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domingo, 26 de mayo de 2013

SAN ANDRÉS TUXTLA, ALGO DE HISTORIA Antonio Fco. Rguez. A.

SAN ANDRÉS TUXTLA
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


     
     Por el peso ancestral de la costumbre denominamos LOS TUXTLAS a esta región. En 1905, Paso y Troncoso, publica la Relación de Tuztla, de 1580, de Juan de  Medina, Alcalde mayor del pueblo de Tlacotalpa, Relación que estaba dirigida al virrey de la Nueva España, Martín Enríquez de Almanza, y apunta en una nota que el nombre procede de Tuztla o Toztla, el cual procede del psitácido  toztli, papagayo amarillo (Amazona ochrocephala), el cual abunda en esta región, + tla, cerca de, o donde abunda: “Donde abundan los papagayos”, y tal aseveración se ve respaldada en la lámina 46 del Códice Mendocino, donde aparece dicho papagayo como determinativo geográfico del poblado de Tuztla. Otras versiones lo hacen derivar de toch(tli), conejo + tla, cantidad, abundancia, y según            Juan de Medina, en 1580, en su  Relación de Tuztla, lo traduce por “cabeza ancha” por la deformación craneana practicada por las madres o parteras indígenas de la época prehispánica. ||  El nombre de esta ave cuando joven es toznene, muñeca amarilla, y cambia a toztli, amarillo, cuando adulta porque en la edad madura el color amarillo se intensifica (Sahagún, Aguirre Beltrán). Reforzando lo anterior San Andrés Tuztla es conocido en popoluca como Ovatim, lugar de loros (de ova, loro).





     
   
 
Estatuilla de Tuxtla


     SAN ANDRÉS TUXTLA.  Sus pobladores procedían del antiguo pueblo de Ixtlán, (de ixtli, cara, faz, superficie + la desinencia abundancial tlán: “Delante, en presencia, ante los ojos” o “Llanura”) situado a unos 8 kilómetros al oriente del volcán Titepetl o de San Martín, del cual huyeron por una terrible erupción, que cubrió completamente a su poblado con gruesa capa de arena por el año de 1532. Además, en 1664, sufrieron otra erupción del volcán que duró sólo una semana. En 1793 tuvieron que sufrir la tercera y última erupción del volcán, la cual fue bastante violenta y duró desde marzo hasta octubre del citado año. Municipio costero del estado de Veracruz situado al sureste de Alvarado. Tiene 124,548 habitantes según el Xll censo de población y vivienda 2000 del INEGI, de los cuales 648 hablan nahua; 67 zapoteco; 47 popoluca; 25 maya; 16 mixe; 16 mixteco; 11 mazateco; 8 totonaca; 6 chinanteco, etc. La población data de 1532 y en 1600 le antepusieron el nombre de San Andrés, denominándole San Andrés Tzacualco y pertenecía a la provincia de Santiago Tuxtla. Posteriormente, 50 años más tarde, por costumbre, fue perdiendo su nombre original de Tzacoalco para quedar con el de la provincia, Tuxtla, San Andrés Tuxtla. El decreto de 21 de enero de  1826 declaró la población de San Andrés cabecera del Cantón del mismo nombre. En 1830 por el decreto núm. 187 del 12 de diciembre le otorga la categoría de villa y en 1893 le es otorgada la categoría de ciudad. En su jurisdicción se halla la zona arqueológica de Matacapan. || En 1900 se encontró en la Sierra de Los Tuxtlas, en Matacapan, la estatuilla de Tuxtla, pequeña figura de piedra verde, de 17 centímetros de alto, que representa la tosca figura de un hombre con alas de ave plegadas al cuerpo y un rostro humano semicubierto con una máscara con pico de pato. En uno de los lados lleva tallada una columna de grifos leyéndose la fecha 8.6.4.2.17, o sea 162 d. C., según el sistema calendárico de Cuenta Larga, el mismo que posteriormente aplicaron los mayas en su escritura. Fue trasladada para su estudio al Museo Nacional de Washington,  D. C.




     Tomado de mi libro Los Tuxtlas nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las Cosmologías de las Culturas Mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones culturales Exclusivas. 2007.




TRES ZAPOTES ORGULLO OLMECA

TRES ZAPOTES
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO



Tres Zapotes. A 30 km al O de Matacapan, en Santiago Tuxtla. En esta jurisdicción, a 15 km al O de la cabecera municipal, en las faldas occidentales del cerro del Vigía, en un extremo del río Hueyapan, se localiza la zona arqueológica olmeca de Tres Zapotes cuya exploración se inició en 1938 por Matthew W. Stirling, Clarence Weiant, etc. y aún no se da por concluida. Fundado como un centro olmeca en el Formativo medio, el sitio alcanzo su auge en el Formativo tardío y terminal. En ese sitio se han encontrado más de 50 montículos, construidos a lo largo de casi 3 km., con cierto nivel de planificación y construcciones en las que ya se utiliza la piedra. Sus edificios más antiguos fueron cubiertos por ceniza volcánica. Refiere Pool (2004: 81) Tres Zapotes experimentó una reorganización y una disminución del asentamiento en el Clásico temprano (300-600 d.C.) debido en parte a una erupción que cubrió el llano aluvial del arroyo Hueyapan bajo una gruesa capa de cenizas volcánicas… Es en este mismo periodo que Coe describe la ocupación teotihuacana del sitio. Se han encontrado además, restos de cerámica, trabajos de jade, 2 cabezas colosales similares a las de La Venta y El Trapiche, figuras y esculturas, o relieves, con el motivo del “Dios cara de niño” y con el felino relacionado con éste. Monumentos de piedra, cajas, pedestales, con relieves en que se ven hombres en disposición de lucha, y estelas, algunas semidestruidas, con relieves, en que se ve el hombre en la boca del felino, que probablemente datan del s. lll antes de nuestra era, muy similares a los de la cultura de Tlatilco. Posiblemente éste haya sido el sentamiento original de la cultura olmeca, y por sus dimensiones debió ser un gran importante centro ceremonial. Tuvo un florecimiento contemporáneo con el de La Venta y otro posterior. Su importancia estriba en que allí se descubrió, el 16 de enero de 1939,  la “Estela C” en la que se lee una de las fechas más antiguas de Mesoamérica: 7.16.16.16.18 que corresponde al año 31 a.C. || Por otro lado, la más antigua inscripción maya conocida se encuentra en la Estela 29, en Tikal, y señala la fecha 292 d.C. || Refiere Bustamante (2003), que alrededor del s. V a.C. los olmecas viven su momento de esplendor en esa zona. Tenían una población superior a los 22 000 habitantes.
     Estela C

     Aclara Pool (2004: 97) que Tres Zapotes también sufrió una erupción aproximadamente al mismo tiempo que la parte central de Los Tuxtlas, pero al contrario de las colonias del Formativo terminal en la zona de Matacapan, Tres Zapotes contó con un centro ya establecido que sobrevivió a la erupción con su sistema político de facciones de minorías intacto, por lo que, en Tres Zapotes no se dio un vacío demográfico y político como en el valle del río Catemaco, y los teotihuacanos la dejaron de lado a favor de un lugar donde pudieran establecer su colonia con más facilidad.

