MI
PRIMERA
NOVIA
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
De mis recuerdos inolvidables como estudiante de la
secundaria, guardo uno de manera muy especial: salía yo del banco de San Andrés
Tuxtla, crucé la calle rumbo al parque y ya dentro de él vi por primera vez en
mi vida a una linda y encantadora muchachita, me flechó el corazón y la cabeza,
no podía apartar de ella mi mirada, me atrapó toda ella. Blanca, alta, robusta,
cabello chino, negro, con minifalda y sandalias, no se fijó en mí, iba
ensimismada, al verla alejarse sentí que mi alma se había ido con ella. Tomé el
autobús a casa y en todo el pequeño trayecto miraba su rostro a través de los
vidrios de la ventanilla, ya en mi recámara, que a la vez era mi estudio, me
puse a escribir un poema, el cual inicié así:
-“¡Mi
corazón está herido, herido por una flecha letalmente, que lanzada ha sido por
Cupido, cruzándome del pecho hasta la mente!”
En segundo o tercer año de secundaria
Días después, se inició
un nuevo ciclo escolar en la escuela de monjas en Catemaco, me reencontré con
mis compañeros y amigos de siempre, a media mañana salimos al recreorum, y fue entonces, cuando entre
el grupo de lindas estudiantes de San Andrés vi que venía ella, la dueña de mi
poema, nuevamente retumbó mi emocionado corazón, y regresó el hechizo, esta vez
ella pasó junto a mí, no pude aguantar un hondo y prolongado suspiro, nos
miramos, nos sonrojamos, volteamos dos o tres veces a vernos. No sé qué fue de
mí el resto de clases esa mañana, sólo
sé que dando el "campanazo" de salida corrí hacia el autobús escolar
que las llevaba a San Andrés, no vi que ella subiera en él, de pronto bajan dos
de ellas, se acercan a mí y me dicen:
-“¡Oye, le gustas a mi amiga Luz sólo
que ella es muy tímida y nunca ha tenido novio!”, y antes de dar la media
vuelta me vuelven a preguntan: -“¿Oye te gusta ella, cuál es tu nombre?”. –“Sí,
Toño, les respondí”. Subieron riéndose al autobús, el cual arrancó
inmediatamente, fue entonces cuando vi que ella que estaba escondida asomó a
través de una ventanilla su sonrojado
rostro para verme y pude nuevamente apreciar sus negros y expresivos
ojos y su sonrisa entre tímida y coqueta. En ese momento sentí recuperar el
alma que se había quedado con ella; y además, no fue necesario decirles a sus
amigas que también yo era tímido y que nunca había tenido novia.
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