MITO
MAYA SOBRE EL ORIGEN DEL TABACO
Hace mucho tiempo vivió por estos lugares
una mujer muy hermosa. Era tal su atractivo, que todos los hombres acudían por
las tardes y noches a espiarla, a acecharla. El mayor anhelo de los hombres era
el de besar a aquella mujer.
La existencia de esta mujer ocupaba el
pensamiento de todos los macehuales.
Pasó el tiempo y los hombres no conseguían
cumplir con su anhelo. Mientras, la mujer seguía tan joven y bella como el
primer día que la conocieron.
Un día, enigmáticamente, la deseada mujer
enfermó. Fue larga su agonía y también profunda la preocupación de los hombres,
los cuales se mantenían en vigilia ante la situación.
Finalmente, la mujer falleció. Los hombres
lloraron. Con grandes rituales y gran tristeza la mujer fue incinerada y sus
restos enterrados.
Al poco tiempo, en el lugar del entierro,
surgió una gran planta de aromáticas hojas. Era el Kúts (tabaco). De esta manera se conoce, se descubre esta planta.
Los hombres, al principio, para recordar a
aquella mujer, enrollaron las hojas secas de esta planta en las hojas que
cubren la mazorca de maíz. Inventan de esta manera el cigarro. Posteriormente
le prendieron fuego, y al ver que se consumía dejando cenizas, besaron el
cigarro en recuerdo (y en relación mimética y metonímica) a las cenizas de
aquella mujer.
De esta manera, el maya, al fumar su
cigarro, en realidad está cumpliendo con el deseo de besar a aquella mujer.
En la lengua y cultura mayas, los verbos
besar y fumar se expresan con la misma palabra: ts´uts; y es costumbre que el hombre sea quien fume. Una mujer no
puede besar a otra mujer.
Este mito fue recopilado en la comunidad de Señor, Quintana Roo. Los informantes fueron José Ek y Pascual May.
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