MI PRIMERA EXPERIENCIA SEXUAL
DAPHNE DE LUZURIAGA
A los nueve años, estudiaba en una escuela de monjas, una de las mejores del puerto de Veracruz. También, una de las escuelas que observaban y exigían una moral y conducta intachables. Por eso mismo, sentí un nudo en la garganta cuandola Madre Superiora , Directora del
plantel, me mandó llamar a su despacho: - Me dicen que te has pasado
lloriqueando todo el día, -dijo desde que entré, y agregó-. ¿se puede saber por
qué?... Sólo hipos y sollozos salieron de mi garganta, -te ordeno, insistió,
que me digas qué te pasa. –Madre, contesté entre sollozos, es que creo que… ¡estoy
embarazada!... La madre casi se infarta. Por casi dos minutos, calculo, se quedó
callada, con la boca abierta y los ojos casi saliendo de sus órbitas. Cuando reaccionó,
me tomó por los hombros, y zarandeándome a su gusto… -¡¡ Dime quién es el
padre!!... –dijo con un grito apagado.- Pienso que mi primo Telémaco…- ¡Cómo
que piensas!...!Cómo que piensas!... –otra zarandeada- ¿Es qué hay otros?... –Es
el que estuvo conmigo la noche de Reyes… En medio de la mesa estaba la rosca
que entre mi hermana mayor y Beta, mi nana, hornearon desde temprano. (Recuerden
que antes no se vendía como hoy. Cada casa horneaba la suya). Mi mamá nos sirvió
chocolate caliente y nos dijo: -A quién le toque el muñeco, dará sus ahorros
para hacer los tamales del 2 de febrero. - Así diciendo, nos entregó la palita
pastelera para que cada quien tomara un pedazo. Fue cuando mi primo me comentó
bajito: - Si quieres la muñeca para la que estás ahorrando, procura que no te
toque el muñeco… Cuando mordí mi tajada, sentí que mordí algo duro y miré a mi
primo… -¡Trágatelo!... me dijo susurrando ¡Escóndelo!... Me lo tragué sin que
nadie se diera cuenta. Desde entonces empecé con un dolor de barriga. Y hoy
temprano, cuando le platiqué todo a mi amiga Araceli, me dijo que el muñeco iba
a crecer en mi panza, y que luego nacería por mi ombligo, porque yo estaba
embarazada. Que así le pasó a su mamá. Su papá le dio un muñequito que ella se
tragó, y creció, creció hasta que nació su hermanito… - ¡Por favor, madre, ayúdeme!...Lo peor, fue
que la madre y mi mamá, se pusieron de acuerdo para que hiciera mi primera comunión.
Después de prepararme, me mandaron a confesar con el Padre Jesús. Cuando me
pidió que dijera mis pecados, conocedor de mi caso, como yo no acerté a decir
nada, trató de ayudarme: -Dime, dijo ¿acostumbras tocar tu cuerpo con tus manos?...
–Si, padre. – ¿Muy seguido?... Todos los días. Hasta la fecha sigo sin entender
todo el sermón que me endilgó el padre…Pero nunca me dejó explicarle que era
imposible bañarme, vestirme y cepillar mis dientes sin tocarme.
A los nueve años, estudiaba en una escuela de monjas, una de las mejores del puerto de Veracruz. También, una de las escuelas que observaban y exigían una moral y conducta intachables. Por eso mismo, sentí un nudo en la garganta cuando
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