     La zona arqueológica Olmeca de Tres Zapotes cual cuenta con un excelente museo, el cual junto con el Museo Tuzteco de Santiago guardan piezas arqueológicas de incomparable valor histórico y artístico.

Loma Camila

     Me comenta Bustamante Rábago que el nombre de Tres Zapotes, deriva lingüísticamente de un caso de Sandhi: este lugar era hacienda de Hueyapan de Mimendi, en la cual sembraban diferentes tipos de frutas, entre ellas zapotes, y al preguntarles a la gente que se dirigía a la hacienda hacia donde iban, ellos contestaban: Voy a “trae” zapotes, frase que finalmente se convirtió en “voy a tres zapotes”. 



miércoles, 22 de mayo de 2013

ORIZABA LA PLUVIOSILLA Y EL PICO DE ORIZABA


ORIZABA
LA “PLUVIOSILLA”
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO



Orizaba.  De  Ahuilizpan, de ahui, gozar + liztli, actividad, acción + -pan, lugar: “Lugar de alegría” , o de Ahuilizapan, de ahuiliztli, alegría + apantli, río: ”Río alegre”. Municipio del estado de Veracruz, Está representado en el Códice Mendocino (ll-A-15  y  48 Bis), por un hombre bañándose en un río y dando señales de alegría. El nombre Ahuilizapan fue convertido sucesivamente en Aulizaba, Ulizaba y Olizaba para llegar a la palabra Orizaba, que ya utilizó Bernal Díaz del Castillo en 1568. La ciudad de Orizaba fue fundada durante la época prehispánica, ignorándose la fecha exacta de su fundación. Entre sus primeros pobladores estuvieron los toltecas, procedentes de Tula, ligada a la historia de éstos está la de Quetzalcóatl, de quien la leyenda refiere que sus restos fueron inhumados en la Montaña Ardiente del Poyauhtécatl (Pico de Orizaba). Más tarde llegaron los tlaxcaltecas a ocupar la región, quienes hacia 1455 fueron sometidos por Moctezuma Ilhuicamina y convertidos en tributarios de Tenochtitlan. Entre las poblaciones que conquistó figuraba además Oztoticpac (en lo alto de la cueva) , hoy Nogales. La conquista es citada por Tezozómoc Ixtlilxóchitl, Don Pablo Nazareno y el Códice Mendocino. El año en los mexicas conquistaron a Ahuilizapan, según los jeroglíficos grabados en la “Piedra del Gigante” o “Piedra Escamela”, que se encuentra en el panteón de Orizaba, tal suceso tuvo lugar hacia el año 1450. Posteriormente fue conquistada por Gonzalo de Sandoval. Durante la colonia la región de Orizaba fue escenario de diversos acontecimientos entre los que destacan: la epidemia de viruela de 1545, que abatió gran parte de la región; la apertura del camino real Veracruz-Orizaba-México; las escaramuzas libradas por los “negros cimarrones”, encabezados por “Yanga” en contra de los españoles y el monopolio del café, lo cual rendía a la población grandes ganancias. 

En la lucha por la Independencia, Orizaba fue tomada, el 28 de oct. de 1812 por Don José María Morelos, quien estando en ella dispuso fuese quemado todo el tabaco almacenado, ya que por ser un monopolio, representaba una fuerte entrada monetaria para los españoles. En 1830 la población de Orizaba es elevada a la categoría de ciudad. en 1907, durante los movimientos precursores de la Revolución Mexicana, la región de Orizaba vuelve a distinguirse, pues los obreros de la fábrica textil de Río Blanco, en defensa de sus intereses, resistieron heroicamente el ataque de los soldados de México y Puebla enviados por Don Porfirio Díaz. La masacre, cuyo número de víctimas nunca pudo ser determinado, duró varios días. Desde ese año, el 7 de enero ha sido instituido como el “Día de los Mártires de Río Blanco”, conmemorándose todos los años. El escritor cordobés Rafael Delgado le llamó “Pluviosilla” por las lluvias frecuentes durante todo el año y principalmente por la persistencia de las lloviznas conocidas con el nombre de “chipi-chipi”, que caen sin interrupción durante varios días. También le llamó "Nupcial" por las neblinas.



PICO DE ORIZABA
CITLALTEPEC O POYAUHTÉCATL
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
 
  
Poyauhtécatl. Pico de Orizaba. Era uno de los montes más venerados. Los que padecían enfermedades procedentes de frío, hacían su imagen y le ponían votos y ofrendas.

Poyauhtecatitlán.  De poyaua, colorear, iluminar una cosa + tecatl, habitantes + titlán, entre: “Entre los Poyauhtecas”. Se llamaron así a los moradores del valle de Puebla. Poyauhtecatl también es el nombre del Pico de Orizaba, o de la montaña de Matlalcueye, o Malitzin.

Citlaltépetl. De citlalin, estrella + tepetl, cerro:”Cerro de la Estrella”. Pico de Orizaba. la montaña más alta de México,  5,747 m.snm. Los indígenas sacaban obsidiana de su cima para sus flechas. Su cráter es elíptico con ejes de 478 y 410 m. La cima marca el límite entre los estados de Veracruz y Puebla. Sus erupciones han sido en los años de 1545, 1559, 1613 y 1687. También se le conoce por volcán de San Andrés, por la ciudad de Chalchicomula que está en su falda. El nombre antiguo de este volcán es Poyauhtecatl, de poyaua, coloreado, iluminado + teca, es o está: “Está coloreado o iluminado”. Es famosa su barranca llamada de Metlac (río de los magueyes), que separa a las ciudades de Orizaba y Córdoba, y va a terminar a la cuesta del Cacalote (Cuervo) y del Chiquihuite (Cesto, Canasta). Se ve desde el mar, y por eso le puso Grijalva Nuestra Señora de las Nieves, y la tomó Cortés como antecedente para llegar a Anáhuac. El nombre de Citlaltépetl alude a las erupciones que, según Clavijero, tuvieron lugar por espacio de veinte años a partir de 1545. 

