lunes, 22 de septiembre de 2014

NAHUALISMO (NAHUAL O NAGUAL)

NAHUALISMO (NAHUAL O NAGUAL)
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


NAHUAL O NAGUAL. Del náhuatl nahualli. Animal (la leyenda más común dice que es un perro negro muy peludo) en que se convierte un brujo. ||  Brujo, hechicero. Por extensión se llama nahual a la persona indocta y ruda en extremo.

     NAHUALLATOLLI. Discurso especial para comunicarse con los seres sobrenaturales.
       NAHUALISTA O NAGUALISTA.  Del náhuatl, brujo entendido en nahualismo.
      NAHUALLI. Nahualismo. Creencia según la cual algunos individuos excepcionales y las deidades tenían la facultad de hacerse invisibles, metamorfosearse en uno o varios animales (o también, en raras ocasiones, de fenómenos naturales como rayos, viento, nubes, bolas de fuego, etc.) y realizar bajo tales “disfraces” acciones prodigiosas. Por ejemplo, el dirigente maya quiché Tecum Umán se transformó en águila para combatir al feroz Pedro de Alvarado. Tzotzomatzin (Reverendo harapiento o andrajoso), señor de Coyoacán se transformó en águila feroz, tigre enfurecido o en gran serpiente que echaba lumbre por la boca para  oponerse a que el rey Ahuízotl tomara agua del manantial de Cuecuechco para complementar el acueducto de Chapultepec. Entre los hechiceros mexicas existían los tlahuipuchtin, los cuales se convertían en bolas de fuego para volar y dañar a sus víctimas. Un hechicero tarahumara, al cual las flechas no le hacían daño, cuando quería se zambullía en la tierra como si fuera agua, e iba a salir muy lejos. Además de atribuir este poder a los dirigentes, se les atribuía también a los curanderos y a los chamanes y brujos, bien fuese para proteger a los pueblos o para castigar a los que rompían con las costumbres tradicionales.  Usualmente los hechiceros se transforman en animal revolcándose en tierra o ceniza y recobran su forma humana repitiendo esto mismo. Es sabido que los nahuas, otomíes y mazahuas temen a personas que tienen la facultad de volverse guajolotes o zopilotes, quitándose en secreto las piernas, las que sustituyen por patas de guajolote, se ponen alas de petate y que salen volando de noche a chupar la sangre de los niños. Estos seres maléficos eran conocidos en la época prehispánica con el nombre náhuatl de mometzcopina, “el que se quita su pierna”. Cuando se capture a un nagual hay que cortarle el pelo de la coronilla para que pierda sus poderes. Según López Austin (2004: 432), si alguien encuentra las piernas humanas que fueron separadas del cuerpo y las destruye, produce la muerte de la hechicera, que es incapaz de recuperar su verdadera forma. || Los nahuales otomíes toman la forma de cualquier animal; roban personas y transforman en objetos a quienes tratan de rescatarlas; y a las muchachas bellas, las convierten en tamales, que vuelven nahual a quien los come. Álvarez (1978). || Refiere Covarrubias (1980: 77) los nahuales son seres humanos dotados de un poder oculto y hereditario que desarrollan después de una educación prolongada en materia de magia negra. Pueden transformarse en animales para chupar la sangre de las personas dormidas, comer los cadáveres y provocar enfermedades. Para convertirse en jaguar, el nahual tiene que extraer de su cuerpo sus propios intestinos, lo cual implica un gran riesgo personal, porque si alguien los encuentra y les echa sal, el nahual ya no puede colocarlos en su lugar y muere de hambre. || Comenta Dow (1974: 101) que los otomíes de la sierra lo nombran Pux´jwai, es un mal hombre, normal durante el día,  que se transforma en animal por las noches y anda errante causando