinar el porqué lo hacía, me doy, no se me ocurre nada de peso. Lo que si entiendo es que a raíz de ello mi padre, un buen profesionista, se volvió un enfermo alcohólico, la bonanza económica picó suelo, el marido de mi hermana la abandonó con todos sus hijos. Yo deje la Primaria algunos años para ponerme a trabajar, no había de otra, sino, no se comía en casa.

      - Todos los días, al terminar mis diversos trabajos, antes de llegar a casa iba a la iglesia a  dejarle una moneda a la Virgencita del Carmen. Gracias al producto de mis trabajos y a sus bendiciones es que logramos sobrevivir.

     - Perdón, perdón, la vecina era una vieja de tez blanca, alta, delgada, completamente canosa, vistiendo siempre ropajes oscuros. Era algo así como una viuda eterna, creo que no se quitó el hábito ni para morir.

     - ¡Traía la muerte adelantada!

     - Casi todas las noches veía en las paredes o en el techo de mi cuarto -que estaba pegado a la casa de la vecina- una gran tarántula, no sé si con la cara de la vieja. Cada vez que intentaba matarla a escobazos aquella desaparecía. Para librarme del miedo me persignaba y dejaba que la gata de la casa durmiera arriba de mi cama. Y para terminarla de amolar, los mosquitos, los calores nocturnos y la falta de un ventilador hacían de mis noches verdaderas noches de desvelos dando “de vueltas” en la cama.

     - Salí de mi pueblo para estudiar en la universidad estatal. Con privaciones y hambres pero terminé mi carrera. Nunca me venció la adversidad.

     - La ley de la vida, decimos que la de Dios y los hombres,    me unió a una hermosa mujer; varios años de felicidad, que no fueron eternos. Ella cambió su carácter y la vida se tornó aciaga para mí, me entró una fuerte depresión, perdí el interés por mis preferencias y gustos. Recuerdo muy bien que, en uno de nuestros últimos pleitos conyugales,  en un momento dado, algo pasó que sentí como si se iluminara por dentro mi cerebro, fue algo maravilloso, me sentí libre, eufórico, superior, capaz de todo. Todo lo miraba con una súper claridez como nunca antes. Ella sintió miedo de verme así.  A mi me preocupaba que al irme a dormir perdiera esta fascinante sensación, quería quedármela para siempre.

     - Nueve días después, fui a visitar a mi madre, estaba cenando con ella cuando se escucharon algunos rezos. Mi madre con una linda sonrisa volteó a verme y me dijo: - ¡Hoy es el novenario… de doña Flor!

     - ¿Quién iba a pensarlo, que la muerte de una bruja también me libraría  de la influencia de la otra?





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