Datos tomados de mi libro inédito. Minidiccionario Enciclopédico Náhuatl. 2003.

martes, 21 de mayo de 2013

ENTRE LA MAGIA Y LA BRUMA Salvador Herrera García.


LOS QUE LLEGARON 
Del libro Entre la magia y la bruma
 SALVADOR HERRERA GARCÍA

De las riberas del Papaloapan, de por Tlacotalpan y de Alvarado llegaron a Catemaco, tal vez en la primera mitad del siglo XIX… Era gente de Sotavento, fogueada en el caudaloso río; para quienes la pesca no sólo era obligatoria tarea y medio de subsistencia, sino también un gozoso arte…

Trajeron la experiencia adquirida en el río de las Mariposas y en mar abierto. Pusieron en práctica métodos para hacer más productiva la pesca en el lago. Implantaron el uso de anchas atarrayas, cucharas, extensas redes de cala honda, y el empleo de piraguas, hechas de grandes troncos, de una sola pieza, desvastadas a fuego y hachuela…

Meteorólogos prácticos, sabían descifrar los indicios de las corrientes, de las nubes y los vientos. Conocían los sitios dónde hacer los lances precisos que colmaran las redes de abundantes peces… Emprendedores, extendieron la actividad pesquera a la albufera de Sontecomapan y al mar abierto…

Era gente respetuosa del entorno, de la flora y de la fauna, de los tiempos de veda y de siembra. Sólo por necesidad y con moderación desmontaban o cazaban.

Hombres y mujeres, trabajadores, tenaces, curtidos por el sol tropical. Alegres, dicharacheros, gustadores del aguardiente rasposo, de la baraja, la jarana y del fandango…

Gente que aquí asentó sus reales y fundó familias, muchas, antepasados nuestros… Los Tiburcio, Pérez, García, Herrera, Cárdenas, Bernal, Palma, Moreno, Cadena… Pilares de la idiosincrasia catemaqueña.

Gente que llegó de Sotavento… Mariposas desprendidas de las riberas del Papaloapan.

“LAS CALADORAS” 

En las primeras décadas del siglo XIX, a Catemaco arribó gente procedente de Medellín, Alvarado y Tlacotalpan. Llegaron en busca de fortuna y nuevos horizontes. Aprovechando los conocimientos adquiridos en sus lugares de origen, se dedicaron a la pesca en las quietas aguas del lago catemaqueño, en la laguna de Sontecomapan y en las costas del Golfo, en mar abierto.

Entre estos emigrantes se cuentan don Ildefonso Tiburcio y su esposa doña Guadalupe Bernal Cortés, “Nana Lupe”. Cinco hijas procreó el matrimonio: Ildefonsa, Tomasa -abuela de mi abuelo paterno-, Escolástica, Juana y Leopoldina.

Las hermanas Tiburcio Bernal, jóvenes mujeres, luego cabezas de familias nuestras, se integraron desde sus primeros años a la actividad paterna: la pesca con chinchorro y la “cala” de hondura, método de pesca con grandes redes de arrastre. Conocedoras de los pormenores de su oficio se significaron por realizar tareas que parecían sólo propias de los hombres…

Construían, reparaban y calafateaban las piraguas. Tejían, remendaban, extendían o recogían las redes. Remaban, echaban lances, buceaban; recolectaban, seleccionaban y distribuían el producto de las extenuantes jornadas. También transportaban los pesados cajones, canastos y demás arreos…

Primero desempeñaron sus actividades en el lago, luego lo harían en Sontecomapan, en mar abierto… De día o de noche, bajo sol o lluvia, contra viento y marea, esas “caladoras”, mujeres de temple y de trabajo, dignificaron el noble arte de la pesca. Y fueron precursoras de la igualdad laboral de género.

Tiempos remotos eran… Muchos, muchos años habrían de transcurrir para que tanto se hablara del feminismo.

SHG (del libro Entre la magia y la bruma, IVEC,2007)


viernes, 17 de mayo de 2013

CHALCHIUHNENETZIN, MOQUIHUIX, NETZAHUALPILTZINTLI


CHALCHIUHNÉNETZIN Y MOQUIHUIX
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


 Chalchiuhnénetzin. De chalchiu (itl), jade, piedra preciosa + nene (tl), Vulva, ídolo, muñeca + tzin, reverencial: “Muñeca de jade”. Hija del célebre Tezozomoctli y hermana de Axayácatl. Esposa de Moquihua, monarca de Tlatelolco. Se sabe de ella que padecía de halitosis (mal aliento), que era endeble, de feo rostro, delgaducha y sin carnes, por lo que el soberano prefería no retozar con ella y darse gusto con sus concubinas.

Moquíhua o Moquihuixtli. (¿-1473). “Cara sucia o manchada”. Cuarto rey de Tlatelolco de 1460 a 1473. Sucesor de Cuauhtlatoa. Estaba casado con Chalchiuhnénetzin, hermana del rey Axayácatl. Reunió a varios pueblos para sublevarse en contra de Axayácatl, el cual acudió en 1473, con su ejército a combatirlo a Tlatelolco. Los tlatelolcas se disfrazaron de ranas y de patos  a manera de camuflaje para confundir a los mexicas. El capitán mexica Quetzalhua, le dio un empujón en lo alto del templo donde se encontraba en compañía de su lugarteniente Tecónal, haciendolo rodar todas las escaleras, Axayácatl tomó el cadáver y le sacó el corazón, y obligó a las tropas vencidas a croar y a graznar hundidas hasta el cuello en el lago. De esta forma acabó la pequeña monarquía de Tlatelolco que gobernaron cuatro reyes por espacio de 118 años, y dejó de considerase ciudad distinta para quedar conformada como un barrio más de la ciudad de México. El rey de México mantuvo allí siempre un gobernador. Moquíhuix Fue también poeta y se conservan algunos de sus poemas en el manuscrito de Cantares Mexicanos.