daños. Chupa la sangre de su víctima, que se va consumiendo, o se lleva a una cueva en el monte donde muere del susto. Existen además dos horribles monstruos parecidos al Pux´jwai: el Señor Gusano y la Bruja. El primero es un gusano común en el día, pero por la noche, se convierte en un hombre con un gran perro. La Bruja, por la noche, toma la forma de una gran ave; revoloteando se para en el techo de una casa, y lanzando un silbido largo y tenue, suelta un hilo largo hasta el corazón de la víctima y le chupa la sangre, varias noches consecutivas, mostrándose sus pequeñas víctimas pálidas y llorosas. Los niños son frecuentes víctimas de los naguales. Tranfo (1974: 240) refiere, la defensa contra las brujas consiste en poner tijeras y cuchillos debajo de la cama o la estera, o frente a la puerta de la choza para evitar que ellas puedan adormecer a los perros y a las personas que vigilan a los niños. || De la Fuente (1977: 351) refiere que entre los zapotecos se comenta que cuando un nahual mata a otro, deja tirado el cuerpo del vencido y le saca el corazón el cual asa al fuego y se lo come. || Turner (1973: 110), comenta que en Oaxaca, entre los chontales de los altos, a menudo existe un lazo especial entre un individuo y determinado animal como el león o el tigre, que se cree que es su nahual o contrapartida animal. Si alguien lo insulta o le hace daño, el animal lo venga matando al ganado del otro. || Holland (1978: 142-143) refiere que entre los tzotziles los ancianos que son brujos aparecen ante sus enemigos convertidos en diversos animales o en fenómenos naturales. Los animales naguales más comunes son el águila (ich´in), el zopilote rey (va´kos), el colibrí (tsunun), el pájaro carpintero (ti´), dos tipos de búho (k´ush k´ush y shoch), etc. Se considera que los naguales más peligrosos son los fenómenos naturales como los remolinos de viento (sutum ik), bolas coloradas de tierra incandescentes (pozlom), que en sus formas más aterrorizantes se reúnen en la formación del arcoíris (waklebal) y cometas. Los cometas son los brujos más temidos porque hacen los vuelos más altos en el cielo. || Ruz (1982: T. ll. 55-58), refiere que entre los tojolabales Dios dio poderes especiales, entre ellos el wayjel (nahual), que mientras unos los utilizan para ejercer el bien o simplemente para entretenerse, otros se han aliado a las potencias malignas del inframundo para acrecentarlos y hacer daño. Entre los primeros encontramos a Yaxal Chawuk (Rayo verde) el cual atrae las lluvias “cuando llega su tiempo”; a K’intum (Arco iris) que evita la acción devastadora de las lluvias; el Ik (Viento) y el Tzantzewal o Chantzewal (Relámpago), hermano menor del Rayo, quien se dedica a jugar en las nubes cuando su mayor empieza a atraer las aguas. Entre los maléficos encontramos a Bitus (Tornado o Torbellino), y al Chaka xib (Huracán), que vendrían a ser vientos magnificados, y al Tak’in Chawuk (Rayo Seco), que por ser más fuerte que su homólogo, el Rayo Verde, puede matar gentes y animales, cosa que a éste le está vedada. Tak’in Chawuk es casi siempre identificado con la entidad más temida, el Pukuj (brujo). || Según Millán (2003: 84), entre los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca consideran como principales ombas (tono, nagual, cuerpo de un alter ego) a monteoc (el rayo), ncherrec (viento del sur), ndiüc (serpiente) y a jüm (lagarto). || Entre los mazatecos al nahual se conoce como chu’uyan, de chu’, animal + uyan, que se vuelve. || El término nahualli también significa. Brujo, bruja, mago, hechicero, nigromante; plural nanahualtin. Véanse Tecum Umán, Mazaka, Caxlantzin  y Pukuj.