Hubo otra Chalchiuhnénetzin, hija del rey Axayácatl entregada a Netzahualpiltzintli para esposarla:

Chalchiuhnénetzin, hija legítima del rey Axayácatl el cual la entregó a Netzahualpiltzintli para esposarse con ella. Como aún era menor de edad la dejó criarse en uno de sus palacios volviéndose con el tiempo en una ninfómana. En una de sus visitas al palacio el rey la sorprendió fornicando con tres caballeros muy principales de la corte por lo que ordenó apresar a todos, incluida la princesa y la servidumbre por alcahueta, para posteriormente ejecutarlos a todos a garrotazos a la vista de todo el pueblo. Y finalmente por ser gente de calidad quemar el cuerpo de la princesa y de los tres amantes. Alva Ixtlilxóchitl (1985: 164-165). 

Extraído de mi libro El Matrimonio Azteca, inédito.

MARÍA BOETTIGER DE ALVAREZ


MARÍA BOETTIGER DE ÁLVAREZ
Exquisita novelista y poetisa catemaqueña 1876-1961
(Tomado y modificado de Leonardo Pasquel)
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado



Poco después de triunfar la revolución tuxtepecana – planeada en Tlacotalpan por el general Porfirio Díaz, que ahí residía, nació el 19 de noviembre de 1876 en la población lacustre de  Catemaco, cuyas callejas descienden hasta el plácido y poético lago de este nombre. La niña fue la tercera hija del matrimonio formado por don   Philip Boettiger Keller,  profesor de idiomas, inmigrante alemán de Darmstadt en la Renania, quien casó en Santiago Tuxtla con la guapa señorita de origen español, Ana María Murcia de Boettiger (hija de don Manuel Murcia y de doña Alejandra Oliveros), con la cual se trasladó a vivir en Catemaco, ganado por la belleza de la verde comarca de “Los Tuxtlas”, con razón llamada la “Suiza Veracruzana”, donde se dedicó al cultivo del tabaco, en tanto iban naciendo sus hijos: Luisa Boettiger de Salgado, Felipe Boettiger Murcia, María Boettiger de Álvarez y Emilia Boettiger de Fuentes (abuela paterna del escritor Carlos Fuentes), casada con Rafael Fuentes Vélez (Gerente del Banco Nacional de México en Veracruz, e hijo de Carlos Fuentes Benítez y de Clotilde Vélez). Todos los hermanos Boettiger educados bajo la dirección del padre, que era buen observador de la naturaleza y sensible a sus encantos. El señor Boettiger tuvo además fuera de matrimonio a una hija mulata, Anita (Ana Consuelo Boettiger Rodríguez, nacida en Tabasco en 1902. La madre de Anita fue la señora Juana Rodríguez).

   Cuando don Philip murió, joven aún, la familia se radicó en el puerto de Veracruz, a donde María llegó hermosa jovencita y ya aficionada a componer versos, ganada por la poesía ambiental de su paraje natal. Retratos de entonces permiten apreciar la belleza de sus grandes ojos obscuros, de profundo mirar, y el perfecto óvalo de su blanco rostro y enmarcado por negra cabellera. María, empezó a escribir a la edad de 15 años, sin que diera conocer sus poesías hasta que fue a vivir a Jalapa, en 1911. Un poco antes, en 1892, a sus 16 años, María casó con el señor Domingo S. Álvarez Mortera, también originario de aquella región, quien fungía como encargado del Registro Civil en Catemaco  estando de  cacique Don Francisco Mortera Sinta. Con Don Domingo Álvarez  procreó a sus cuatro hijos: Domingo, Guillermo, Roberto y Rodolfo, todos ya desaparecidos. Su madre María, de natural simpatía, garbosa y sencilla, señorial, talentosa, culta y magnífica conversadora, quien al principiar la Revolución publicaba ya sus poesías en los diarios de Xalapa y Veracruz, y a partir de 1922 en la ciudad de México, donde se radicó para que estudiaran sus hijos Roberto y Rodolfo, dentista aquél y médico éste, ambos autores de diversos trabajos en sus ramas profesionales. 
     Dominguito –así llamado por su baja estatura, cordialidad y simpatía- quedó en Xalapa y vivía frente a la casa del Sr. Pasquel la cual a diario visitaba su encantadora e inteligente hijita Lucha, fallecida muy joven. Ahí vivían también Guillermo Álvarez y doña Emilia Boettiger de Fuentes  -la bondad personificada- cuyo hijo Carlos Fuentes fundó como estudiante del Preparatorio las revistas Savia Joven y Musa Bohemia, redactadas en unión de sus compañeros Francisco Vargas, Guillermo Esteva y Oscar Serrano, apodados D'Artagñan y los tres mosqueteros por ser ellos inseparables. Carlos Fuentes fue inspirado poeta que murió a los 20 años de edad, y vendría a ser tío carnal del famoso escritor de este nombre.

     En la capital doña María desplegó gran actividad intelectual, pues era, además, dinámica y enérgica. Aquí fundó el Ateneo Mexicano de Mujeres, una de las primeras organizaciones de este tipo, en nuestro país. Ahí organizó conferencias, leía sus poesías, realizando viajes y mesas redondas, participando después activamente en la Unión Femenina Ibero Americana (UFIA) y en  Vanguardia de Acción Veracruzana.


Doña Ma. Boettiger, foto de Alicia Martínez Álvarez


     Para entonces doña María  -en la madurez de la vida y de su creación- gozaba fama de ser una de las mejores poetisas mexicanas, según la autorizada opinión de María Enriqueta Camarillo de Pereyra, Catalina de D'Erzell y de la baronesa de Alcahalá, que le consagraron elogiosos comentarios a su obra en verso y prosa, pues también escribió cuentos y novelas, dejando algunas inéditas al fallecer víctima del cáncer, cuando se encontraba en plena producción literaria, parte de la cual –“Alma”- puede ser consultada en la Editorial Citlaltépetl.


Comenta Alicia Martínez Álvarez, una de sus  bisnietas, que doña María murió a los 84 años de edad, el 8 de agosto de 1961, en Xalapa, Ver. en casa de su hijo Guillermo Álvarez Boettiger, ubicada en la calle de Hidalgo. 

Doña María en uno de los homenajes realizados en Xalapa, Ver. Foto de su bisnieta Alicia Martínez Álvarez (misma que se encuentra sentada sobre la mesa).

     “María Boettiger de Álvarez, dice María Enriqueta, es una poetisa exquisita. Sus sentimientos tan finos, sus gustos tan delicados y su alma tan bella, la nimban toda con una plácida luz que atrae… ¡Cuánto tino se necesita para ser literata y no ser vanidosa! ¡Qué lejos está María de ese defecto! Es por el contrario, una dama completamente normal, femenina, sincera, emotiva y profunda…”
    
 “…Toda mi admiración para la mejor poetisa mexicana que he conocido; sus poemas son conmovedores”, dice la Baronesa de Alcahalá, insigne escritora española.

“…Pero más que escritora, es poetisa María Boettiger de Álvarez, por institución, por necesidad imperiosa de su alma, y no obstante, su lírica suele ser más descriptiva que sentimental. En el espíritu de la mujer literata continúan plasmados los panoramas que sorprendieron la retina de la niña precoz; y la pluma de María sigue mojándose en espumas de mar y jugo de corolas. A veces, pero sólo a veces, en la propia sangre de su corazón, y aún en este caso, la natural dulzura de su temperamento imprime a la queja que pudo ser hiriente, un sabor de lágrimas, de añoranzas, de resignación. En sus poemas, tras de una descripción objetiva, termina con una rápida pincelada de emoción íntima, como si la poetisa, después de peregrinar por el paisaje, retornara para mirar en su propio espíritu, o como si básicamente hubiera contemplado el paisaje iluminado con la luz de su alma olvidada por un momento de si misma. Ello es que María refunde lo que mira y lo que siente en expresiones comparativas de su propia psiquis…” Catalina D' Erzell.
     
     Eduardo Turrent Rosas la bautizó con el nombre de “Alondra Catemaqueña”.

     Desde 1922 vivió en la ciudad de México colaborando en la revista El Hogar y los periódicos El Globo, El Universal y El Demócrata. Publicó dos libros de versos: Alma, en 1928 y Rosas de mi huerto, 1936. Escribió varias novelas: Su novela (novela corta), 1935; Soy rebelde, La novia del marino, El desertor y La cita. Además conferencias: “Pinceladas Descriptivas” y “Paisajes de México” (conferencias radiodifundidas por la Secretaría de Educación Pública).

Anexo información sobre su hijo:
ROBERTO ÁLVAREZ BOETTIGER
Nació el 25 de junio de 1898. Odontólogo. Fue médico del Centro Educativo Rafael Dondé; capitán primero en el Cuerpo de Sanidad Militar y catedrático de higiene en general, y de higiene bucal en la Universidad Nacional. Dirigió la Revista Odontológica de México. Obtuvo diplomas de la Universidad Nacional, de la Asociación Médica Mexicana y de la Sociedad Mexicana de Médicos Militares. Además, recibió el Primer Premio en el IV Congreso Odontológico Nacional Mexicano. Autor de diversas obras, entre las que destacan Higiene bucal, que ha sido el libro de texto de la Universidad Nacional.

     Algunos datos fueron tomados de Leonardo Pasquel CINCUENTA DISTINGUIDAS VERACRUZANAS (1975: 9-12); Carlos Fuentes LOS AÑOS CON LAURA DÍAZ (2002: 647-648); del Diccionario Porrúa (1995) y de Francisco R. Illescas y Juan Bartolo Hernández ESCRITORES VERACRUZANOS (1945: 336-38). Alicia Martínez Álvarez bisnieta de doña María, la cual nos precisa la fecha de su acaecimiento. Nombres de los padres de Ana María Murcia de Boettiger, proporcionados por el Sr. Cundo Pereyra Cadena. 


¡ALMA MÍA!

¡Alma mía! Eres como una lámpara encendida,
que el viento huracanado de la vida,
no ha podido apagar con su porfía…
¡Y sigues alumbrando, noche y día..!

¡Alma mía, de todos ignorada!
no anheles una dicha que no existe,
y prosigue alumbrando así, callada
la oscura senda de tu vida triste.

Vive de tu ilusión, de tu esperanza,
con el fuego interior que te consume,
y refleja tu luz en lontananza,
y derrama tu amor como un perfume…

No importa que ya nadie te comprenda
y que el mundo te hiera con su olvido,
si prodigas tu amor como una ofrenda
para todos los seres que has querido.

¡Y no apagues tus luces, alma mía!
Que el viento huracanado de la vida,
no las pueda extinguir con su porfía;
¡Qué te encuentre la muerte, así encendida,
alumbrando la senda, noche y día..!

María Boettiger de Álvarez.

miércoles, 15 de mayo de 2013

JUAN RODRÍGUEZ CLARA Y EL MÁRTIR FRANCISCO "CHICO" MORENO.


JUAN RODRÍGUEZ CLARA
Municipio y Personaje veracruzano
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


 Municipio del estado de Veracruz situado al oeste de Acayucan y al sur de Hueyapan de Ocampo, limita con el estado de Oaxaca. Tiene 29,698 habitantes según el Xll censo de población y vivienda 2000 del INEGI, de los cuales 949 hablan chinanteco; 70 nahua; 58 zapoteco; 48 mazateco; 46 totonaca; 31 mixteco; 17 mixe; 10 chinanteco de Ojitlán; 5 maya; 2 popoluca, etc.  Estas tierras pertenecieron a principios del s. XlX a la hacienda de San Juan Bautista Nopalapan, propiedad de Bernardo Franyuti, que tenía una extensión de 35 sitios de ganado mayor y dos caballerías de tierra. En 1918, se ordenó que el poblado de El Burro, jurisdicción de la congregación de Nopalapan, se denominara Nopalapan de Zaragoza. En 1925 se acordó que la congregación de Nopalapan de Zaragoza se denominaría Juan Rodríguez Clara, en memoria del mártir del agrarismo, muerto en ese lugar en 1923. En 1960 se creó el municipio de Juan Rodríguez Clara, con la congregación de igual nombre, que quedó elevada a villa y cabecera del mismo. Grupos étnicos: náhuatl y maya. || El maestro Bulmaro Palma Montesano comenta que la primera y más grande penetración del progreso se inicia el 16 de marzo de 1913 con la puesta en servicio del ferrocarril de Estación Rives, más conocida como “El Burro”, por la gran cantidad de estos animalitos solípedos que allí existían. Estableciéndose la ruta o Ramal de Rodríguez Clara a San Andrés Tuxtla.