     Tranfo (1974: 252), refiere que debe tomarse en cuenta que el Gran Nagual era el Gran Sacerdote que presidía la agricultura, purísimo, encerrado en el Templo en abstinencia sexual y ayunos constantes; a cambio tenía un poder y un saber inmensos así como la capacidad de transformarse en animal. Gran Nagual era también el atributo de Tláloc. Nahualpilli era el dios mago de los huastecos (nahua significa ciencia, sabiduría, magia). La conexión entre la divinidad y la sabiduría del Gran Nagual es evidente. Por lo tanto, es natural que los religiosos como Sahagún, que identificaban todas las divinidades locales con Satanás, hayan favorecido el concepto de pacto diabólico.

     Huerta (1981: 145-146), comenta que en Oaxaca, entre los triques, el representante del clan y los jefes de linaje eran respetados y temidos anteriormente porque estaban imbuidos de un poder mágico, el cual era sacralizado, legitimado y protegido por medio de un nagual poderoso. La posesión de un nagual similar por otro miembro del clan sería visto por ellos como el desdoblamiento del poder del jefe, provocando una ostensible pérdida de su fuerza y prestigio. Un jefe abandonó a su mujer al comprobar que también era nagual -el poder sólo corresponde a la cabeza del linaje.

     Weitlaner (1977: 186-187), comenta la creencia, entre los chinantecos, de que recogiendo las cenizas de un nagual quemado es posible recobrarlo.

     Para Moscoso (1991: 109-110, 145-146, 149, 154, 167, 180, 182, 186-188), el nagual es un ser poderoso, maléfico y dotado de poderes que los humanos nunca podrán conocer por completo ni darse cuenta de su verdadera peligrosidad. Refiere que los tzotziles para matar a un nagual con una escopeta la tienen que “curar” o sea, le tienen que echar mostaza molida a todo lo largo del cañón. Estando ya “curada” la escopeta o cualquier otra arma, no es necesario ser un buen tirador para acertar, ya que las mismas balas buscan los órganos vitales del nagual, con el fin de causarle la muerte. Cuando un arma no está “curada” es imposible acertar el disparo. Una vez muerto el nagual hay que sacarle el corazón, dividirlo en cuatro trozos y esparcirles abundante sal, finamente molida. De esta forma se asegura también el fallecimiento del ser humano protegido por ese mismo nagual. Y en caso de huir herido el nagual, quemar cuidadosamente toda la sangre encontrada de él para conseguir el mismo fin: quemar al ser humano. Otra manera de “curar” un arma es pasar a lo largo del cañón  y en la pólvora unos vellos de nuestras axilas. También se pueden “curar” con un baño de posh  (aguardiente), tabaco y ajos.  Esta misma mezcla untada en el cuerpo, o bañándose con ella, sirve como protección: el nagual no puede atacar, ni acercarse a las víctimas. Las balas de acero son más poderosas que las de cobre para matar a los naguales. Un nagual muerto, y por ende el dueño del mismo, puede volver a la vida si sus compañeros naguales, le soplan fuertemente, arrojando su aliento sobre la herida.  Cuando los naguales mueren, se van secando poco a poco con el calor de los rayos solares, porque ni los zopilotes ni los perros comen nagual. Se dice que un nagual “se come” a su víctima cuando éste le chupa toda la sangre, sin comerse la carne. Y se asegura que con esa sangre que “come” el nagual prolonga su vida. Cuando la intención del brujo es solamente enfermar a su víctima mediante su nagual, éste se presenta en su casa los miércoles y los sábados a altas horas de la noche, y aunque su cuerpo es invisible, se percibe su presencia por exhalar por toda la casa un fuerte olor a zorrillo. Para que se haga visible para el enfermo, éste debe desnudarse completamente y descalzo, y así,  buscar con la vista al nagual, al cual lo encontrará sentado y en absoluta inmovilidad. Cuando se logra darle muerte al nagual, el padecimiento, por grave que sea, va desapareciendo y la salud vuelve al cuerpo del paciente.



     Tomado de mi libro: Los Tuxtlas nombres geográficos pípil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las Cosmologías de las Culturas Mesoamericanas. Incluye Diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones Culturales Exclusivas. Boca del Río, Veracruz. 2007.


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