     JUAN RODRÍGUEZ CLARA. Campesino. Maderista. Originario de San Juan Evangelista. Organizó clubes políticos. Luchó contra V. Huerta a la muerte de Madero. El 6 de diciembre de 1923 es aprehendido en Tilapan por tropas delahuertistas, llevándolo en ferrocarril a El Burro y entregado al  hacendado Otilio Franyuti Scheleske quien luego de insultarlo por andar queriendo sus tierras y prometiéndoselas a la “chusma”, y acusándolo de haberle robado ganado lo hizo asesinar cobardemente al igual que a su lugarteniente Feliciano Ceballos, también originario de San Juan Evangelista. Convirtiéndose Juan Rodríguez Clara en Mártir del agrarismo. Ese mismo día, 6 de diciembre de 1923, Franyuti liberó  a otro líder agrarista, al ferrocarrilero telegrafista Francisco J. Moreno, quien radicaba en San Andrés Tuxtla y era oriundo del desaparecido poblado de San Simón, del municipio de Santiago Tuxtla, sobre la margen derecha del río San Juan en el bajo Papaloapan; luego Franyuti se arrepintió y ordenó a sus esbirros buscar a Francisco “Chico” Moreno y llevárselo a su presencia para matarlo pero éste había logrado huir, refugiándose con sus familiares en San Simón, en donde prosiguió la lucha agrarista. En 1924, surge como candidato triunfador a la diputación por Los Tuxtlas, combatiendo desde la tribuna de la Legislatura a “El Zar Negro”, nombre con que era conocido en Xalapa el gobernador General Heriberto Jara Corona. Desesperado y prepotente por no poder acallar la crítica sobre su amañado y corrupto gobierno, Jara Corona manda a Lindoro Hernández, Inspector General de la Policía en Xalapa, y a sus elementos  que le den muerte al diputado Moreno, cobarde asesinato perpetrado la tarde del 14 de septiembre de 1925, cuando Moreno subía las escalinatas del viejo Palacio de Gobierno (hoy Palacio Municipal). González (1994: 66-67, 77, 131-134), León Medel (1993, T-11: 238-240).


viernes, 3 de mayo de 2013

LA LANZA PERDIDA Cuento anónimo africano


LA LANZA PERDIDA
Cuento anónimo africano



Aconteció un día, en los tiempos que las hadas moraban aún en la tierra y los negros no habían sido expulsados de la costa hacia el interior del país, que un poderoso Rey convocó a todos sus jefes para presenciar un torneo entre cuatro jóvenes, los más fuertes, valerosos, apuestos y gallardos de todos sus súbditos.
Y el galardón de la victoria era la hija menor del Rey – Lala, la de los ojos negros -, se la ganaría para esposa quien de los cuatro apuestos y gallardos jóvenes lanzara más lejos la azagaya.
Numerosos príncipes y jefes, acompañados de sus secuaces, reuniéronse en la ciudad del Rey, junto al mar; celebráronse fiestas en días sucesivos y eligiéronse de entre la multitud los cuatro jóvenes que, a la vez, eran los más fuertes, los más valientes y los más apuestos y gallardos.
Ardua empresa. Tres de los elegidos resultaron ser hijos de famosos jefes, pero el cuarto carecía de nobleza de armas y era un oscuro pastor.
Sin embargo, la princesa Lala, que estaba en la choza de su padre, dio al humilde pastor sus preferencias y la predilección de su corazón.
Para la lucha eligióse una llanura arenosa que se extendía entre las montañas, y los cuatro campeones se alinearon para lanzar la azagaya.
El primero de los competidores tiróla bien, y la azagaya cayó verticalmente en un hormiguero, lejos, muy lejos.
La segunda azagaya quedó clavada, temblorosa, en la corteza de un árbol, muchos pasos más allá del hormiguero.
La lanza del tercero atravesó el pecho de un pájaro de la miel, verde y dorado, que revoloteaba por encima de un alto aloe en flor, más lejos, mucho más lejos aún que el hormiguero y el árbol.
Pero el pastor, que era el cuarto de los contendientes, tiró su azagaya con tal vigor e ímpetu, que voló, como un rayo, hacia el cielo, hiriendo a un halcón que se cernía en busca de presa.
Grandes fueron las aclamaciones de los concurrentes, que le proclamaron vencedor en la prueba.
La Princesa lloró de alegría; pero el poderoso Rey no se avenía a que su hija casara con un humilde pastor.
Y dijo el Rey:
- Que repitan la prueba con lanzas que yo les daré. ¡El arma del pastor debe estar embrujada!
Así, a la mañana siguiente, el soberano mandó buscar nuevas lanzas de oro. Las mejores y más equilibradas fueron entregadas a los príncipes; al pastor, empero, entregósele una lanza tosca e infiel.
De nuevo tiraron y de nuevo la azagaya del pastor sobrepasó a las de sus rivales los príncipes. La lanza de aquél voló esta vez hasta las nubes y en su blancura perdióse.
Pero el Rey era injusto y dijo:
- ¡No ganarás a la hermosa Lala hasta encontrar la lanza; es indispensable que me la entregues y deposites a mis pies! ¡Vete!
La Princesa se abrazó a su padre y lloró sin consuelo; ella amaba a este valiente pastor, pero el Rey desembarazóse de sus brazos y ordenóle se retirara. Desobedecer al Soberano significaba la muerte, y la doncella se marchó.
Y Zandilli, el pastor, partió en busca del arma real.
Vagó, día tras día, por las montañas, pues la lanza había desaparecido en las nubes que coronaban sus crestas.
Y llegó el cuarto día de búsqueda, y mientras contemplaba las profundidades de un charco, un “pájaro-carnicero” cayó a sus plantas, llevando en sus garras una ranita verde. Gritaba ésta pidiendo socorro, y Zandilli logró ahuyentar al pájaro voraz. Y la Ranita expresó su gratitud así:
- Siempre que estés en trance apurado y creas que puedo serte útil, cierra tus ojos, recuerda con tu imaginación este charco, y correré en tu auxilio.
Zandilli dio las gracias a la bondadosa ranita, la que desapareció en la profundidad del agua.
Poco más adelante vio una mariposa grande, negra y amarilla, prendida de una espina de chumbera. La liberó, y la Mariposa dijo:
- Dos manecitas morenas, las de una niña de grandes ojos negros, me clavaron en esa espina. Ella fue muy cruel. Tú, en cambio, eres bondadoso y te estoy agradecido. Siempre que estés en trance apurado y difícil y creas que puedo serte útil, llámame y presto iré en tu ayuda.

Luego, la hermosa Mariposa extendió sus alas y se alejó, volando, para jugar con sus compañeras entre las orquídeas carmesí.
Caía la noche del quinto día de sus correrías y todavía no había encontrado la lanza perdida entre las nubes. Era una calurosa noche de verano y la luna elevóse, cual bola de fuego carmesí, de la niebla del Este.
Zandilli, rendido, estaba ansioso por encontrar albergue para pasar la noche, y, a este fin, penetró en una estrecha garganta por la cual corría un arroyuelo. La oscuridad más espantosa reinaba en aquel barranco. Sus paredes eran muy altas, muy altas, y Zandilli cayó en profundos escollos y tropezó contra resbaladizos peñascos.
Pero Zandilli no se descorazonó; sabía cuán a menudo se hallan pequeñas cuevas en estos barrancos. Y dio, al fin, con la cueva apetecida. La luna, ya libre de la niebla, había ascendido al más alto cielo, y resplandecía iluminando la pared occidental del barranco.
Zandilli penetró audazmente en su refugio; acostumbrado a las soledades de las altitudes, no conocía el miedo. La luz de la luna no penetraba muy adentro en la cueva y él estaba demasiado cansado para explorar la oscuridad, y echóse al suelo a descansar, con su lanza al alcance de la mano.
Despertóse y, al despertar, encontró la cueva sumida en oscuridad completa; una misteriosa y suave música arrullaba sus oídos. Era música más dulce que la de la tórtola llamando a su macho; más suave que el murmullo del viento entre las campanillas en flor. Sus notas llenaron de emoción el corazón de Zandilli y avivaron en él deseos de conocer a la privilegiada autora de tan divinos sones.
Levantóse y avanzó con paso silencioso y con gran cautela, como el leopardo en acecho, hacia el lugar de donde venían tan divinos acordes. Aumentaba el volumen de la música y, a medida que ganaba terreno, se ensanchaba la cueva, haciéndose más amplias sus bóvedas, que iluminaba una pálida luz.
Y Zandilli proseguía, siempre adelante, y a cada paso era más sonoro el acorde y más brillante la luz, hasta que sus ojos atónitos contemplaron lo que jamás mortal alguno había visto antes.
Un lago de grandes proporciones y de aguas de zafiro extendíase ante él.
El techo de la cueva resplandecía como el sol, y gigantescas columnas refulgentes con el brillo de incontables diamantes se levantaban de entre las aguas para perderse en la deslumbrante gloria de la cúpula.
Del centro del lago partían las gradas, talladas en oro, que conducían a un trono de Majestad; cada grada emitía destellos de fuego verde, destellos de una única esmeralda bellamente tallada.
El lago parecía no tener límites, pues sus orillas se perdían en la oscuridad lejana.
De las sombras, de todas direcciones, surgían, flotando, incontables lotos rosados, llevando, cada uno de ellos, una preciosa hada hacia el Trono.
La divina música que Zandilli oyera flotando en los aires, provenía de estas preciosas hadas que cantaban mientras se peinaban sus largos cabellos dorados.
Jamás había visto Zandilli figuras tan bellas como estas hadas.
Los lotos, donde iban las hadas, flotaban por todas partes, al parecer guiados por algún poder invisible.
Cuando los lotos tocaron los peldaños de oro, las hadas saltaron de sus pétalos rosados y sacudiendo sus cabellos de oro como un manto sobre sus hombros, reuniéronse con las multitudes de hadas tan bellas como ellas, que ya rodeaban el Trono.
Zandilli contemplaba esta maravilla con ojos de asombro.
No podía distinguir a la Reina del trono, pues una luz cegadora defendía como un velo la gloria de la Majestad.
Lo
s botes – los lotos – vacíos flotaban perezosamente sobre sus aguas, como el loto azul en el remanso del río.
Y cesó, de súbito, la música…
- ¡Esta gente extraordinaria – díjose Zandilli – ha notado mi presencia!
Hubo cuchicheos entre las multitudes de hadas que hacían Corte de Honor ante el Trono.
Luego, un ancho sendero se abrió entre las incontables hadas, y un Ser, vestido de gloria, descendió del Trono y se acercó a la orilla del agua.
Una voz argentina tembló en los aires y dijo:
- ¡Oh, Mortal! A ti aguardábamos. Tú eres Zandilli, el pastor. Tu búsqueda no nos es desconocida. Buscas una lanza real y aspiras a la mano de una hermosa hija de rey. La luna ha florecido cinco veces desde que venciste a los tres príncipes en tirar la lanza. Cuando la luna vuelva a brillar dos veces más sobre la tierra y el mar, tu novia, a menos que la salves, se habrá casado con otro. Con todo, no temas; tú eres valeroso, Zandilli, y la lanza real está a tu alcance.
Las melodías argentinas cesaron y Zandilli se postró humillado en tierra y así oró:
- ¡Oh, gran Ser, cuya gloria es semejante a la luz del Sol y cuya sabiduría es mayor que la de nuestros Magos, ayuda a tu servidor para encontrar la lanza que Tú dices está a mi alcance!
Una canoa de oro, de extraña forma salió disparada de los peldaños del trono y se detuvo a los pies de Zandilli.
Subió a ella sin miedo y, veloz como la luz, fue llevado hacia las gradas del trono.
El deslumbrante Ser que lo presidía dióle su mano cuando él saltaba de la canoa. Alzó él los ojos y vio la presencia de una mujer más bella que la mañana. Incontables rayos de luz salían de un ceñidor y peto de diamantes y de las flotantes ropas de tejido plateado que la vestían, dejando tan sólo desnudos su garganta y sus brazos, blancos como dos lirios. Sus cabellos de oro caíanle hasta los pies y ceñía su frente una corona de flores de estrellas.
- ¡Bienvenido seas al país de las Hadas de la Luna! – exclamó ella, y tomó la mano de Zandilli para conducirlo al Trono, junto a su beldad.
La multitud que hacía Corte de Honor inclinóse humildemente a su paso.
Entonces Zandilli habló:
- ¡Oh, gran Reina! ¡Más blanca que las nubes de viento, más bella que la aurora, di a tu servidor cómo puede servirte mejor y reconquistar la lanza!
Ella posó sus ojos, azules como el lago, sobre él, y contestó:
- Ojalá pudiera decir: “tuya es ahora”, para llevártela; pero hay entre nosotros una muy antigua ley que prohíbe hasta a la Reina permitir dejar llevar de nuestro tesoro “lo que sea”.
“Y a esta lanza real de oro, que tú lanzaste en buena lid y con arte y fuerza sumas, y que, venturosamente, cayó en la boca de esta gruta, le ha sido dado un lugar entre nuestros tesoros.
“Se profetizó, en tiempos lejanos, que un Mortal vendría a nuestro reino en busca de su lanza, gloria y alegría de su vivir. Y se fijaron, para cuando este Mortal llegara a nosotros, dos trabajos a realizar por él. Si los realizaba, la lanza le sería entregada…
“Tú, Zandilli, el pastor, eres ese Mortal. ¿No buscas, por ventura, una lanza que ha de proporcionarte la más bella de las esposas? Deliberaremos sobre los trabajos que se te impondrán. Entretanto, mis doncellas te mostrarán las bellezas de nuestra mansión.”
Pronunciadas estas palabras, levantóse la Reina y descendió a un bote – un loto ­ que se la llevó rápidamente.
Tres de las más lindas hadas subieron con Zandilli a la canoa de oro. Maravilla tras maravilla aparecía ante su asombrada mirada. ¡Todo era gloria deslumbradora y luz!
Pero había una caverna oscura, cuyas paredes carecían de lustre y eran negras como la noche.
Zandilli estaba impaciente por reconquistar la lanza, especialmente al recordar que la Reina habíale hablado de otro que iba a casar con la princesa Lala antes de que la luna brillara por segunda vez. Y suplicó le llevasen de nuevo ante la Reina, que había reaparecido en el Trono.
Y así fue complacido.
Y la Reina le saludó y puso su mano blanca de lirio sobre su bronceado brazo de pastor guerrero.
- Hemos decidido – dijo – tu primer trabajo. Mis consejeros no lo han querido fácil de realizar. ¿Viste la cámara negra, en la más profunda de las oscuridades? Es la única mancha de nuestra mansión. Si tú puedes hacerla tan hermosa como todas las otras, la mitad de tu trabajo habrá quedado ejecutado. Has de terminarlo antes de que salga la luna; de lo contrario, morirás.
Zandilli fue llevado a la cámara negra y allí le dejaron solo en la canoa de oro, con desesperación en su corazón, pues no poseía ningún medio para embellecer aquellas horribles paredes.
- Pensó en el mar, en las crestas de las olas coronadas por la blanca espuma que jamás volvería a ver; en la tímida doncella que la fatalidad le arrebataba, privándola de ser su esposa. Pensó en las flores, en los pájaros, en las mariposas… Y al pensar en ellos, recordó la mariposa que él salvó, y se echó a reír.
¿Podría servirle de ayuda? Parecía no haber esperanza. Zandilli suspiró y, rendido por el cansancio, se echó a dormir…
La Mariposa oyó el grito de socorro que, con un suspiro, había exhalado su antiguo salvador. Así, al romper el día, llamó a todas sus hermanas y a sus primas, las luciérnagas. Todas entraron volando en la negra caverna. El sonido de tanto aleteo despertó a Zandilli.
Indescriptible fue su sorpresa al encontrar las negras paredes transformados en un palacio de hadas, de gloriosas alas y tiernas gemas verdes, claras, pálidas. Las mariposas y las luciérnagas se habían extendido por todos los ámbitos, invadiéndole de luz y color.
Cuando la Reina y su séquito fueron a comprobar el trabajo, no pudieron disimular su gran sorpresa y alegría ante el prodigio realizado por el Mortal.
Y a coro exclamaron:
- ¡Ha vencido! ¡Ha vencido!
Todo aquel día transcurrió en fiestas, mientras la Reina, ausente, discutía con sus sabios consejeros el segundo trabajo que debía el Mortal ejecutar.
Al declinar el día, la Reina habló así a Zandilli:
- Terminaste tu primer trabajo; lo realizaste con éxito maravilloso y, en parte, tienes ganada tu lanza. Ahí está colocada; sobre los peldaños de mi trono. ¡Mira! Éste es tu segundo trabajo: los vestidos de mis doncellas están tejidos con alas de moscas. Nuestros husos están ociosos, ya, que nuestros almacenes están sin provisiones. Se te encarga el trabajo de llenar cien de nuestros botes de alas de moscas.
Dicho esto la Reina desapareció.
Zandilli se echó en el fondo de su canoa y se abandonó a la desesperación. Este trabajo parecía ser mucho más difícil que el anteriormente confiado: era un imposible.
Jamás vería el sol; jamás cazaría el leopardo; jamás volvería a ver las cascadas de los ríos, ni los límpidos estanques; jamás contemplaría los ojos negros de su Princesa…
Quedó dormido bajo la pesadilla de estos tristes pensamientos.
La Ranita verde oyó cómo su salvador suspiraba por la visión del pardo y fresco charco, y llamó a sus hermanas y a sus amigos lagartos.
Cada uno de ellos llegó cargado de moscas, y pronto, muy pronto, llenaron los cien botes formados con cien lotos.
El croar despertó a Zandilli, quien halló su trabajo ejecutado milagrosamente.
Y cuando la Reina y su séquito se presentaron para comprobarlo, exclamaron:
- ¡Ha vencido! ¡Ha vencido!
Entonces Zandilli ascendió por los peldaños de oro para recibir su bien ganado premio.
Pero la Reina no quería dejarle marchar. Le habría gustado retener para siempre a este maravilloso trabajador, e intentó retenerle.
Pero Zandilli estaba impaciente y se apartó de ella. Arrebató la lanza de oro y, saltando a la canoa, la utilizó como remo hasta la orilla del lago, y saltó a tierra.
Pocas horas después rendía su lanza ante el Rey, que no pudo negarle la mano de la bella princesa Lala, galardón de su victoria.